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Legatarias de la historia

  • Las universidades conservan, comparten y mantienen parte del esplendor patrimonial y artístico de Andalucía · Granada y Sevilla son las que atesoran mayor riqueza, pero no son las únicas herederas de un legado que, como sugiere el rector de la UNIA, Juan Manuel Suárez Japón, carga de prestigio y de responsabilidad

“Tener patrimonio significa ser parte de la ciudad, formar parte de su historia y de su evolución. Su principal ventaja es el reconocimiento social que recibes”, afirma la vicerrectora de Infraestructuras de la Universidad de Granada, Begoña Moreno. “Si tienes un patrimonio histórico rico, lo cuidas, lo preservas, lo conservas, lo muestras y lo pones al servicio del ciudadano cumples una gran función social y construyes mejor tu futuro”, agrega Concepción Fernández, presidenta del comité de patrimonio de la Universidad de Sevilla.

El patrimonio histórico universitario arranca en Andalucía con la madraza fundada en Granada por Yusuf I (1333-1354) en la que, de acuerdo con las biografías de los maestros que enseñaron allí, se debieron impartir clases de medicina cálculo, astronomía, geometría, lógica y hasta mecánica, según recoge el libro Patrimonio artístico y monumental de las universidades andaluzas, dirigido por Miguel Rodríguez-Pantoja y publicado por la Consejería de Educación y Ciencia en 1993. Siglos después este edificio ha vuelto a la Universidad de Granada y, una vez restaurado, lo ha convertido en la sede de su servicio de extensión universitaria.

En aquel estudio se afirma que la inauguración del Hospital Real de Granada, en 1526, es el punto de partida de la arquitectura renacentista “que se superpone al organismo gótico”. Promovido promovido por los Reyes Católicos y comenzado a construir en 1511, es desde hace 30 años sede del Rectorado y de la Biblioteca General de la Universidad de Granada y ejemplo también de cómo las instituciones académicas han acabado convirtiéndose en destino final del patrimonio histórico.

Uno de los edificios más relevantes del renacimiento sevillano es la iglesia de la Anunciación, propiedad de la Universidad de Sevilla desde que Carlos III promulgara en 1767 la Pragmática Sanción y acordara la expulsión de los Jesuitas. La Casa Profesa y este templo pasaron entonces a la institución académica. “Continente y contenido son una joya”, apunta Concepción Fernández, en alusión a las obras de Juan de Roelas, Francisco Pacheco, Herrera el Viejo o a los esculturas de Martínez Montañés o Juan de Mesa que se encuentran en su interior.

La Universidad de Sevilla reconoce que “el importantísimo patrimonio jesuítico, de carácter marcadamente religioso, concedido por la monarquía española constituye el verdadero germen” de su colección, puesto que tras la desamortización de Mendizábal, en 1836, se le atribuyeron también “las rentas y bienes del Colegio de Santa María de Jesús.

La expulsión de los Jesuitas en 1767 fue el hecho histórico que permitió que el Colegio de San Pablo (actual Facultad de Derecho) pasara a formar parte en el siglo XVIII de la Universidad de Granada. A finales de ese siglo, y bajo el mismo empuje del espíritu ilustrado, se construyó en parte de la antigua finca de la compañía el jardín botánico de la universidad, utilizado a la enseñanza médico farmacéutica.

El sello del siglo XVIII en la Universidad de Granada se encuentra además en el palacio de Las Columnas (Facultad de Traducción e Interpretación), considerado una de las primeras muestras del neoclasicismo.

El ejemplo más emblemático del siglo de las luces en la Universidad de Sevilla es la Real Fábrica de Tabacos. A mediados del siglo XX la antigua Casa Profesa de los Jesuitas donde se enclavaba el Rectorado se había quedado pequeña y en 1951 se trasladó a este antiguo complejo industrial definido por el hispanista inglés del siglo XIX John ford como “el escorial tabaquero”.

La Real Fábrica de Tabacos fue la primera instalación industrial de estas características en Europa y el segundo edificio más grande de España, tras El Escorial. Las particularidades de su construcción -varios directores de obra, aunque Sebastián Van der Borcht se considere el más decisivo- favoreció la convivencia de estilos desde el barroco hasta las referencias renacentistas y neoclásicas. Actualmente acoge junto al Rectorado las facultades de Filología, Geografía y su Biblioteca.

