LA GASTRONOMÍA DEL FUTURO

Tomate y aceite: aliados perfectos contra el cáncer de colon

  • Investigadores de la Universidad de Almería corroboran que la acción conjunta de ambos alimentos potencia la capacidad anticancerígena que tienen por separado · La rúcula y los canónigos también tienen propiedades contra esta enfermedad.

A partir de ahora, el tomate le sabrá aún mejor. Investigadores de la Universidad de Almería (UAL) han comprobado que es un gran agente en la lucha contra el cáncer de colón. Entre las diferentes hortalizas estudiadas por el equipo que dirige el catedrático José Luis Guil, el tomate ha sido la que mejores resultados ha dado. Aunque el trabajo del investigador ha ido más allá: también se ha comprobado que el tomate forma un gran equipo con el aceite de oliva. Así, si cada uno por separado es activo frente al crecimiento o incluso tóxico para células cancerígenas, en conjunto lo hacen aún mejor. “Hemos comprobado que cuando el aceite y el tomate actúan juntos su actividad contra el cáncer de colón no suma, sino que se potencia”, explica José Luis Guil, catedrático de Tecnología de los Alimentos del departamento de Tecnología de Alimentos de la UAL.

Existen diversos estudios epidemiológicos científicos que avalan la existencia de una relación causal entre la inclusión de frutas y verduras en la dieta y una reducción en la incidencia de determinados tipos de cáncer, en particular -aunque no de manera exclusiva- del tracto gastrointestinal. “La actividad antitumoral de frutas y hortalizas parece residir en la presencia de un limitado número de compuestos fitoquímicos abundantes en alimentos de origen vegetal”, como destaca la investigadora Rebeca Ramos. Por ello, el equipo de José Luis Guil lleva varios años estudiando una amplia variedad de hortalizas para conocer su potencial anticancerígeno. “Estamos haciendo un intenso escrutinio para conocer cuáles son más efectivas para prevenir el desarrollo del cáncer de colon”, afirma Guil, que para ello ha estudiado qué componentes de estos alimentos pueden tener actividad citostática frente al cáncer (impidiendo su crecimiento) o cuáles pueden tener actividad citotóxica, es decir, que produce daños celulares. Para ello han realizado estudios en células HT-29, línea celular que se usa en los laboratorios para estudios in vitro.

Berenjena, calabacín, pimientos y otras hortalizas han sido estudiados. Sin embargo, y aunque en el ajo hubo algún resultado positivo, los exámenes han concluido que el tomate, la rúcula y el canónigo son los mejores agentes frente al cáncer de colón. “En los tomates, el componente activo es el licopeno, carotenoide que impide el desarrollo de este tipo de cáncer”, explica el investigador, que destaca que el tomate liso redondo es el que mayor éxito ha obtenido en las pruebas. “Hemos trabajado con tomates alargados, redondos, asurcados, cereza… Y el liso redondo ha sido el mejor”, asegura Guil, que destaca eso sí que no tiene por qué ser la única variedad beneficiosa. Además, en cada una de ellas, es importante el grado de maduración: cuanto más rojo es el tomate, más activo. “No hay que establecer afirmaciones categóricas todavía: por ejemplo, el tomate raf no es muy activo, pero quizás porque se consume verdoso. Quizás muy maduro sea tan activo como el de racimo. Aún falta mucho por investigar”, subraya el científico. Y más allá de la variedad, la importancia radica en conocer qué productos tradicionales están demostrando su capacidad para ayudar al mantenimiento de la salud humana.

De hecho, durante la investigación también examinaron el aceite de oliva que, por su alto contenido en ácido oleico, es también un producto decisivo para luchar contra el cáncer. Y lo más interesante es que se ha descubierto que cuando se consume junto al tomate, la acción de ambos llega a multiplicarse. “No es que sumen sus beneficios, sino que son capaces de potenciar su actividad anticancerígena”, añade el catedrático de la Universidad de Almería, que destaca que los beneficios son aún mayores si el tomate está homogeneizado o cocinado.

Gracias a los estudios de este grupo de investigación, se ha podido conocer que acciones tan cotidianas como desayunar pan tostado con aceite y tomate o tomar una ensalada de rúcula y canónigos con tomate y aceite de oliva son tan beneficiosas para la salud. “Son verduras y hortalizas que siempre han estado ahí, pero que poco a poco comenzamos a conocer mejor para entender sus posibilidades. Y siempre hay sorpresas positivas”, explica Guil, que destaca el potencial de la clásica dieta mediterránea. “Aceite de oliva, tomate, verduras… Son elementos básicos de esta dieta y cada vez hay más evidencias científicas de sus beneficios”, subraya el experto que, eso sí, echa en falta mayor cultura científica e interés por las investigaciones en el país. “Son estudios muy oportunos para ser difundidos porque así la sociedad se puede beneficiar de ello”, concluye el científico, que ha publicado algunos de sus resultados en revistas de alto impacto como Journal of the Science of Food and Agriculture, Plant Foods for Human Nutrition, Journal of Medicinal Foods y Nutrition and Cancer.

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