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Los cuatro puntos cardinales

  • Diada. Por caprichos del alfabeto, en cada uno de los cuatro cuadrantes del semicírculo de Plaza de España hay una provincia catalana con episodios nacionales en cerámica trianera

Dos jóvenes se fotografían ante el banco de Barcelona en la Plaza de España / BELÉN VARGAS

Dos jóvenes se fotografían ante el banco de Barcelona en la Plaza de España / BELÉN VARGAS

La quimera de república catalana se encuentra en la Plaza de España rodeada de reinos. Como los cuatro puntos cardinales, en cada uno de los cuatro cuadrantes del semicírculo mágico que diseñó Aníbal González hay una provincia catalana. El destino -o el alfabeto- apuesta por su españolidad. Sus vecinos también.

El banco de Barcelona, con cerámica trianera de la fábrica de Pedro Navia, ofrece la misma estampa del relieve de Antonio Susillo que preside uno de los patios del Museo de Bellas Artes: Cristóbal Colón con una embajada de indígenas recibido por los Reyes Católicos con el símbolo Tanto Monta. Isabel y Fernando, Monta Tanto, se bajan del banco de Barcelona para subirse al de Granada, pero no adelantemos acontecimientos.

Los Reyes Católicos se 'bajan' del banco de Barcelona para 'subir' al banco de Granada

Dos juramentos rodean al banco de Barcelona. En el de Baleares, el rey Jaime III de Mallorca jura los Privilegios y Franquicias, junto a un mapa insular en el que viene Manacor, la patria chica de Rafa Nadal, proclamado rey de Nueva York. En el banco de Burgos es el Cid Campeador el que toma juramento en la iglesia de Santa Gadea ante Alfonso VI de León de que no ha tomado parte en la muerte del hermano de éste, Sancho Fuerte de Castilla.

Rendición de Gerona, 1809. Este banco suena a Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós con música de Kiko Veneno, concebido en Marruecos y nacido en Figueras, la cuna de Salvador Dalí. Rendición entre dos conquistas correlativas, la de Cuenca en 1177 y la de Granada en 1492, con los Reyes Católicos que han cambiado a Colón por Boabdil en una estampa que recuerda el fotograma de la película de Alberto Lattuada en la que Faye Dunaway, con rodaje en Granada, encarnó a Isabel la Católica.

De Barcelona a Gerona, el camino que siguieron Antonio Machado y tantos exiliados, hay que pasar en la Plaza de España por el banco de Coruña, donde Carlos I de España está a punto de embarcar para Alemania, donde es Carlos V en los libros de historia y en el retrato de Tiziano. Por el parque de María Luisa pasea Rocío Carande, nieta del humanista Ramón Carande que publicó Carlos V y sus banqueros, acompañada de su bisnieta Julia y un estudiante de Heidelberg.

El banco de Lérida, con un dibujo de Enrique Orce, es tal vez el de contenido más catalanista. Se detiene en la prisión de don Carlos de Viana (1421-1461), uno de los primeros mecenas, objeto de un apoteósico recibimiento en Barcelona, donde se erigió en símbolo de los catalanes por enfrentarse a su padre, Juan II de Aragón. Un Edipo medieval. A Lérida le hacen un bocadillo dos proclamaciones, la del emperador Alfonso VII de Castilla en el banco de León en 1135 -con la Astorga tocada por la mano de Gaudí- y la de Fernando III en el de Logroño en 1217, tras la renuncia de su madre, doña Berenguela, que tiene calle en la Puerta Osario. De la renuncia se cumplen ocho siglos y faltaban tres décadas para que el nuevo rey reconquistara Sevilla.

La Tarraconense está en los dominios de la Bética. Una cerámica de la fábrica de Laffitte muestra una estampa de nobles y cálices en el banco presentado por un mapa en el que serpentea el Ebro que busca el delta. Río que une dos mares, el Cantábrico cerca de donde nace, Fontibre, cerca de Reinosa, y el Mediterráneo. La Bética romana le hace los honores en el banco precedente, el de Soria, con una estampa fechada en el año 133, últimos días de Numancia, alegoría de Enrique Orce. La referencia histórica más antigua junto a la derrota de Amílcar Barca en el banco de Alicante. En la Plaza de España siempre ganan los romanos, pierden los cartagineses, los árabes y los franceses. Enrique Orce también es el autor del paño del banco de Teruel, limítrofe con Tarragona en el mapa y en el alfabeto.

En las dos vueltas que le di a la Plaza de España, casi un centenar de paradas, aprendí mucho de Cataluña. Las dos barcelonesas, Marta Strohecker Parrarolas y Luisa Rovira Pellicer, vinieron a Sevilla por amor. Marta, presidenta del Casal de Catalunya, llegó un Domingo de Ramos y un Domingo de Ramos nació Laura. A María del Pilar Comelles, leridana de Balaguer, le cogió la Diada de 2001 en Brasil, donde nació su nieto, coincidiendo con la caída de las Torres Gemelas.

Arturo Duque, leridano de Tárrega, y Esteban Lamote, tarraconense de Tortosa, son yernos de Paco Cortijo, padres respectivos de Adriano y Trajano, nietos del pintor sevillano. Arturo, que vino a Sevilla para llenar de contenido el pabellón de la Navegación de la Expo, es hijo de guardia civil. En el cuartel de la Benemérita de Rosas (Gerona) nació Victoriano Caballero, que en plena Expo se licenció en Filología Inglesa. Gerardo Grau, pionero de la vacunación en Sevilla, nació en Alcanar, topónimo de los telediarios, que retrató como una mezcla de moriscos y terratenientes.

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