El auge de las universidades en el siglo XX volvió a plantear nuevas necesidades. En los años 20 el pabellón de Uruguay de la Exposición Iberoamericana de 1929 se cedió a la Universidad de Sevilla, que posteriormente también incorporaría el de México, y en esa misma década el Carmen de la Victoria pasaba a la Universidad de Granada, utilizado en la actualidad junto a la Corrala de Santiago como residencia de profesores visitantes. En la década de los 70 arrancaron el Campus de La Cartuja en Granada y los centros ubicados en el entorno de la avenida Reina Mercedes en Sevilla y en el solar de la antigua Pirotecnia, otro ejemplo de arquitectura industrial, en este caso del siglo XIX, con algunos elementos valiosos como la Torre del Reloj y una escalera diseñada por Juan Talavera.

Sevilla y Granada son dos de las universidades españolas que disfrutan de un patrimonio histórico y artístico más rico y amplio. Sin embargo, también las jóvenes se han acabado convirtiéndose en legatarias del pasado más monumental. En parte porque las necesidades empujaban y, en parte también, porque han sabido ganarse el reconocimiento social.

La Universidad Internacional de Andalucía, fundada en 1994, pertenece a este grupo. Su dispersión territorial ha favorecido que la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA) sea heredera patrimonial del renacimiento en Baeza (sede Antonio Machado), del espíritu colombino en Huelva (sede La Rábida) y de los cartujos y Charles Pickman en Sevilla, aunque esta última sede sea compartida con el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo y el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico.

“La ubicación en edificios y entornos emblemáticos es nuestra primera y fundamental seña de identidad, impregna nuestra personalidad, objetivos, plan estratégico e incluso la actividad”, apunta el rector de la UNIA, Juan Manuel Suárez Japón, quien subraya que hasta la ley fundacional de esta institución recoge entre sus fines que deberá realizar “una importante actividad cultural en torno a los centros históricos que constituyen sus sedes permanentes”.

Estar en un edificio histórico “dota de prestigio a la institución” no sólo por el valor cultural del inmueble sino también “por los roles que confiere a la institución: de conservador del patrimonio y de difusión y encargado de su puesta en valor”, agrega. De hecho, la llegada de la UNIA a Baeza supuso la rehabilitación del palacio de Jabalquinto, promovido en el siglo XV por un primo de Fernando el Católico.

Desde la UNIA se entiende cree que ser poseedor de patrimonio histórico “constituye una ventaja muy relevante por una parte por la visibilidad” que reporta y, por otra, por la afluencia de visitantes que proporciona. Sin embargo, también observa que “la carga semántica del patrimonio” genera una demanda social que condiciona la actividad, según la gerente de la institución, Luisa Margarita Rancaño, y el director del Secretariado de Comunicación, Francisco Paniagua. Por eso, en la sede La Rábida (Huelva) la sociedad demanda de la UNIA “una actividad que gire en torno a la tradición hispanoamericanista, mientras que en Baeza lo que se reclama es la conservación y difusión de la obra y figura de Antonio Machado.

Esa relación simbiótica entre la arquitectura histórica y la actividad académica se halla también en otras universidades jóvenes. La de Córdoba cuenta entre su patrimonio con la capilla de San Bartolomé, edificada entre los siglos XIII y XV y el convento de los carmelitas calzados, levantado en el siglo XVI y del que se conserva el claustro barroco del siglo XVIII , el Rectorado de Cádiz ocupa la Casa de los Cinco Gremios, un edificio de finales del siglo XVIII de estilo neoclásico, mientras que la Universidad de Huelva tiene su Rectorado en el convento de La Merced, el primer edificio barroco de la provincia.

Pero no todo es arquitectura y patrimonio inmueble. La actividad académica y el paso de los siglos han dejado en las universidades históricas un legado muy significativo relacionado con las artes, la decoración y la actividad docente.

La Universidad de Sevilla, por ejemplo, tiene catalogado su patrimonio mueble en el que figuran, entre otros muchos objetos, 728 pinturas, 359 dibujos y ocho retablos, junto a una colección de reproducciones de esculturas que abarcan desde el siglo XVIII al XX o un centenar de piezas arquelógicas, mientras que en Granada el grueso de su fondo pictórico se encuentra en el Hospital Real, entre los que abundan los lienzos del siglo XVII. 

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