INVESTIGAR EN HUELVA

El extraordinario hallazgo del Descubrimiento

El catedrático Juan Campos ante uno de los grandes hornos del yacimiento arqueológico.

Varios barcos están fondeados en la ría del Tinto. Acaba de atracar uno con cerámica bretona, mientras se llega a un acuerdo para su venta en la taberna del puerto. Al lado, otro descarga el botín del último pillaje corsario a embarcaciones portuguesas. Junto a una tapia se apilan los ladrillos y tejas que acaban de salir de uno de los hornos del alfar portuario. También sale cal, lista para embarcar con destino a la costa lusa, y un cochinillo asado y varias decenas de hogazas de pan. Un carro trae hasta el muelle algunos barriles con agua fresca de La Fontanilla. Cientos de personas se mueven en la zona. La actividad es frenética. El trasiego es continuo. No hay tiempo que perder. Aún se esperan más embarcaciones por la tarde.

Esta escena imaginaria corresponde a un día cualquiera, del último tercio del siglo XV, en Palos de la Frontera. Ahora se sabe que realmente pudo ser tal cual, a falta de detalles. Y lo más importante: se sabe el sitio exacto del escenario y se pueden contemplar sus elementos principales, que constituyen ese conjunto de hornos de producción industrial y consumo doméstico y ese edificio para transacciones comerciales y descanso de las tripulaciones marineras. Es el famoso puerto de Palos, el punto de partida para Cristóbal Colón y los hermanos Pinzón en el considerado, mayoritariamente, acontecimiento histórico más importante de la Humanidad. novedades continuas

El trabajo de campo emprendido a primeros de junio por el catedrático Juan Campos y su equipo de la Universidad de Huelva ha dado sus frutos y se ha convertido ya en una noticia de alcance mundial, con una repercusión acorde con la historia que tiene asociada, la del Descubrimiento de América. El pasado día 6 se presentó a los medios de comunicación el hallazgo arqueológico pero, desde entonces, el fruto de las excavaciones arqueológicas ha cobrado mayores dimensiones y ha variado el desarrollo de la investigación. Se pensaba que el alfar estaba compuesto por siete hornos pero ya hay nueve descubiertos y se cree que podría haber al menos otros cinco. También el edificio llamado alota no sólo tendría las tres estancias anunciadas: ya ha salido a la superficie lo que parece una más, correspondiente a una ampliación probablemente realizada en la época colombina.

Las excavaciones, que se iban a interrumpir en dos semanas, continuarán hasta final de año y enlazarán, a un ritmo menor, con la segunda fase prevista para la primavera de 2015. El entusiasmo es evidente. "Tenemos orden de tirar para adelante", cuenta feliz Juan Campos. "La intención del alcalde es seguir con las excavaciones y por eso, más allá de acabar el 8 de noviembre, como estaba previsto, llegaremos hasta final de año para ver si empalmamos con la primavera con trabajos de continuidad. En la segunda fase -explica- queremos integrar todo, tener una imagen de conjunto, y si aparece algo más sería en el seguimiento de obra". Pero sin lugar a falsas esperanzas: "En principio no creemos que hagamos otro hallazgo de envergadura, pero sería extraordinario que más adelante encontráramos restos de los muelles de madera o algún pecio en el fondo de la ensenada". Aunque de esto último, advierte, no hay constancia documental.

El dinamismo del puerto palermo en el XV, ahora constatado, deja las puertas abiertas para cualquier cosa. Pero ya hay suficiente labor a la que dedicarse en los próximos meses. Por un lado, la alota, el descubrimiento que tiene más "satisfechos" a los investigadores, considerada "la aduana" del enclave. Los restos hallados del edificio han clarificado su fisonomía de entonces a pesar de que sólo se conserva en pie la base de sus muros. A pie de excavación, Campos señala un grupo de tejas intactas clavadas en el terreno: "Son restos de los sucesivos derrumbes que sufrió la alota. Eso nos permite saber cómo era su tejado y qué altura tenía. Sabemos dónde estaban las puertas y las estancias que tenía por los restos encontrados". Había un cuarto para cocina y almacén, una fonda para dormir -con la superficie mucho más limpia-, una taberna para la reunión de marineros y almacén, y un muro exterior al abrigo del que se apilaba parte de la mercancía que embarcaba y desembarcaba en el muelle.

Ahora hay ya al descubierto parte de otra estancia, pendiente de terminar de excavar, y a la que podrían añadirse más componentes sin determinar. "El terreno es irregular y el conjunto está en parte en una ladera. Queremos igualarlo en las próximas semanas para integrar todos los elementos y así tener una idea más aproximada de cómo era el puerto en aquella época", explica el catedrático onubense. Porque a espaldas de la alota se encuentra el alfar, un sensacional grupo de hornos, único en España, que ha terminado por subrayar el extraordinario valor de la villa palerma como enclave comercial, en creciente desarrollo desde el primer tercio del siglo XV.

