LA GASTRONOMÍA DEL FUTURO

Fresas genéticamente mejoradas

  • El científico David Posé dirige una investigación en la Universidad de Málaga para conocer en profundidad la maduración de este fruto · El principal objetivo es dar con los genes claves del proceso y tratar de conseguir fresas con mejor sabor, olor, aroma, aspecto o resistencia · Los alimentos transgénicos están prohibidos en Europa, por lo que el equipo trabaja en una línea destinada a eliminar cualquier rastro del transgen

El investigador malagueño David Posé, con un cultivo de fresas.

Andalucía cuenta con fresas de calidad. El clima permite el desarrollo de esta fruta y extiende su temporada desde finales de invierno a finales de primavera. Sin embargo aún cuenta con margen de mejora. Basta probar las frutas silvestres o las que se pueden cultivar en el norte de Europa, cuyo aroma, sabor o textura son totalmente diferentes. Por eso, conocer la genética de las fresas lo mejor posible es importante para mejorarlas. Es precisamente en lo que trabaja el malagueño David Posé, que lidera un equipo de cinco investigadores que estudia la maduración de la fresa. El objetivo es dar con los genes claves de dicho proceso, lo que permitirá conseguir frutas con mejor sabor, olor, aroma, aspecto, resistencia o rapidez en madurar. También mayor competitividad en los mercados.

Posé cuenta con 1,5 millones de euros del Consejo Europeo de Investigación (European Research Council) para investigar, en la Universidad de Málaga (UMA), qué proteínas son responsables de activar los genes relacionados con la maduración de las fresas. Para ello tiene un plazo de cinco años, del que ya se ha consumido el primero. En este tiempo, su equipo de investigadores ha identificado ya algunos genes candidatos a ser más importantes para la regulación de este proceso, así que están comenzando las primeras pruebas generando plantas para ver cómo se ven afectadas al modificar dichos genes. “Al modificar los niveles de estas proteínas estamos afectando la expresión de muchos genes. Entre ellos, esperamos observar cambios en genes implicados en la síntesis de compuestos importantes para el sabor y el aroma, como azúcares, sustancias volátiles, etc. Además se pueden ver afectadas otras características como la velocidad de maduración, los compuestos que intervienen en la dureza del fruto, su vida postcosecha, etc” asegura Posé. Uno de los modelos a seguir es el de las fresas silvestres, que puede servir como fuente de genes que, una vez transferidos a las cultivadas, puedan mejorarlas adquiriendo las mismas propiedades.

El equipo de investigación forma parte de un grupo mixto entre la Universidad de Málaga y el Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea (IHSM) La Mayora, perteneciente al Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Y el trabajo se realiza entre los laboratorios del departamento de Biología Molecular y Bioquímica la Facultad de Ciencias de la UMA, los invernaderos existentes en la ampliación del campus de Teatinos y en otros ubicados en Churriana. Lugares donde existen unas medidas seguridad extremas: los invernaderos cuentan con filtros que no dejan pasar ni el polen de las flores y cada herramienta que utiliza su equipo debe pasar un proceso para su absoluta limpieza. Las fresas son transgénicas y las condiciones deben ser controladas al máximo para que no haya ninguna interacción con el exterior.

Debido a la legislación Europea frente a los transgénicos, cualquier posible avance que se pueda obtener no podrá ser trasladado al mercado. Por ello, otra de las líneas de investigación que está llevando a cabo el equipo de Posé es un método de modificación genética que permite eliminar posteriormente cualquier rastro del transgen. “Lo importante es que, aunque lo que hacemos es ciencia básica, podrá tener muchas aplicaciones en el futuro”, subraya Posé, aunque aún ve a sus fresas muy lejos de la gastronomía. “Por ahora hay que llevar a cabo la investigación, generar plantas nuevas y ver cómo afecta el cambio de genes”, afirma el investigador. “La investigación es conocimiento, permite ir avanzando. Y, a partir de ahí, llegan sus aplicaciones”, concluye el investigador.

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