UNIVERSIDAD DE MÁLAGA

Los guardianes del alma del Mgoun

  • El grupo EAM Coopera surgido en la Escuela de Arquitectura abordará en Semana Santa con dinero de su bolsillo la tercera fase de un proyecto de cooperación dirigido a preservar la riqueza patrimonial y cultural del valle del Mgoun, en el Alto Atlas marroquí · El equipo trabaja desde 2011 con financiación pública y personal en el estudio de esta zona con el propósito también de extraer las "lógicas locales" aplicables a la sociedad global.

El tiempo empieza a moverse en el valle del Mgoun, en el Alto Atlas marroquí. El aislamiento geográfico y cultural ha preservado un modo de vida de otros tiempos que gira en torno a la agricultura arañada a la roca gracias a un sistema propio de acequias, canales y bancales, casas de tapial y el amazigh como lengua casi única, en sutil convivencia con pastores nómadas.

El turismo de montaña (los trekking al pico Mgoun, de cerca de 4.000 metros de altitud, son muy populares entre los montañeros), sumado a las remesas que envían los emigrantes, la apertura de nuevas pistas y el asfaltado de algunos caminos que hacen accesibles lugares a los que antes únicamente se podía llegar con un mulo están provocando los primeros cambios en siglos.

La primera consecuencia ha sido la aparición de la desigualdad. La sociedad agrícola creada por esta población bereber de origen nómada al asentarse era fundamentalmente comunal porque las tierras se distribuían en función de las necesidades de cada unidad familiar. Sin embargo, las divisas que envían los emigrantes y el turismo incipiente han mejorado las rentas de algunas familias que sustituido viejas técnicas del tapial (utilizado por ejemplo en el amurallamiento de la alcazaba de Málaga) por el hormigón con el que construyen casas de varias plantas de fuerte impacto en la multitud de aldeas dispersas a lo largo de los 100 kilómetros de longitud del valle. Además, al aparecer ocupaciones más lucrativas, la agricultura generada en los márgenes del río empieza también a verse afectada.

Finalmente, las kasbahs o fortalezas usadas históricamente para proteger las cosechas de los asaltos de las tribus han perdido ahora su utilidad y empiezan a venirse abajo porque ya nadie se ocupa del mantenimiento de sus muros de tierra compactada. Procesos similares han dilapidado gran parte de la riqueza patrimonial de zonas como la popular ruta de las Kasbahs a lo largo del río Draa.

El grupo EAM Coopera, el primero que ha surgido en la Escuela de Arquitectura de Málaga orientado hacia la cooperación internacional, inició hace dos años y medio en el valle del Mgoun el proyecto Paisaje y Patrimonio en el Alto Atlas que comprende la catalogación del patrimonio y la elaboración de estudios urbanísticos, paisajísticos y sociales de una de las zonas que mejor ha conservado sus cualidades antropológicas y naturales.

El equipo comenzó el proyecto con financiación de la Universidad de Málaga y de la Agencia Andaluza de Cooperación, si bien en el segundo año logró el respaldo económico de la Agencia Española de Cooperación Internacional y del Desarrollo (Aecid), al tiempo que la iniciativa se ampliaba a las universidades de Granada y Valencia, la Escuela nacional de Arquitectura de Rabat y el Ministerio de Cultura de Marruecos, siempre bajo la dirección del arquitecto y profesor de la Universidad de Málaga José Manuel López Osorio.

La financiación pública ha sufragado el 50% de los gastos derivados de este proyecto. En el segundo año la Aecid le facilitó 17.000 euros para sufragar los gastos derivados de lo que se denomina una acción preparatoria, o sea trabajos previos a la ejecución del proyecto. La otra mitad del presupuesto la han proporcionado de su bolsillo los propios cooperantes. “Cuanto más grande es el grupo, mayor oportunidad hay para compartir conocimientos”, subraya José Manuel López Osorio quien se ha empeñado en que esta experiencia sea “bidireccional” en el sentido de que la universidad “no va a solo a hacer algo, a desarrollar un proyecto, sino que es una relación en ambos sentidos, en el que también nosotros nos formamos y sensibilizamos” durante los talleres que se han realizado en 2011 y 2012 en el valle del Mgoun.

El punto de partida del proyecto reside en que las “lógicas locales” tienen respuestas aplicables a la sociedad global. “Hemos dado la espalda a las formas tradicionales, que no son antiguas, sino de sentido común”, apunta José Manuel López Osorio. El delicado equilibrio alcanzado por ejemplo en Mgoun es, por tanto, el punto de partida para proponer un modelo de desarrollo sostenible en el que convivan nuevas actividades económicas como el turismo o las cooperativas de mujeres que trabajan la artesanía y que también han empezado a emerger, sin necesidad de dilapidar la riqueza y el conocimiento acumulado a lo largo de la historia.

El aprendizaje bidireccional está cumpliendo su función también con la labor de divulgación que realiza el grupo a través de la exposición Cinco miradas cruzadas en el valle del Mgoun. El grupo se ha valido de cinco personajes ficticios construidos sobre la realidad hallada en esta zona marroquí para retratar el valle, su cultura, su paisaje y su paisanaje. Los protagonistas son una niña nómada (Samira), la trabajadora de una cooperativa (Zhara), un maestro de la técnica del tapial (Karim Maalen), un emprendedor que ha estudiado fuera y quiere montar un establecimiento turístico (Ibrahim) y una turista francesa (Marie).

El universo de cada uno de estos personajes y sus historias entrelazadas se pueden conocer a través de las fotografías y documentos audiovisuales que se exponen sobre cajas de frutas en un intento también por mantener la sostenibilidad hasta el último momento. La exposición, que se puede visitar hasta el 20 de enero en la Facultad de Comercio y Estudios Sociales de Málaga, también incluye “el paisaje sonoro del Mgoun”, apunta el estudiante de Arquitectura Juan Mateos. “El sonido es un valor patrimonial de interés. En este caso se trata de los sonidos que produce el azadón al abrir una acequia, el paso del agua, la llamada a la oración o el canto de los pájaros”.

El último flanco que también cubre la iniciativa del grupo de cooperación de la Escuela de Arquitectura de Málaga es la investigación . “Intentamos introducir al alumnado en la producción científica y la investigación con una perspectiva horizontal”, aclara López Osorio y los primeros resultados ya se han conseguido resultados. En la edición de 2012 del congreso internacional para la conservación de arquitectura de tierra (Restapia) celebrado en 2012 en Valencia, los estudiantes Laura Díaz, María Antonia García y Daniel Natoli recibieron el premio a la mejor comunicación científica, mientras que el profesor López Osorio junto a los alumnos Alberto Montiel y Úrsula Martín una mención de honor.

La quiebra de la financiación destinada a cooperación internacional (el presupuesto de la Aecid ha pasado de 902 millones en 2011 a 266 millones en 2013) perjudica la iniciativa de la Escuela de Arquitectura de Málaga pero no hasta el punto de detenerla. El equipo tiene previsto volver a Mgoun en la Semana Santa de 2014 con financiación personal para poner en marcha lo que quieren que sea la tercera fase del proyecto: un taller de construcción de la kasbah del guardián del agua, el edificio que ocupaba el encargado de vigilar los turnos de riego en el valle, con el fin de evitarle la ruina convirtiéndolo, siguiendo las técnicas de la arquitectura local, en un centro de visitantes y alojamiento.

La tercera fase del proyecto también incluye un estudio sobre el papel de los pastores nómadas del Alto Atlas. Se trata de grupos familiares que se desplazan al completo con sus campamentos y rebaños de cabras, ovejas y camellos por las zonas más montañosas. Juan Mateos, que el año pasado tuvo un primer contacto con estas tribus, recuerda la milimétrica organización de los grupos para no disputarse entre sí los pastos, convivir con los agricultores y cambiar cada 15 días de emplazamiento para que los pastos puedan recuperarse. 

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