Como se indica en la bibliografía recogida en el libro Puerto histórico y castillo de Palos de la Frontera (Huelva): Protagonistas de la gesta colombina, publicado por la Universidad de Huelva pocos meses antes del comienzo de las excavaciones, "el puerto de Palos experimentó un auge continuo que sobrepasó el marco puramente local y comarcal de las riberas del Tinto para convertirse en un referente de ámbito internacional, tal y como muestra el hecho de que aquí llegaron a fondear naves inglesas, bretonas, flamencas e italianas". Entre los restos excavados se han encontrado monedas de la época, de diferente procedencia, y también de cerámica y otros utensilios que -ya también queda demostrado- se intentaban reproducir en el propio alfar del puerto. De ahí la importancia de los testales hallados junto a los hornos, montoneras con restos de piezas defectuosas "que nos indican el tipo de producción que se realizaba allí". "Hemos excavado varias de ellas pero conservamos dos más intactas con idea de preservarlas y que los futuros visitantes puedan ver qué aspecto tenían en su contexto", añade Campos . A día de hoy, hay nueve hornos al descubierto, dos más que los anunciados a primeros de mes, y se tienen indicios de que "pudieran haber al menos 12 o 14 más".

El grado de conservación es "excelente", afirma el catedrático, comprobable también en persona por cualquier neófito. El más espectacular, uno para ladrillos y tejas con una impresionante parrilla sustentada en arcos inferiores, sólo visible desde el interior de la leñera, accesible incluso para una persona alta, y con muros de refuerzo en la base para compensar el terreno escarpado. Tanto en éste, como en otro situado a un par de metros, la capacidad era industrial, con hornadas de 3.000 ladrillos fabricados con la arcilla del lugar, suficiente para abastecer a la próspera villa de Palos y a su comercio por mar a puertos cercanos. Entre los nueve que completan por ahora el alfar figuran dos destinados a alimentación (pan y carne, fundamentalmente); otros dos más mixtos, para cerámica y tejas; uno de cerámica de mesa y cocina; otro de cerámica, y probablemente también ladrillo; y un noveno para producir cal y que se encuentra perfectamente conservado, con sus paredes intactas. Algunos de ellos se encuentran separados varios metros, lo que hace prever la existencia de nuevos hornos que completarían el conjunto de forma homogénea.

Este alfar indica la prosperidad de la villa y su puerto, a la que se hace referencia en documentos pertenecientes al Archivo de Simancas, donde se dice que Palos contó con "una de las flotas más numerosas y que en ella se encontraban los mejores talleres de carpintería de ribera, así como los armadores y marinos con mayor capacidad, de igual forma que destaca por ser el lugar de arribo de esclavos y mercancías apresadas en las actividades corsarias que hasta la paz de Alcaçovas, en 1479, fueron patrocinadas por la corona", apunta el autor Canterla Martín. Por eso, aseguran otras fuentes a través del libro editado por Campos este año, no es casual que Colón eligiera este puerto, que ya antes desarrollaba actividades con su gente en aguas atlánticas, "como en expediciones a Guinea, de modo que se convirtió en un lugar de encuentro de ideas y experiencias que cristalizaron en lo que Izquierdo Labrado ha denominado "una cultura marítima" que, en última instancia, y en el momento decisivo, fue capaz de hacer frente al reto que suponía el viaje transoceánico".

Fray Ángel Ortega, en su obra de cuatro volúmenes La Rábida. Historia documental crítica, de 1926, recuerda respecto del viaje descubridor de Colón que "los marinos fueron instrumentos providenciales y cooperadores activos y conscientes de la empresa. El tópico manoseado de que embarcaron a la fuerza e ignorantes es injusto; y la leyenda, no menos repetida, de sus terrores y rebeldías en el mar, absurda. Si de antemano, en el mismo puerto de Palos, no comprendieran la empresa; si no se sintieran capaces de realizarla; si no fueran libres y convencidos al viaje, hubieran negado resueltamente, como tantos hijos de los mares de Europa, sus personas y carabelas paleñas al hombre desconocido, pobre y extranjero". "Ni en el terreno científico de las ideas a La Rábida -concluye Ortega- ni en el arte de la marinería a los de Palos, enseñó nada, dijo nada nuevo, Colón ".

