Entrevista a Juan José Asenjo, arzobispo de Sevilla

"La procesión del Corpus es desmesurada. Habría que repensarla"

  • El prelado, que afronta su novena cuaresma en Sevilla, asegura que su mensaje va calando en las hermandades. Se muestra muy crítico con la actitud de Europa con los refugiados.

Monseñor Asenjo.

Monseñor Asenjo. / Belén Vargas

Días después de asegurar que las cofradías no podían alterar la dinámica de la ciudad con una sobrecarga de actos de culto externo, el arzobispo de Sevilla, monseñor Asenjo, advierte que también observa cierta desmesura en las dimensiones del Corpus, resaltando que, sobre todo y ante todo, es una procesión eucarística. En su novena cuaresma en Sevilla, señala que en el futuro las cofradías tendrán que repensar la manera de afrontar la caridad para buscar obras de largo alcance y mayor calado. Insiste en darle a la visita turística de la Catedral una dimensión evangelizadora.

–¿Cómo vivirá el arzobispo la cuaresma?

–Hay dos dimensiones en la vida del arzobispo. Por una parte, está la vivencia personal de la cuaresma y de la Semana Santa. Como buen cristiano tengo la obligación de vivir estos días con intensidad desde el silencio, la reflexión, el desierto, la oración, la mortificación y la renovación de la fraternidad. Luego, está el plano institucional: tendré que cumplir con mi deber en la Catedral, con las hermandades... La cuaresma y la Semana Santa del arzobispo son periodos muy duros pero que procuro vivir con paz y alegría.

El pasado verano promulgó las nuevas Normas Diocesanas para Hermandades. ¿Cómo están funcionando?

–Fueron bien acogidas en líneas generales. Eran unas normas muy bien pensadas. No eran caprichosas. Eran racionales. Cumplían con la definición que se da de ley en el Derecho Canónico. No son ni arbitrarias ni caprichosas. Son lo que exige la naturaleza misma de estas instituciones.

–¿Está más satisfecho con las aportaciones de las hermandades al Fondo Común Diocesano?

–Veo que vamos mejorando. Tampoco es una obsesión del arzobispo. Es algo que se legisló en su momento, en tiempos del cardenal Amigo, y parece que es algo razonable. Pero yo no estoy todas las noches soñando con las aportaciones. Hay que alentar a las hermandades, que son Iglesia y obras de Iglesia, a que cumplan con su deber.

–En noviembre hubo un pleno para tratar una posible modificación del Vía Crucis Penitencial que se celebra el primer lunes de cuaresma. ¿Ve necesario un cambio de día o de formato?

–No tengo opinión. Es una cuestión técnica en la que no me tengo que meter. Es algo que deben decidir los hermanos mayores y el Consejo. Yo me acomodaría. A menos que acuerden algo estrafalario o irracional yo no debo intervenir.

–¿Son las cofradías reacias a los cambios?

–Son instituciones añejas, de siglos. Es lógico que les cueste adaptarse a las nuevas normativas, pero a mí me parece que es bastante razonable que traten de defender sus tradiciones, sus praxis, las costumbres venerables, pero yo no veo especiales resistencias. Puedo decir en general que estoy contento con las hermandades. Pienso que a mí me van entendiendo. Van entendiendo lo que yo he tratado de predicarles a lo largo de estos años. Ellos saben que cuentan con mi afecto, aprecio y gratitud.

–¿Cuál es la receta del arzobispo para combatir la gran cantidad de actos de culto externo de las cofradías?

–Igual que me opondría a cualquier norma civil que tratara de suprimir las manifestaciones del culto externo, me opongo de la misma forma a la desmesura. Creo que en esto, como en todo, tenemos que ser prudentes. Está muy bien que profesemos públicamente nuestra fe, que saquemos el Evangelio a la calle, pero hemos de hacerlo con prudencia, con mesura y no alterando excesivamente el ritmo y la dinámica de la ciudad. Es decir, sin molestar excesivamente. Ya hemos establecido normativas en este sentido para las salidas extraordinarias y también para los vía crucis. Creo que las normas que hemos dictado son prudentes y deben ser acogidas con un buen asentimiento por los cofrades. No tratamos de limitar sino de encauzar.

"Tenemos que aprovechar las posibilidades evangelizadoras que nos da el patrimonio cultural”

–¿Cómo vivió el caso del desfalco del mayordomo del Valle? ¿Le pareció bien la denuncia penal interpuesta por un grupo de hermanos?

–Lamento estas cosas. Precisamente por ello se ha creado este protectorado de fundaciones. Estos episodios no favorecen a nadie. Desacreditan a las hermandades, ya que nos pueden tomar por entidades poco serias, y también hacen daño a la Iglesia.

–¿Le preocupa la excesiva politización de las cofradías, sobre todo en los procesos electorales?

–Creo que las hermandades son apolíticas y que así se manifiestan. Sí me preocupa el hecho de que haya un cierto mimetismo, una imitación, de los procesos electorales civiles. Por eso muchas veces he repetido que el ideal es que sólo hubiera una candidatura porque cuando hay varias siempre quedan heridas, muchas veces difíciles de restañar. Yo en estos momentos creo que soy buen conocedor del mundo de las hermandades y soy consciente que en muchos casos hay estos problemas derivados de las elecciones.

