UNIVERSIDAD DE CÓRDOBA

La actividad universitaria produce 14.500 toneladas de CO2

  • La institución plasma en un estudio su huella de carbono, en el que se pone de manifiesto que el consumo de energía eléctrica es la principal fuente de emisión · Cada individuo de la comunidad académica produce 451 kilos de dióxido de carbono al año.

La Universidad de Córdoba (UCO), a través del Servicio de Protección Ambiental, ha realizado el que es el primer estudio de la huella de carbono, un término que se utiliza para describir la cantidad de gases de efecto invernadero que son libertados a la atmósfera directa o indirectamente como consecuencia de una actividad. El documento pone de manifiesto que en el seno de la UCO se produce una ratio de 0,451 toneladas de CO2 por persona y año, para un total de 14.551 toneladas de dioxido de carbono emitidas en 2013. El objetivo del estudio -para el que se han analizado el número de personas que asisten cada día a los campus universitarios, así como el vehículo utilizado, entre otros datos- es identificar y cuantificar las principales fuentes de emisión, revelar el impacto y la contribución al cambio climático, además de proponer una serie de mejoras para reducir las emisiones.

El informe ha puesto de manifiesto que las principales fuentes de emisión de la institución académica son, en este orden: consumo de energía eléctrica, cifrada en más de 18, 4 millones de kilowatios a la hora; construcción de los edificios, movilidad y consumo de gas natural. Hay fuentes que, según el estudio, podrían obviarse "por su baja representatividad, como es el caso de la producción de residuos de papel, residuos especiales y residuos peligrosos".

Otra de las conclusiones que se extraen de este primer informe es que la movilidad (con un 15% de contribución a la huella) también es un área de mejora potencial importante. Por ello, los responsables del Servicio de Protección Ambiental proponen estrategias "dirigidas a la movilidad sostenible, como el uso de la bicicleta y el fomento del transporte colectivo, ligado a una sensibilización, información y mejora de las infraestructuras, que redundarían en una menor contribución de esta actividad al cambio climático, lo que se reflejaría en una menor huella de carbono en este apartado, que viene a emitir 2.182 toneladas de CO2 en 2013".

El documento recoge también que las emisiones de actividades como la construcción de edificios, a pesar de su contribución en la huella de carbono total (29,17%), provienen en su mayoría de construcciones realizadas en el pasado cuyo impacto aún se cuantifica a día de hoy en términos de emisiones y para las que difícilmente se pueden plantear actuaciones de reducción. En este punto, advierte de que solamente sería posible para el caso de nuevas construcciones, en las que se incluyeran criterios de optimización del consumo de energía, agua o materiales.

Otro de los datos que recoge el informe y que tilda de “interesante” es el de la huella de carbono ligada al consumo de papel en la institución académica y que se cifra en 105,81 toneladas de dióxido de carbono o lo que es lo mismo 0,73% de la huella total. Este dato, según el documento, “servirá de base para fortalecer estrategias de disminución del consumo de papel y fomento del reciclado entre la comunidad universitaria”.

Ante estos resultados, la UCO ya ha confirmado que “tiene un firme compromiso con la eficiencia energética” que previsiblemente contribuirá a una reducción de las emisiones ligadas a estas fuentes en próximas anualidades.

Consciente de la necesidad de preservar el medio ambiente, el rector de la UCO, José Carlos Gómez Villamandos, ya ha firmado la renovada Declaración de Política Ambiental de la institución. Se trata de un documento que, además de plasmar la responsabilidad de la Universidad como transmisora de valores ambientales, se detalla un decálogo de directrices dirigidas a mejorar el desempeño ambiental de nuestra organización. La primera declaración es de 2006 y cada rector entrante refrenda y actualiza el documento. El fomento de la participación de los miembros de la comunidad universitaria para la mejora ambiental de la organización, la preservación, conocimiento y puesta en valor de los recursos naturales y biodiversidad existentes, la promoción de una labor docente e investigadora coherentes con el compromiso ambiental de la Universidad o la inclusión de criterios ambientales en los procedimientos de compras y contratación y la planificación ambiental dirigida al cumplimiento de los compromisos detallados son algunos de los deberes que recoge esta declaración. 

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