INVESTIGAR EN HUELVA

Adolescentes, inmigrantes y madres: dos veces vulnerables e invisibles

  • Investigadores del Departamento de Sociología y Trabajo Social subrayan la falta de reconocimiento de derechos de uno de los colectivos más olvidados de la sociedad · De los más de 47.000 niños de madres adolescentes nacidos entre 2000 y 2011, el 27% son hijos de menores procedentes de otros países.

El profesor de la Universidad de Huelva, Octavio Vázquez, durante la entrevista. / JOSUÉ CORREA

Las madres adolescentes inmigrantes constituyen uno de los colectivos más vulnerables y menos atendidos de la sociedad actual. Sin embargo, no han pasado desapercibidas para un grupo de investigadores de la Universidad de Huelva (UHU). Octavio Vázquez, Pablo Álvarez y Manuela Fernández-Borrero son docentes del Departamento de Sociología y Trabajo Social responsables del trabajo de investigación Derechos implícitos no reconocidos, leyes explícitamente inexistentes. La invisibilidad de las madres extranjeras adolescentes: un desafío para el trabajo social en España.

Vázquez intenta ver esa falta de visibilidad en que “la maternidad de las adolescentes se siente como un fracaso que además desafía los límites sociales”. Quizá esa ocultación pretenda evitar un efecto mimético. Tal es la situación que ningún tipo de legislación o normativa contempla la figura de la madre adolescente que casi por arte de magia, se convierte en persona adulta con todos sus derechos y responsabilidades. No nos encontramos ante una problemática social baladí. El trabajo argumenta que esa maternidad prematura “pone de manifiesto lo que se considera en la sociedad occidental como problema por sus efectos adversos a niveles educativos, de inserción laboral y posible monoparentalidad”.

Aunque comparte buena parte de las características, la maternidad prematura entre las adolescentes inmigrantes conlleva otras connotaciones. Inmersas en un ambiente de mayor vulnerabilidad social -bajos ingresos y bajo nivel formativo entre otras-, estas chicas están rodeadas en muchas ocasiones por valores culturales distintos como el latino en el que se mantienen con cierta fuerza conceptos como “ el familismo (familia como fuente de apoyo, pertenencia e identidad), marianismo (que enfatiza, como principal rol femenino, el de madre y esposa) y machismo (padre como proveedor de recursos para la familia).

Se estima, según datos oficiales que entre 2000 y 2011, tiempo en el que se centra el trabajo, nacieron en España 47.428 niños de madres adolescentes de los que nada menos que el 27% fueron de progenitoras extranjeras. No son cifras desdeñables y suponen un fenómeno que legislativamente se ha soslayado pero al que una sociedad debe dar respuesta.

El trabajo de los docentes de la UHU reconoce que el único organismo que ha tratado el tema es la Organización Mundial de la Salud. La OMS señala que en caso de que fallen todas las medidas preventivas que eviten una maternidad prematura, los países deben reconocer el derecho de las madres a un cuidado justo antes, durante y después del parto incluyendo la obligación de que las niñas vuelvan a la escuela y gocen de una justa inclusión social. Esta declaración de intenciones ha pasado prácticamente desapercibida en casi todos los países hasta el momento, recuerda el trabajo.

Ante esta situación de desamparo, los investigadores se plantean si la maternidad prematura llega a convertirse en un eslabón más de la exclusión social ya que una de sus consecuencias más habituales es el abandono del sistema educativo por parte de la madre. De este modo, plantean la siguiente pregunta: “¿Si están fuera del sistema educativo, indica ello que estas maternidades tienen lugar generalmente en población ya desfavorecida y excluida socialmente donde una maternidad adelantada no es sino un eslabón más en una cadena de exclusión social?” Lo que sí evidencia el trabajo es que el hecho de que estas chicas opten o no por el matrimonio no les exime de que en su inmensa mayoría acabe por dedicarse a las tareas del hogar y se lamenta de que no existan “mecanismos de control ni ayudas especiales para facilitar la continuidad de estas madres jóvenes en el sistema educativo”.

Este desolador panorama no es sino en buena medida, consecuencia de la situación legal descrita en el artículo 157 del Código Civil: “El menor no emancipado ejercerá la patria potestad sobre sus hijos con la asistencia de sus padres y, a falta de ambos, de su tutor; en caso de desacuerdo o imposibilidad, con la del juez”. Con este planteamiento, el trabajo de la UHU llega a la conclusión de que “estas implicaciones legales nos plantean la supeditación del estado civil/maternidad a derechos/obligaciones propias del desarrollo como personas”.

Pese a que una de las repercusiones más habituales de la maternidad adolescente es el abandono del sistema educativo, las madres de nacionalidades latinoamericanas prosiguen en él en mayor medida que las de otras nacionalidades e incluso que las españolas. La opción del matrimonio, seguida casi en exclusiva por las marroquíes, supone por otro lado “la aceptación de facto de los roles tradicionales que priorizan la vida privada en detrimento de la pública”. Connotaciones culturales influyen en mayor o menor medida: “Si en su imaginario cultural, ser madre a temprana edad no está del todo estigmatizado, podría ser que continuar con la vida cotidiana (seguir estudiando en este caso) sea parte de la normalidad”, en el caso por lo menos de las latinoamericanas.

El trabajo social aparece como uno de los pocos recursos al alcance de este colectivo, tanto el nacional como el de las inmigrantes. El grupo invoca una vez más a la OMS: “Las políticas deberían estar encaminadas a reducir el estigma social, ayudar a las madres a desarrollar un proyecto de vida libremente decidido y facilitar/mejorar el acceso a los padres para que formen parte del crecimiento de los hijos”.

El trabajo social como arma para cambiar la situación tiene sus ejemplos en Chile, con las visitas a domicilio “que tienen una repercusión positiva a corto plazo como estrategia de apoyo”. Aparte, los investigadores sugieren que “es una tarea del trabajador social, concienciar a los profesionales sanitarios de que el fenómeno en cuestión no debe pasarse por alto y no atender exclusivamente las demandas explícitas de las adolescentes, sino aprovechar el acercamiento al dispositivo de salud para poder ofrecer una atención integral que incluya la perspectiva bio-psico-social de la salud”. Y como principio básico que debe seguirse, los docentes de la UHU apuestan porque se les escuche más atentamente a las propias madres: “Quizás por la consideración legal de ser menores, no se les escucha todo lo que se debiera, por lo que las estrategias están todas pensadas desde una postura adultocentrista. Y la pregunta sería ¿hasta qué punto se han escuchado sus demandas?

 

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