–En la presentación del segundo informe sobre la caridad en las cofradías dijo que le gustaría que las hermandades le dieran una vuelta de tuerca a la caridad cuando la crisis mengüe. ¿A qué se refería?

–En estos momentos muchas hermandades están tratando de salir al paso de necesidades primarias, de pura subsistencia. Espero que con la superación de la crisis y la bajada del paro muchas de estas necesidades se vayan desvaneciendo. Pienso que en el futuro habría que tender a obras de mayor enjundia. Por ejemplo, lo que hemos hecho nosotros. Cáritas ayuda a los pobres en las necesidades más perentorias, pero no es el ideal. El ideal es ayudar a las personas con obras de largo alcance, como lo que estamos haciendo en Palmete en el centro de formación de jóvenes para insertarse en el mundo laboral. Por ahí creo que deben ir los tiros.

–Todos los años en las crónicas del Corpus se habla de que es una procesión demasiado larga, cansina y monótona. ¿Vislumbra algún cambio en su organización?

–Sí, sí. Al día siguiente de la procesión siempre hablo con los miembros del Cabildo para decirles que nos tenemos que sentar y ver cómo se puede reorganizar de otra forma. Luego, a lo mejor, las cosas quedan sólo en buenas intenciones. Ciertamente la procesión del Corpus es también desmesurada. Desde luego no voy a prohibir que se saquen los santos sevillanos, pero sí tengo que decir que yo no conocía eso. En los lugares en los que he servido a la Iglesia hasta ahora la procesión del Corpus es exclusivamente procesión del Corpus: el honor y la gloria es para el Santísimo Sacramento. Es la fiesta que se celebra. Sí quiero decir que, ante todo y sobre todo, ésta es una procesión eucarística y desde luego no puede tener esa desmesura, con tantas representaciones. La tendríamos que repensar.

–El año pasado le pidió a la Santa Sede un segundo obispo auxiliar. ¿Cuándo cree que llegará?

–No lo sé.

–En más de una ocasión ha señalado que le gustaría que la visita a la Catedral tuviera un marchamo evangelizador. ¿Se pondrá en marcha?

–Desde luego, sería lo ideal. En estos momentos en los que estamos embarcados en una nueva evangelización, tenemos que aprovechar las posibilidades evangelizadoras que nos brinda el patrimonio cultural. Yo tuve una experiencia en mis años de canónigo con una institución que se llamaba Ars et Fides. Universitarios que se brindaban a enseñar los bienes artísticos de la Iglesia con una tonalidad evangelizadora. Aquí podríamos hacer algo parecido.

–¿Le gustaría que la Catedral acogiera con más asiduidad exposiciones como la organizada por el Año de la Misericordia?

–Sí. Ahora estamos proyectando la exposición de Murillo que va a tener, como la de la Misericordia, una tonalidad evangelizadora. Tratará de soplar en los rescoldos de fe que pueda haber en alguno de los visitantes para ayudarles a descubrir a Jesucristo.

–Hace unas semanas ‘Diario de Sevilla’ publicó que el Cabildo estaba estudiando modificar el acceso turístico a la Catedral para que el Patio de los Naranjo fuera el gran recinto de acogida, por lo que sería de libre acceso. ¿Qué opina?

–No tengo opinión al respecto. Bendeciré lo que me diga el Cabildo. La Catedral está bien conservada, bien dirigida. Es un monumento complejo pero está en buenas manos.

–Cuando recibe visitas en Sevilla, ¿qué le recomienda visitar?

–La Catedral, el Alcázar, la iglesia del Salvador, la Magdalena, que es una auténtica maravilla, la Plaza d España. Y también un barrio de tanta belleza, costumbrismo y tradición como Santa Cruz.

–¿Qué le parece el presidente Trump?

–Puedo decir que rezo para que en nuestro mundo crezca la paz, la justicia, la libertad y el bien común de todos, sobre todo de los más pobres y abandonados. A los refugiados que tienen que salir de su casa en busca de pan y trabajo no tendríamos que ponerles vallas, sino más bien puentes.

–Ha sido muy crítico con la actitud de Europa ante los refugiados. Por contra, la Iglesia se está volcando.

–La Iglesia está haciendo lo que puede. Yo, en su momento, cuando la gran crisis, me apresuré a escribir una carta a los sacerdotes, pedí que se predicara de ese asunto, que se hiciera una colecta, y pedí la disponibilidad de cada sacerdote en sus parroquias para acoger inmigrantes. Tengo una carpeta con todos los ofrecimientos. Hablé con las autoridades y les dije que estábamos dispuestos a acoger a los inmigrantes que nos pudieran enviar. Tomaron nota, pero luego no he tenido ninguna demanda. Bien que lo siento. Europa está siendo cicatera y egoísta. Son pobres gentes que se juegan la vida. No podemos cerrar el corazón ante todas estas necesidades. Tenemos que ser acogedores.

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