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Cinco perfiles de la ciencia básica a la innovación

Vista del campus Esslingen, uno de los ejemplos de universidad de ciencias aplicadas.

El sistema universitario en el estado federado de Baden-Württemberg compuesto por 70 universidades se ramifica en cinco modelos: hay nueve universidades investigadoras, 22 de ciencias aplicadas, seis pedagógicas, 11 de artes y música y una dual, además de 20 privadas que únicamente congregan al 5% del alumnado.

Salvo las universidades dedicadas a la formación de docentes y las artísticas, no existe especialización por títulos, sino que es la relación con la ciencia y la innovación la que define cada modelo. Las universidades investigadoras, que aglutinan al 51% de los 358.000 estudiantes del länder, están más orientadas a la investigación básica. Entre ellas se encuentran centros poderosos como la Universidad de Heidelberg fundada en 1386, con 10 premios Nobel en su trayectoria, la posición 49 en el ranking de Shanghai, 31.535 alumnos y un presupuesto de 630 millones de euros. Su plantilla la componen 5.510 personas, de los que 5.510 son catedráticos. Es decir, se trata de un centro de una dimensión similar a la Universidad de Málaga pero con la particularidad de que triplica su presupuesto y dobla la cifra de personal.

El Karslruhe Institute of Technology también forma parte de esta división de honor. Con 24.000 alumnos, 9.400 empleados (6.000 de ellos docentes o investigadores), de los que 360 son catedráticos y 941 son de origen extranjero, disfruta de un presupuesto de 802 millones de euros (250 proceden del Gobierno Federal, 213 del regional y 339 los obtienen en convocatorias competitivas). Es decir, tiene casi los mismos alumnos que la Universidad de Cádiz, pero su presupuesto es casi ocho veces mayor. El grupo de universidades de alto niel científico se completa con las de Friburgo, Hohenheim, Konstanz, Mannheim, Stuttgart, Tübingen y Ulm.

Estas instituciones tienen además a su alcance la denominada iniciativa de excelencia, una línea similar a la de los campus de excelencia que se articuló en España en 2008 con el objetivo de favorecer que un pequeño grupo de universidades alcanzaran posiciones destacas en el escenario internacional pero que se dejó morir tres años después. El programa alemán contempla para el periodo 2012/2017 un presupuesto de 4.600 millones de euros, al margen de un presupuesto anual del estado federado de 3.854 euros anual en la actualidad.

Las universidades de ciencias aplicadas que proporcionan el 60% de los ingenieros y el 50% de los graduados en economía y dirección de empresas operan tanto en el área de la tecnología, como en el campo de la informática, el diseño, las ciencias sociales o los negocios. Proporcionan una formación eminentemente práctica, alta vocación innovadora (tienen cierto parecido con lo que en su momento eran las escuelas politécnicas) y una conexión profunda con el tejido productivo. Tanto es así que sus catedráticos, por ley, deben haber trabajado al menos cinco años en la empresa privada y sus estudiantes están obligados a realizar un semestre de prácticas pagadas.

Finalmente, esta es la única región alemana que ha llevado hasta los estudios superiores el famoso modelo de formación dual que involucra tanto al sistema educativo público como a las empresas. Frente al modelo clásico, son las empresas las que seleccionan los alumnos y los envían a las aulas de la Baden-Württemberg Cooperative State University. Los grados, eminentemente prácticos, organizados en grupos de 35 personas, se prolongan 12 trimestres. A cada trimestre de formación teórica en la universidad le sigue otro de trabajo remunerado (con sueldos de entre 750 y 1.200 euros mensuales). Al terminar los estudios, los alumnos están seis meses a prueba en la empresa. “El 80% se quedan”, según Joachim Weber, presidente de la institución.

La universidad tiene acuerdos con 2.000 empresas. Entre ellas figuran grandes compañías internacionales, muchas multinacionales no alemanas, pero el 80% son pequeñas y medianas. La oferta académica es el resultado tanto de la demanda social, como de las propuestas de las propias empresas. Tiene en la actualidad 33.000 alumnos. Algunas de sus plazas tienen una demanda disparatada. El caso más significativo son los alumnos del grupo Porshe: para cada plaza se contabilizan 800 solicitudes.

Este modelo universitario desvela la estrecha conexión entre las universidades y las empresas, una relación que se da en todos los perfiles universitarios pero que, pese a formar parte de la genética alemana, su regulación no está en manos del gobierno federal, sino de las regiones, porque frente al complicado encaje tejido con competencias autonómicas y estatales que existe en España, la política educativa alemana está total y absolutamente descentralizada. Cada länder marca sus propias pautas y dispone de sus propios presupuestos. “Nosotros no tenemos que ir a Berlín a nada”, subrayaba en diciembre durante un encuentro con periodistas europeos el director de la oficina internacional de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Karlsruhe, Joachim Lembach.

 

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