Curso 2014/ 2015

8.000 estudiantes tiran la toalla

  • Las universidades pierden el 3,3% de su alumnado sobre todo a partir de segundo curso · ¿Por qué? El endurecimiento de las condiciones para acceder a las becas y las dificultades económicas de las familias figuran entre las razones que se barajan, a falta aún de que se cierre el periodo de matriculación · La crisis económica alentó durante tres cursos consecutivos la llegada de estudiantes · La mitad dejan ahora las aulas.

La universidad pierde este curso cerca de la mitad de los estudiantes que ganó en los primeros años de la crisis académica. El año académico arranca en Andalucía con 227.000 estudiantes, 8.000 menos que el pasado (3,3%), según los datos provisionales que maneja la Junta.

Las adversidades económicas tuvieron como consecuencia reactivar el interés por los estudios superiores durante los tres primeros años de la crisis. El número de estudiantes en las universidades creció por primera vez en 2008 después de ocho años. Ese curso llegaron a las aulas 9.830 estudiantes más (4,4%) hasta alcanzar los 231.500 alumnos. Esta cifra se mantuvo el año siguiente y en 2010/2011 experimentó otro significativo repunte, con 236.712 universitarios, es decir, 7.113 más (3,1%).

En conjunto, entre 2008 y 2011 las universidades andaluzas ganaron 16.943 estudiantes. Parecía que, definitivamente, las dificultades del mercado laboral animaban al estudio, después de una década en la que las facilidades para hallar empleos poco cualificados y bien remunerados, sobre todo en la construcción, jugó en contra. Sin embargo este ritmo se detuvo repentinamente en 2012. Durante los dos últimos cursos el número global de matrículas ha sufrido ligeros descensos (1.838 alumnos menos en 2012 y 1.669 en 2013). Sin embargo, el retroceso más notable se ha producido ahora, al desaparecer de las universidades 7.949 alumnos.

El panorama, no obstante, no es exclusivo de Andalucía. El verano pasado el Instituto Nacional de Estadística dio cuenta de cómo el conjunto de las universidades españolas habían perdido más de 45.000 estudiantes en solo dos años, descenso que el Ministerio de Educación atribuyó a la evolución de la población comprendida entre los 18 y 24 años.

La población joven, efectivamente, ha descendido en el último año. Las proyecciones demográficas delInstituto Nacional de Estadística reflejan que Andalucía cuenta en 2014 con 564.424 personas de entre 18 y 23 años, prácticamente un 2,6% menos que el año pasado. Todos los pronósticos, además, sugieren que este asunto únicamente irá a peor a medio plazo. Para 2020 se espera que la población andaluza en este segmento de edad haya retrocedido un 6,4%, hasta los 527.894 habitantes.

Sin embargo, este argumento no parece suficiente para explicar en solitario la reciente pérdida de alumnos. Es más, el secretario general de la Universidad de Málaga, Miguel Porras, incluso lo pone en duda. “El efecto de la demografía solo se nota en la llegada de estudiantes a primero y la cifra de estudiantes de nuevo ingreso este año es prácticamente idéntica a la del curso pasado”, subraya.

Alejandro Ortiz, coordinador general de Estudiantes de la Universidad de Granada, está convencido de que detrás de este fenómeno figuran en primer lugar la actual política de becas, seguida del coste de la matrícula a partir de la tercera convocatoria y las normas de permanencia en la universidad.

De hecho, el descenso más notable de alumnos se produce precisamente un año después de que se restringiera el sistema de ayudas al estudio. “El umbral para acceder a las becas y los requisitos académicos son tan estrictos que se ha quedado más gente que siempre sin beca”, argumenta. “Muchas familias no pueden costear los estudios sin esas ayudas y la única salida que encuentran es abandonar”, concluye Alejandro Ortiz.

A falta aún de que termine el periodo de matriculación, Miguel Porras acepta que este año será difícil alcanzar la cifra de matrículas del curso anterior, si bien cree que aún es pronto para establecer la causa. No ve claro que la evolución del alumnado sea efecto directo de la actual política de becas. El endurecimiento de las condiciones para acceder a las ayudas son la causa directa de que el año pasado abandonaran los estudios en Málaga 400 universitarios “una cifra importante”, admite el secretario general de esta universidad, pero aún así inferior a la que se temía. Si se tiene en cuenta la cifra de matrículas que se anularon en Málaga después de que el Ministerio denegara la beca, no parece probable que ese sea el argumento que ha provocado la caída del número de alumnos.

Alejandro Ortiz, desde la Delegación de Alumnos de la Universidad de Granada, también señala con el dedo el coste de los estudios. Aunque las tasas académicas del grado se mantienen y ni siquiera se han actualizado conforme al IPC, el precio a partir de la tercera matrícula sí es caro. De hecho, pasan de los poco más de 12 euros de cualquier crédito en primera matrícula hasta los 75 que cuesta en quinta convocatoria en una carrera técnica. Es decir, la primera matrícula de una asignatura apenas alcanza los 145 euros, pero el coste en quinta se dispara hasta los 900 euros en una ingeniería. “Ese encarecimiento sí puede contribuir al abandono de los estudios”, subraya Miguel Porras.

Las normas de permanencia que se crearon al implantarse los grados también son a juicio de Alejandro Ortiz un elemento a tener en cuenta. La Universidad de Granada, por ejemplo, las aplica al suspender seis veces una asignatura. “Puede haber materias que se atraviesen. Este factor también contribuye a la pérdida de estudiantes”.

Al margen de la evolución de los alumnos, el secretario general de la Universidad de Málaga llama la atención sobre el progresivo descenso del número de créditos en los que se matriculan los alumnos, hecho que desde su punto de vista se explica fundamentalmente por el impacto de la crisis en la economía de las familias.

Las universidades han flexibilizado las condiciones del estudio, de modo que el alumno potencial pueda hallar la fórmula más conveniente para sus circunstancias personales. En Málaga, por ejemplo, se rebajó a 48 el número mínimo de créditos por curso en los que un alumno debe matricularse por curso. En la Universidad de Sevilla se fijó en una resolución rectoral de 2012 en 30 y en Granada asciende a 42 créditos. Además, todas las universidades ofrecen la posibilidad de matrícula a tiempo parcial.

Todas estas alternativas sumadas a las dificultades económicas de las familias y a los requisitos para acceder a los estudios sí han provocado una progresiva reducción del número global de créditos en los que se matriculan los estudiantes, en opinión del secretario general de la Universidad de Málaga, lo que, a su vez, tiene un impacto directo en la economía de las universidades, porque reciben transferencias en función del número global de créditos en los que están matriculados sus estudiantes. 

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