UNIVERSIDAD DE MÁLAGA

La euroburbuja de sus señorías

  • Estudiantes de la titulación doble de Derecho y Administración y Dirección de Empresas constatan en un trabajo sobre los parlamentarios europeos la distancia que les separa de su suelo electoral, su falta de penetración social y magníficas condiciones económicas · Descubren que el Parlamento Europeo opera como ocaso dorado para los políticos en fase de retirada o como trampolín para los que buscan posicionarse en el escenario nacional, pero subrayan que solo participar en las elecciones legitima la queja y la crítica.

Los estudiantes de tercer curso de la titulación doble de Derecho y Administración y Dirección de Empresas de la Universidad de Málaga se han asomado por primera vez al Parlamento europeo para descubrir, en primer lugar, que los eurodiputados tienen un sueldo bruto mensual de 8.000 euros, al que suman dietas de 304 euros por cada día de sesión en el Parlamento, más coche oficial y que, incluso, antes de que se pusiera coto, algunos españoles fijaban su residencia en Canarias para que las asignaciones por desplazamiento fuesen más suculentas. El segundo aspecto que han corroborado ha sido la tremenda distancia que separa a los europarlamentarios de su base electoral y de la realidad ciudadana.

La profesora Magdalena Martín encargó a sus 65 estudiantes de la asignatura de Derecho e Instituciones de la Unión Europea que eligieran cada uno a un eurodiputado español y rastrearan su perfil profesional y político con el objetivo de paliar el desconocimiento general que tenían sobre la eurocámara. Subraya cómo los estudiantes han hallado dos perfiles principales entre los protagonistas de la actividad parlamentaria europea: políticos veteranos que una vez agotado su momento en el ring nacional son catapultados a esta especie de ocaso dorado y, por otro lado, jóvenes que buscan en Europa una plataforma para situarse en la escena nacional.

Al primer grupo pertenecen el exministro del Partido Popular Jaime Mayor Oreja y el ex presidente del PSOE andaluz Luis Yáñez. Ambos abandonan ahora la política europea después de 10 años. Al segundo grupo pertenece el casi desconocido europarlamentario navarro de 39 años Pablo Zalba, que figura otra vez en la candidatura popular, donde ocupa el noveno lugar. Los alumnos Manuel Burgos, Taras Fredyna y Marta Campos se ocuparon de investigar quién es y qué ha hecho cada uno de ellos.

El estudiante de origen ucraniano Taras Fredyna recuerda que Luis Yáñez, pese a que preside la Delegación para las Relaciones con los países del Mercosur y pertenece a cuatro comisiones o delegaciones, ha realizado 28 intervenciones parlamentarias, siete propuestas de resolución y 12 preguntas. “No parece mucho”, concluye. Pese a todo supera con creces la actividad de Jaime Mayor Oreja que ha intervenido 14 veces desde 2009, participado en nueve propuestas de resolución de su grupo y firmado una única pregunta. En cambio, Pablo Zalba ha intervenido 45 veces en la sesión plenaria de la eurocámara, figura en otras 45 preguntas de su grupo y ha asumido la ponencia de tres informes entre otras múltiples actividades.

También han comprobado que aún cuando la mayoría de los diputados europeos mantienen una actividad bastante intensa en las redes sociales y suelen dejar constancia a grandes rasgos de lo que hacen en Facebook y Twitter la distancia que les separa del electorado es grande y densa. “Viven en una burbuja”, coinciden en señalar. Por un lado no rinden cuentas y, por otro, aunque son representantes de la ciudadanía europea “en realidad no representan a los ciudadanos, sino los intereses de sus países, de sus gobiernos y de sus instituciones”, apunta Manuel Burgos.

Lamentan el desinterés que hay “arriba por transmitir y llegar a bajo, y desde abajo por saber qué ocurre arriba”, en alusión al desconocimiento ciudadano de la actividad parlamentaria en la Unión Europea y de los propios eurodiputados por llegar a sus bases electorales.

Además les llama la atención la magnitud de la institución para unas competencias que se limitan a aprobar la legislación, controlar a la Comisión y aprobar el presupuesto comunitario. La eurocámara, de la que forman parte 766 parlamentarios, cuenta para 2014 con un presupuesto de 1.756 millones de euros. El salario del personal consume el 35% de esta cifra. “Sin embargo, si por ejemplo algún Estado incumple algún Tratado poco puede hacer”.

Taras Fredyna, además, cuestiona la representatividad de esta institución europea porque, desde su punto de vista, al final lo que hace bendecir el peso “de las potencias: al final es Alemania, Francia, Reino Unido e Italia quienes deciden. ¿Si en Croacia hay un problema qué pueden hacer sus 12 diputados frente a los 99 de Alemania?”

Marta Campos todavía no sale de su asombro. Ha visto varias veces el vídeo en el que se muestra cómo viven a todo tren los eurodiputados y el traslado de la eurocámara casi al completo a la sede de Estrasburgo dos veces al año. Vuelve a mostrarlo y a asombrarse cada vez que aparece el aparcamiento repleto de coches oficiales de alta gama, el aperitivo en el que no falta el champán y al personal electo saliendo a escape de fin de semana aún antes de concluir los debates parlamentarios.

Pese a todo tanto Marta Campos como Manuel Burgos, que nunca han votado en unas elecciones europeas porque su juventud no se lo ha permitido, defienden sin atisbo de duda la necesidad de participar en la consulta. “Si luego quieres quejarte tienes que participar. No ir a votar no es un castigo para nadie”.

La profesora de Derecho Comunitario de la doble titulación de Derecho y Administración y Dirección de Empresas Magdalena Martín reconoce que le ha sorprendido el “desconocimiento absoluto que tenían los estudiantes de la política europea. Aunque sean jóvenes y no hayan tenido tiempo de participar en elecciones anteriores, he visto que tampoco la han vivido en su casa”.

Subraya el carácter crítico contenido en unos trabajos que no eludieron poner de manifiesto que los eurodiputados “han hecho poco o nada” durante la última legislatura, pero pese a todo “los estudiantes entienden que no pueden permanecer al margen porque las instituciones europeas son importantes”. Subraya que se han constatado otros aspectos como la sobredimensión del Parlamento Europeo y su papel como cámara que “destruye pero construye poco, porque sólo tiene capacidad para oponerse, no para proponer”.

La profesora también resalta que “algunos alumnos han empezado a ver el Parlamento Europeo como una salida profesional y esto es bueno, porque significa que se abren otros horizontes en el extranjero más allá de irse a trabajar como camareros”.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios