INTERVENCIÓN CON ANIMALES

"Los perros son muy sociales: quizás incluso más que algunos humanos"

  • Entrevistamos a David Ordóñez, coordinador del Máster Oficial en Intervención asistida con animales de la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA).

David Ordóñez, junto a su perra Dune.

David Ordóñez, junto a su perra Dune.

David Ordóñez es Ingeniero Técnico en Topografía. Sin embargo, la vida le fue dirigiendo hacia otro camino. Estudió el Máster en Terapia asistida con perros de la Universidad de Sevilla y creó la empresa Perruneando, entidad que trabaja, junto a su perra Dune, en intervenciones asistidas con animales en una gran diversidad de espacios. Ahora es también, junto a Rafael Martos, coordinador del Máster Oficial en Intervención asistida con animales de la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA).

¿Cómo llega un Ingeniero Técnico en Topografía al campo de la intervención asistida con animales?

Fue un proceso de reciclaje laboral. Tras licenciarme, hice un curso de adiestramiento canino y por ahí empecé. Había un Máster no oficial en la Universidad de Sevilla sobre el tema, así que también me fui para allá. Primero estuve como alumno y al año siguiente estuve como profesor de prácticas y, poco a poco, empecé a desarrollar mi carrera por ahí. Entre 2010 y 2012 hice toda la formación y desde entonces trabajo en esto. Rafael Martos, profesor de la Universidad de Jaén, supo de mi actividad en el campo del adiestramiento. Ellos tenían una asignatura dentro del Grado de Psicología de adiestramiento animal y me llamaron para dar unas clases. Así conoció el tema de intervención asistida y para el verano de 2013 hicimos una propuesta de Curso de Verano en la UNIA. Se hizo en el Campus de Baeza, tuvo 80 participantes y funcionó muy bien, así que la propia UNIA nos pidió hacer un curso más extenso de formación permanente. Y durante 2014 y 2015 lo hicimos, tenía 11 créditos. Poco a poco se fue pensando en la puesta en marcha de un Máster Oficial, el primero que se haría en España de estas características, porque el resto de algunas universidades eran Títulos Propios. Nos embarcamos en el proyecto, superamos todos los trámites y se aprobó en el curso 2015/2016, cuando se hizo la primera edición del Máster en Intervención Asistida en Animales.

¿Hay demanda por parte del alumnado?

En la primera edición tuvimos 28 estudiantes y este curso tenemos 36.

¿Qué perfil tienen?

Al igual que el sector, cuyos ámbitos son muy heterogéneos, el alumnado es un reflejo de esa realidad laboral. Los ámbitos de psicología y educación son mayoritarios, pero también hay trabajadores sociales, enfermeros y médicos, terapeutas ocupacionales... También hay una periodista o una ingeniera química: personas que se han formado en un campo pero llegan aquí más por la parte del animal, como yo hice.

¿Qué se aprende en el Máster?

Realmente la formación que reciben les permite convertirse en expertos. En personas que son capaces de poner en relación unos objetivos (ya sean terapéuticos, educativos...) con unas necesidades a través del animal. También que sean capaces de gestionar su asociación o empresa. Además se forma en cuestiones de bienestar animal, en las necesidades que tienen los animales, cómo cubrirlas...

¿Hay muchas salidas laborales? ¿El sector es grande?

La verdad que el sector es pequeño. En Jaén estamos siendo pioneros con muchas cuestiones, pero aún así el sector es pequeño con sólo una o dos empresas. Y en España hay poco más de un centenar y en Andalucía hay muy poquitas. Creo que el mayor reto es que haya un conocimiento más extendido de la intervención asistida con animales. Yo tengo la experiencia de que, a cada centro que vamos, cuando tienen posibilidades económicas, repiten. Y en ese sentido la existencia de este Máster ha abierto puertas. Además, a los estudiantes el hecho de haber superado un Máster oficial les abre las puertas al mercado laboral. Ya no es alguien que tiene un perro y que ha hecho un curso, sino que es una persona formada en la UNIA y la Universidad de Jaén, seria y profesional en el campo de la intervención asistida con animales.

Perros durante una intervención asistida. Perros durante una intervención asistida.

Perros durante una intervención asistida.

¿Qué es la intervención asistida con animales?

El término que se usaba hasta hace poco era terapia asistida, pero actualmente se conoce más como intervención asistida, porque es un paraguas que está por encima. Debajo estarían la terapia asistida, la educación asistida y las actividades asistidas. La primera englobaría la introducción del animal en un contexto terapéutico: psicología, fisioterapia, terapia ocupacional...  La segunda sería más centrada en el ámbito educacional formal o no formal, es decir, en colegios, institutos o universidades, o educadores sociales, de calle e incluso se podría hablar del campo del trabajo social, aunque en este caso hay cierto debate en el sector. Por último, las actividades se han considerado aquellas en las que no media un terapeuta o un educador. Pueden ser lúdicas, de sensibilización; por ejemplo, una charla sobre maltrato animal donde también interviene un animal como motivador o llevar un animal a una residencia de mayores simplemente con fines lúdicos y sin objetivos terapéuticos.

Es decir, que el campo es muy amplio...

Sí, de hecho, es un sector bastante desconocido. Muchas veces la gente se sorprende de lo que podemos hacer. Nosotros trabajamos mucho en colegios: tanto aulas convencionales como de educación especial o específicas. Por ejemplo, llevamos a un perro que ayuda a aprender a sumar o restar: si le decimos uno se sienta, dos da una vuelta... Tiene habilidades sociales relacionadas con números y es un motivador para los niños y niñas a aprender. Pero se puede trabajar en también en campos como la psicología, fisioterapia, la rehabilitación que realizan los terapeutas ocupacionales, discapacidad física o intelectual... Todos los ámbitos que sean susceptibles de tener una terapia convencional, también lo son de tener una terapia asistida. El animal es un motivador, es la forma de poder conseguir que una persona se motive o no se sienta reacia a un tratamiento. Cuando alguien ve una bata blanca tiene ciertos miedos, pero el perro te permite entrar de una manera tangencial al tratamiento. Es lo que se denomina alianza terapéutica: se ha demostrado que trabajar una terapia con un animal hace que el feeling que se genere con el terapeuta sea mayor. Y hay estudios que evidencian que si esa conexión es buena, el paciente tiene más posibilidades de recuperación.

Es decir, que la motivación es básica.

Se dice que el perro es un lubricante social. Si dos personas se encuentran en un parque y cada uno tiene un parque, se termina hablando e incluso se charla sobre dónde vive cada uno, pero si te encuentras a alguien que no conoces, no se te ocurre preguntarle dónde vive. Las relaciones mediadas por animales son diferentes. De hecho, en Francia utilizan el término de Mediación Animal, el animal media para conseguir diferentes objetivos y me parece muy acertado. Va todo por lo motivacional: cuando llevas un perro al aula, el alumnado está encantado. Es una actividad que rompe el día a día, les motiva mucho... De hecho, estas intervenciones son más efectivas cuando son ambulatorias, cuando el perro visita un centro o una persona va a un centro de equinoterapia, por ejemplo. Pero si un perro vive en una residencia de mayores, se pierde el factor sorpresa, la motivación se pierde. Y ya no es tan efectivo.

¿Por qué siempre se habla de perros y caballos? ¿No se interviene con otros animales?

Son varias las razones. En principio, si nos ceñimos a una cuestión puramente técnica, con estos animales hay más evidencias científicas. Hay estudios que avalan que si introducimos a un animal con alguna persona con trastorno, quizás podamos mejorar ciertos aspectos de la comunicación social, pero son estudios que existen con perros o caballos, y no existen con otros como gatos o papagayos, por decir dos.

¿Estos animales también podrían mediar y tener buenos resultados?

Posiblemente, pero no hay estudios. En algunos casos también se tienen en cuenta cuestiones éticas, como animales salvajes o en cautividad. Desde el Máster entendemos que un animal que no elige estar en un zoo, un animalario o un acuario, no debe intervenir en estas labores. Además, otro factor es que los perros son muy sociales: quizás incluso más que algunos humanos. Otras especies como los delfines también son sociales, pero establecer algún tipo de terapia con ellos, que ya existe, tiene algunas connotaciones más éticas relacionadas con el cautiverio, con la ausencia de evidencias científicas, la peligrosidad del animal por su tamaño... También hay otros factores como la aceptación social: un perro es fácil introducirlo en cualquier sitio, una rata... no tanto y eso que puede obtener también buenos resultados.

Los animales pasan un adiestramiento previo, ¿no?

Los perros de intervención tienen que cumplir una serie de requisitos. El único eliminatorio es que tenga algún tipo de tendencia a la agresividad con la persona. Está claro que son animales y un perro puede morder o un caballo tirar a alguien o dar una coz, pero nosotros intentamos que los animales que forman parte de estas intervenciones tengan este riesgo minimizado. Primero por el bienestar de las personas con las que se está interviniendo y, segundo, por el propio bienestar del animal: cuanto mayor sea su receptividad para intervenir con personas, más fácil y agradable le va a resultar la labor. Es una cuestión de bienestar en ambas direcciones.

¿Nos da algún ejemplo de resultados obtenidos con intervención de animales?

Hay muchos... Nosotros hemos trabajado en una residencia de personas gravemente afectadas, en Jaén, donde había una persona con 50 o 60 años y edad mental de tres o cuatro años. La psicóloga del centro nos dijo que esta persona no tenía lenguaje, que no hablaba; y cuando acabó el programa, el hombre sabía decir hola, adiós, Dune, pelota, buenos días, peinar, gracias... Llevaba buena parte de su vida institucionalizado y no había desarrollado lenguaje, pero con la motivación del perro sí que lo logro y fue una estupenda noticias para todos.

¿Las instituciones saben del buen trabajo que se puede hacer con la intervención animal?

Yo, cuando voy a contar un proyecto de este tipo, lo primero que hago es pedir una reunión. Creo que enviar información por correo electrónico o alguna otra manera no sirve de mucho y lo único que hace es que se generen muchísimas dudas. ¿Cómo va a entrar el perro aquí? ¿Cómo se hace? Nadie se hace una idea de cómo se lleva a cabo. Pero también es cierto que cuando lo explicas bien, todo el mundo se sorprende con las posibilidades de la intervención con un animal, todas muy fáciles de implementar. Siempre tengo la sensación de que somos la eterna novedad. Yo llevo seis años trabajando en esto y siempre hablan de la intervención animal como una actividad novedosa, como algo nuevo... Cuando cada vez lo es menos. Aunque sí es cierto que creo que las posibilidades de la intervención son muchas, que si se hace bien, se debería extender mucho más.

¿Se consiguen logros en ese sentido?

Sí, alguno hay. Nosotros estamos especialmente contentos con el Ayuntamiento de Mengíbar, una localidad de Jaén, que ha hecho una apuesta integral por la intervención animal en colegios, centros de terapia ocupacional, centros de adultos... Es algo muy raro encontrarlo y me parece súper interesante.

 

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