INVESTIGAR EN MÁLAGA

Matemáticas al otro lado del grifo

  • Los expertos que dirige el catedrático Bartolomé Andreo abordan los primeros modelos conceptuales y matemáticos de las aguas subterráneas de origen kárstico, para determinar tanto el comportamiento actual como futuro en un escenario de cambio climático o sequía.

El director del Centro Hidrogeológico de la Universidad de Málaga, Bartolomé Andreo, en un laboratorio. / JAVIER ALBIÑANA

Los acuíferos kársticos suministran agua a una cuarta parte de la población mundial y a un tercio de la europea. Son esenciales para el abastecimiento de ciudades del calibre de Roma, Viena o Lisboa. En provincias del sur de España como Málaga constituyen el principal recurso de localidades del interior y, a través de los aportes que los ríos inyectan en los embalses, son una fuente también considerable para los populosos municipios costeros.

Sin embargo, nunca se ha definido el modelo conceptual de estos acuíferos y ni se han desarrollado modelos matemáticos que permitan determinar su comportamiento tanto actual como en escenarios nuevos derivados del cambio climático o de una modificación sustancial de las precipitaciones.

El Centro Hidrogeológico de la Universidad de Málaga (Cehiuma) ha asumido este desafío centífico. A través de un proyecto financiado con cargo al programa Retos del plan nacional de I+D de 2015, plantea elaborar los primeros modelos conceptuales que determinen cómo es un acuífero kárstico, de qué partes consta, cómo se infiltra el agua hasta su interior, las características de sus flujos y cómo llega hasta el manantial o el sondeo, entre otras características. El director de Cehiuma, el catedrático  Bartolomé Andreo, subraya que parten de la experiencia acumulada durante 25 años de investigación ininterrumpida en el ámbito de las aguas subterráneas carbonatadas, durante los que se han desarrollado en el equipo 12 tesis doctorales.

El segundo paso del proyecto consiste en desarrollar mecanismos y procedimientos de simulación matemática que aporten información esencial a los gestores que explotan los acuíferos. “Es importante conocer cuánto tarda en recuperarse el agua subterránea,  cuantificar los recursos que quedan tanto en el escenario actual como en un escenario futuro afectado por el cambio climático o simplemente de sequía para decidir si se puede mantener el ritmo de extracción o si es necesario reducirlo”.

El proyecto, coordinado por el Centro de Hidrogeología de Málaga, cuenta con la colaboración de expertos en modelización matemática de las universidades de Friburgo (Alemania) y de la Complutense de Madrid, además del Instituto Geológico y Minero de España.

Por otra parte, Andreo defiende que la gestión del agua, al menos en el sur de España, se realice siempre “como si estuviéramos en un momento de sequía, con mentalidad de ahorro” para preservar la calidad de los acuíferos más allá de las meras necesidades humanas, puesto que son esenciales para mantener los valores ambientales.

El equipo, por otra parte, aborda la recta final de un estudio encargado por los municipios que reciben suministro de los acuíferos de la Sierra de Mijas, en la provincia de Málaga, con el objetivo de conocer la situación actual de las aguas subterráneas y su horizonte. En este caso se ha contrastado que existe un déficit medio de unos cinco hectómetros cúbicos anuales, cantidad que fluctúa dependiendo de las precipitaciones. Los trabajos han permitido evaluar las reservas, estimadas en 95 hectómetros cúbicos en los 100 primeros metros de profundidad. La diferencia entre la entrada de agua al acuífero y el consumo de los 250.000 habitantes de su entorno se sostiene gracias a esas existencias. No obstante, el catedrático advierte que “no conviene aumentar la extracción y, en la medida de lo posible, buscar fuentes alternativas para reducir el consumo de este acuífero”.

En este sentido, propone que los cinco municipios (Mijas, Torremolinos, Benalmádena, Alhaurín el Grande y Alhaurín de la Torre) que total o parcialmente se abastecen de estas aguas, tengan mayor acceso al suministro de los embalses durante los periodos de menor demanda para mejorar las reservas y que se articulen sistemas de recarga artificial, de modo que se contenga el déficit. 

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