UNIVERSIDAD DE CÓRDOBA

Cerca del 2% de las alumnas se confiesa víctima de violencia machista

  • Un estudio de la Unidad de Igualdad pone de manifiesto que el 7,6% de las estudiantes admite que ha realizado conductas sexuales no deseadas y el 5,5% reconoce que su pareja ha difundido mensajes, insultos o imágenes suyas por internet

Hace ahora tres años, la Universidad de Córdoba (UCO) creó la Unidad de Igualdad con el objetivo de diseñar y proponer campañas de sensibilización en materia de igualdad de género y valorar los informes diagnósticos sobre la situación de igualdad entre mujeres y hombres en la institución académica. Este departamento, además, ha elaborado un estudio para explorar las creencias sobre la violencia de género e igualdad entre hombres y mujeres que posee el alumnado de la institución académica.

El informe hecho a través de una encuesta on line revela, entre otros datos, que el 1,84% de las alumnas reconoce que le han pegado “a veces”, siendo un porcentaje mucho menor al reconocido por la muestra total de universitarias a nivel nacional, con un 4,37%. Otro de los datos del citado estudio desvela que las situaciones de violencia que reconocen haber vivido con más frecuencia son: las agresiones verbales, el control abusivo y el aislamiento. Sin duda, son datos reveladores, a los que se suman otros como que el 7,6% de las alumnas reconoce que se ha sentido obligada a realizar conductas de tipo sexual en las que no quería participar y que el 5,59% afirma que el chico con el que sale ha difundido mensajes, insultos o imágenes suyas por internet o por teléfono móvil sin su permiso.

En el caso de los alumnos, las situaciones de violencia que reconocen haber ejercido con más frecuencia son también las agresiones verbales, el control abusivo y el aislamiento. Además, los indicadores de atribución de responsabilidad y/o culpabilidad de las situaciones de violencia por parte de los alumnos muestran evidentes diferencias, según los mismos datos. Así las cosas, el estudio deja claro que los participantes masculinos reconocen haber ejercido situaciones de violencia sobre las mujeres, con frecuencias mucho menores que las que las mujeres afirman recibir por parte de sus compañeros.

El estudio también incluye preguntas acerca del avance de las mujeres en la superación de la mentalidad. En este punto, lo que que subyace tras la violencia de género es que de forma casi unánime rechazan justificaciones ancestrales de la violencia de género, que eran asumidas hasta hace poco de forma bastante extendida, según el estudio. Por ejemplo, el 91,3% de las mujeres rechaza que la violencia que se produce dentro de casa es un asunto de familia y no debe salir, mientras que un 97,1% está en contra de la idea de que “cuando una mujer es agredida por su marido o compañero, algo habrá hecho ella para provocarlo, y un 98,8% rechaza la premisa de que “está justificado que un hombre agreda a su mujer o novia cuando ella decide dejarle”. Eso sí, el informe advierte de que un 1,2% de las mujeres universitarias sigue aceptando dicha justificación de la violencia de género, porcentaje que sube al 2,3% en la afirmación: “Si una mujer es maltratada por su compañero y no le abandona será porque no le disgusta del todo esa situación”, lo cual nos indica la capacidad insidiosa del pensamiento patriarcal para justificar la violencia”.

En cuanto a los indicadores del cambio de la mentalidad entre los hombres respecto a este tema, de forma muy mayoritaria rechazan justificaciones de la violencia de género, que eran asumidas de forma bastante extendida hasta hace poco: “La violencia que se produce dentro de casa es un asunto de familia y no debe salir de allí” (opinión rechazada por el 77,9% de los chicos), “está justificado que un hombre agreda a su mujer o novia cuando ella decida dejarle” (rechazada por el 94,8%). Estos resultados reflejan un avance entre los hombres que están acabando su carrera universitaria respecto a las generaciones anteriores, que puede reducir su riesgo de ejercer violencia de género. Aún así, el informe destaca que conviene tener en cuenta, también que para el 1,3% está justificado que un hombre agreda a su mujer o a su novia cuando ella decide dejarle’, porcentaje que aumenta al 6,5% en la afirmación: si una mujer es maltratada por su compañero y no le abandona será porque no le disgusta del todo esa situación. También un 6,5% comparte la opinión de que “un buen padre debe hacer saber al resto de su familia quien es el que manda”.

La responsable de esta unidad es la profesora de la Universidad de Córdoba Rosario Mérida, quien considera que “la mejor manera de proteger a las víctimas es mediante la concienciación de sus derechos y la formación para tener una actitud de tolerancia cero ante la violencia”. A su juicio, las alumnas “han de conocer sus derechos como mujeres y ser formadas en un modelo de relación amorosa respetuosa, democrática y justa”. Mérida sostiene también que las alumnas “han de desarrollar un sentido crítico que les permita detectar y oponerse a conductas machistas, evitando de este modo implicarse en relaciones caracterizadas por el patrón de dominio-sumisión”. “Esta manera de relación jerárquica y patriarcal es el germen de los posteriores comportamientos de maltrato emocional y sexual, que finalmente desembocan en situaciones de violencia contra las mujeres”, advierte y añade que “tanto ellas como ellos necesitarían una formación que les permitiera conocer los conceptos feministas fundamentales para analizar las diferencias sociales de género que siempre conllevan situaciones de desigualdad”.

La profesora, además, defiende que la “universidad tiene la responsabilidad no solo de formar a futuros profesionales, sino que también tiene el compromiso de formar a ciudadanos y ciudadanas que sepan convivir y participar en una sociedad democrática, respetuosa y justa”. Para alcanzar este objetivo, apunta, “es básico analizar las desigualdades de género que se producen en todas las esferas de la vida social, académica y profesional. Por ello, insiste en la idea de que los estudios universitarios “han de incluir materias específicas de género que contribuyan a valorar la diferencia y a mitigar las desigualdades entre hombres y mujeres”. Mérida añade que los estudios también “han de proporcionar estrategias para analizar, detectar y proponer medidas que equilibren las desigualdades y reconozcan el capital humano que representan las mujeres en un desarrollo social equitativo y sostenible”. 

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