Los restos arqueológicos del puerto, de esta forma, consolidan estas afirmaciones históricas y, según recuerdan los profesores Nuria de la O Vidal y Juan Campos en la referida publicación de la Universidad de Huelva, "suponen un bien patrimonial universal por su importancia y significación histórica, dado que sus infraestructuras serán determinantes para la preparación del proyecto colombino y constituyeron los escenarios donde se gestó uno de los mayores episodios históricos de la humanidad". "La extraordinaria importancia de los hallazgos de ahora -insiste Campos en puerto. De ahí la importancia de los testales hallados junto a los hornos, montoneras con restos de piezas defectuosas “que nos indican el tipo de producción que se realizaba allí”. “Hemos excavado varias de ellas pero conservamos dos más intactas con idea de preservarlas y que los futuros visitantes puedan ver qué aspecto tenían en su contexto”, añade Campos.

A día de hoy, hay nueve hornos al descubierto, dos más que los anunciados a primeros de mes, y se tienen indicios de que “pudieran haber al menos 12 o 14 más”. El grado de conservación es “excelente”, afirma el catedrático, comprobable también en persona por cualquier neófito. El más espectacular, uno para ladrillos y tejas con una impresionante parrilla sustentada en arcos inferiores, sólo visible desde el interior de la leñera, accesible incluso para una persona alta, y con muros de refuerzo en la base para compensar el terreno escarpado. Tanto en éste, como en otro situado a un par de metros, la capacidad era industrial, con hornadas de 3.000 ladrillos fabricados con la arcilla del lugar, suficiente para abastecer a la próspera villa de Palos y a su comercio por mar a puertos cercanos. Entre los nueve que completan por ahora el alfar figuran dos destinados a alimentación (pan y carne, fundamentalmente); otros dos más mixtos, para cerámica y tejas; uno de cerámica de mesa y cocina; otro de cerámica, y probablemente también ladrillo; y un noveno para producir cal y que se encuentra perfectamente conservado, con sus paredes intactas. Algunos de ellos se encuentran separados varios metros, lo que hace prever la existencia de nuevos hornos que completarían el conjunto de forma homogénea.

Este alfar indica la prosperidad de la villa y su puerto, a la que se hace referencia en documentos pertenecientes al Archivo de Simancas, donde se dice que Palos contó con “una de las flotas más numerosas y que en ella se encontraban los mejores talleres de carpintería de ribera, así como los armadores y marinos con mayor capacidad, de igual forma que destaca por ser el lugar de arribo de esclavos y mercancías apresadas en las actividades corsarias que hasta la paz de Alcaçovas, en 1479, fueron patrocinadas por la corona”, apunta el autor Canterla Martín.

Por eso, aseguran otras fuentes a través del libro editado por Campos este año, no es casual que Colón eligiera este puerto, que ya antes desarrollaba actividades con su gente en aguas atlánticas, “como en expediciones a Guinea, de modo que se convirtió en un lugar de encuentro de ideas y experiencias que cristalizaron en lo que Izquierdo Labrado ha denominado “una cultura marítima” que, en última instancia, y en el momento decisivo, fue capaz de hacer frente al reto que suponía el viaje transoceánico”.

Fray Ángel Ortega, en su obra de cuatro volúmenes La Rábida. Historia documental crítica, de 1926, recuerda respecto del viaje descubridor de Colón que “los marinos fueron instrumentos providenciales y cooperadores activos y conscientes de la empresa. El tópico manoseado de que embarcaron a la fuerza e ignorantes es injusto; y la leyenda, no menos repetida, de sus terrores y rebeldías en el mar, absurda. Si de antemano, en el mismo puerto de Palos, no comprendieran la empresa; si no se sintieran capaces de realizarla; si no fueran libres y convencidos al viaje, hubieran negado resueltamente, como tantos hijos de los mares de Europa, sus personas y carabelas paleñas al hombre desconocido, pobre y extranjero”. “Ni en el terreno científico de las ideas a La Rábida –concluye Ortega– ni en el arte de la marinería a los de Palos, enseñó nada, dijo nada nuevo, Colón”.

Los restos arqueológicos del puerto, de esta forma, consolidanún recuerdan los profesores Nuria de la O Vidal y Juan Campos en la referida publicación de la UHU, “suponen un bien patrimonial universal por su importancia y significación histórica, dado que sus infraestructuras serán determinantes para la preparación del proyecto colombino y constituyeron los escenarios donde se gestó uno de los mayores episodios históricos de la humanidad”.

“La extraordinaria importancia de los hallazgos de ahora –insiste Campos en persona, ante las excavaciones– tienen una repercusión, más que científica, histórica y dan una nueva dimensión a lo que hemos venido a llamar estos años Lugares Colombinos”.

