UNIVERSIDAD PABLO DE OLAVIDE

Europa ante su electorado: segundo tiempo

  • La teoría clásica de que se trata de elecciones de segundo orden porque quedan lejos de las inquietudes de los electores se superó en los comicios de 2014, de acuerdo con el punto de vista que el profesor Manuel Silva, de la Universidad Pablo de Olavide, defenderá este verano en la Universidad de Harvard.

Un hombre pasa delante de un cartel de la campaña informativa del Parlamento Europeo  sobre las elecciones  europeas  en el interior de la estación de metro de Bank en Londres.

El electorado español utilizó su voto en mayo de 2014 por primera vez en unas elecciones europeas como una herramienta de contestación política, anticipando los cambios que después se han confirmado en los comicios autonómicos y municipales. Las europeas sido tradicionalmente unas elecciones de segundo orden, que la ciudadanía afrontaba entre la desgana y el continuismo. En el mejor de los casos se utilizaban para desahogar el malestar o como oportunidad para la transgresión, para castigar puntualmente a un partido. Esta consideración es la que explica, por ejemplo, resultados extravagantes como la elección de Ruiz-Mateos como eurodiputado en 1989, con más de 600.000 votos.

Manuel Silva, profesor e investigador de Derecho Público de la Universidad Pablo de Olavide, dictará en agosto una conferencia en la Universidad de Harvard en la que sostiene que las elecciones al Parlamento Europeo ya no son aquellos comicios de segundo orden, utilizados si acaso por los partidos locales como un test de popularidad sobre su gestión. Esa teoría, formulada en los años 80 por Karlheinz Reif y Hermann Schmitt, no funcionó en las últimas europeas. El elector “expresó una opción política que anticipó el proceso de ruptura después confirmado en las autonómicas y locales”: PP y PSOE perdieron votos, Podemos fijaba su suelo electoral y Ciudadanos hacía su aparición.

De acuerdo con el análisis de Manuel Silva hay dos factores que en gran medida justifican que las europeas hayan pasado de ser una consulta electoral menor o de segundo orden a situarse en el primer plano: por primera vez el votante percibió que elegía a un presidente. Puso rostro, identidad y posición ideológica a su decisión electoral. La pugna librada durante la campaña electoral entre el líder del PP europeo, Jean-Claude Juncker, y el socialista Martin Schulz por presidir la Comisión transmitió un mensaje de utilidad del voto. El segundo factor que avivó el interés por las urnas fue comprender que eran “una posibilidad de contestar determinadas políticas adoptadas en Europa, porque el ciudadano entiende que ahí residen pautas como las relacionadas con la austeridad”. Manuel Silva subraya que hasta el estallido de la crisis, Europa se había visto como un ente amable que proporcionaba dinero y, en el peor de los casos, fijaba determinadas cuotas agrícolas, ganaderas o pesqueras. Sin embargo, en este momento se le atribuye una responsabilidad significativa en el origen de los recortes o la precariedad, “que seguro que ha ido a más con la crisis griega”. “El elector presencia esto por primera vez y por eso estas han sido las elecciones de ruptura, en las que se trata de votar consecuentemente”.

La presencia de Manuel Silva en el Seminario de Investigación Sociológica y Política es el resultado de un proceso de selección realizado a través del Consejo de Investigaciones Sociológicas (CIS) en el que se valora, en primer lugar, el currículum académico. Se tienen en cuenta elementos como la precocidad investigadora y docente y la trayectoria. Silva, de 34 años, ha publicado desde 2012 siete libros y 12 artículos académicos, y está acreditado como contratado doctor. En segundo lugar se tiene en cuenta el ponencia, con especial énfasis en su perfil innovador y conexión con la realidad.

Estos cursos de verano se celebran desde hace ocho años en el Real Colegio Complutense de la Universidad de Harvard, un centro fundado hace dos décadas tras un encuentro del rey Juan Carlos con el entonces rector, que tiene la particularidad de ser el único de estas características. Sostenido con fondos públicos españoles, desde el punto de vista académico depende de Harvard. En estos cursos de verano, de hecho, figuran junto a los expertos españoles seleccionados por el CIS investigadores estadounidenses elegidos por la Universidad de Harvard, entre los que figuran nombres de primera fila no solo de esta institución académica, sino también del Instituto Tecnológico de Massachusset (MIT), o de las universidades de Princeton o Stanford.

Los sociólogos y politólogos estadounidenses tienen un significativo interés por “conocer las tendencias endógenas”, o sea, los movimientos políticos y sociológicos en Europa desde el momento en que contribuyen a definir la posición europea en el tablero internacional. El XX fue el siglo de Estados Unidos, en el que forjó como primera potencia mundial. Sin embargo, desde el 11-S han aparecido nuevos protagonistas.

“Asia está conformando su bloque trasatlántico, los países que denominamos Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) también emergen, pero ¿qué pasa con Europa?” Manuel Silva resalta el interés de Estados Unidos en que Europa cobre protagonismo pero considera que esta región, donde “como decía Kissinger no hay un teléfono al que llamar”, necesita su apoyo para mitigar sus debilidades. “Le interesa desde el punto de vista económico, pero también porque pone freno a la frontera este rusa. Por eso están tan interesados en las tendencias endógenas”. 

Silva forma parte de la generación académica detenida en el cuello de botella después de que se cerrara el grifo del empleo público en las universidades españolas, medida, entre otras, adoptada por el Gobierno para contener el déficit público. Acumula 1.200 horas de docencia en las titulaciones de Ciencias Políticas y Derecho Público de la Universidad Pablo de Olavide, participa en cinco proyecto de investigación y aunque está acreditado como contratado doctor, desde el curso 2007/2008 está contratado como profesor asociado. Esta figura se creó para inyectar en las aulas la experiencia de profesionales sénior, aunque con el paso del tiempo y las restricciones al empleo público se ha acabado convirtiendo en una solución de emergencia a bajo coste.

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