Los trabajos siguen a un gran ritmo aunque las lluvias de este mes han alterado ligeramente los planes de trabajo. Hace una semana, los camiones municipales retiraban el agua que aún quedaba acumulada, mientras los técnicos arqueólogos proseguían con su minuciosa dedicación. Por eso se espera completar muy pronto un sistema de drenaje que impida nuevos obstáculos con el avance del otoño y del invierno. El deseo a medio plazo que también tienen los arqueólogos es que muy pronto puedan ser visitables las excavaciones por el público, sobre todo por los vecinos palermos, que viven muy pendientes del desarrollo de la investigación.

Juan Campos indica que antes hay que adaptar el terreno y acondicionar mínimamente el entorno para que sean compatibles las visitas con los trabajos técnicos. “Pero estamos deseando que la gente pueda ver cuanto antes lo que estamos haciendo aquí y cómo nos encontramos los elementos en el terreno antes de que finalice el proyecto”, explica el catedrático, muy ilusionado con la posible visita de vecinos y escolares: “Es muy bueno que conozcan el patrimonio que tenemos aquí y que sepan de la importancia que tendrá para la historia, para Palos y para Huelva este descubrimiento”, añade.

El patrocinador de los trabajos, el Ayuntamiento de Palos de la Frontera, con su alcalde, Carmelo Romero, a la cabeza, sabe muy bien de esto. En las últimas semanas se han sucedido las llamadas “desde todo el mundo” interesándose por el hallazgo que entusiasma a todos en el pueblo: “La gente está deseando tenerlo ya, pero no puede ser inmediato”, apunta el regidor a este diario.

La cordura política es aquí una excepción con Romero, quien deja el mando para los técnicos de la Universidad de Huelva. “Hay que darles el tiempo que sea necesario. Creo que este descubrimiento es tan importante y delicado que no se pueden hacer las cosas a la ligera. Iremos hasta el final para que esto sea una realidad, recuperándose el puerto, el antiguo astillero y la lámina de agua”, avanza el alcalde sobre la idea a largo plazo que tiene en mente.

La recuperación del antiguo trazado fluvial, aseguran, es más complicado pero factible técnicamente. Juan Campos asegura que las investigaciones tienen perfectamente definido cuál era el curso exacto de la ría y sus orillas; incluso la vegetación que había en el lugar en el siglo XV a través de semillas encontradas entre los sedimentos. Carmelo Romero concreta la obra de ingeniería y apunta la opción de la conexión con el río Tinto a través de la ensenada actualmente colmatada, o bien el bombeo de agua hasta el lugar donde se ubicaba el puerto para darle un aspecto más aproximado al de la época colombina. “Así –señala– podríamos ubicar aquí las réplicas de las tres carabelas, que es aquí donde deberían estar. Es pronto aún pero cuando llegue el momento se planteará”.

El equipo de arqueólogos, a su vez, sin dejar de mostrar su ilusión por la recuperación de todo el entorno dentro de unos años, atiende al medio plazo. Campos explica que se ganará espacio a la ladera y que se rehabilitará el camino histórico, “perfectamente localizado”, que conectaba el puerto con el castillo, objeto también de la investigación arqueológica: “Nos han asegurado que se actuará pronto para asegurar el terreno y se acondicionarán las traseras de las viviendas que dan al conjunto histórico para una mejor integración del entorno”. El alcalde, de hecho, confirma que ya trabajan en el Ayuntamiento para adquirir las pocas parcelas de la zona que siguen siendo de titularidad privada. En el horizonte inmediato, la mejora de los restos cara a la XV Feria Medieval del Descubrimiento, a celebrar en marzo próximo, y más aún, su integración en la edición de 2016, cuando los avances serán más significativos.

“Creo que es un proyecto tan bonito, ambicioso y de tanta repercusión internacional que es necesario aunar fuerzas de las administraciones y abrir una vía de colaboración a empresas privadas para que se sumen también”, asegura el alcalde palermo, que ya ha anunciado que solicitará al Ministerio de Fomento una subvención con cargo al llamado 1,5% cultural.

“Cuando finalice el proyecto, merecerá la pena dirigirse a la Unesco. Entonces sí tendremos entidad suficiente para obtener la declaración de Patrimonio de la Humanidad”, reconoce Romero.

Campos trata ahora de centrar toda su atención en las excavaciones, dejando a un lado el teléfono, que no ha parado de sonar con llamadas de medios de comunicación de toda España y de ambos lados del Atlántico. “Hasta la revista más prestigiosa del mundo en esta disciplina, Current World Archaeology, dedicará al puerto de Palos un amplio reportaje”, anota orgulloso el catedrático por el impacto mediático alcanzado.

Queda por delante un otoño, un invierno y una primavera apasionantes, en las que se combinarán las excavaciones con el trabajo de laboratorio y la redacción de unas conclusiones que se aguardan con expectación. Mejor que la emoción actual es lo que queda por llegar.

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