Feria de Jerez

Los coches de caballos en Jerez

  • Los ingleses, irlandeses, escoceses y franceses que vinieron a nuestra ciudad al olor del buen vino trajeron su educación, sus cultura y sus costumbres, pero también sus mejores coches de caballos

Jerez fue siempre una ciudad muy principal; además, gracias al negocio del vino, tuvo una cultura adelantada y modas muy actuales. El coche de caballos no es ajeno a este devenir. Los ingleses, irlandeses, escoceses y franceses que vinieron a Jerez al olor del buen vino trajeron su educación, cultura y costumbres. Los coches de caballos vinieron con ellos.

Para muestra la carretela que se usó en la boda de SAR la Infanta Doña Elena de Borbón y Grecia en Sevilla, guiada por el auriga D. José Mata Aparicio y que se conserva en la Real Escuela del Arte Ecuestre, Museo de Enganches, perteneció a Don Juan Pedro Aladro Kastrioti, heredero de la corona de Albania, antepasado de la familia Domecq y que habitó en el palacio de los Domecq, en la Alameda Cristina. Este magnifico carruaje fue restaurado por Don Pedro Domecq de la Riva.

Informo a los que no lo saben que la gran mayoría de los coches de caballos que hay en el Museo de Enganches de Jerez pertenecieron a la Colección de Don Pedro Domecq de la Riva antes mencionado, salvados de marcharse de Jerez cuando fueron adquiridos por D. Alvaro Domecq Romero en su etapa de Director de esta institución.

Otra anécdota interesante es que en este museo hay un precioso breack de caza que importó de París el Conde Garvey, propietario y fundador del imperio bodeguero que fueron las Bodegas Garvey, que tienen el más importante archivo etnográfico e histórico del Jerez bodeguero. En él se conserva la factura de compra de este precioso carruaje. También en este museo hay unas guarniciones con la heráldica de los Garvey en oro que mandó hacer el Conde de Garvey para cuando vinieron SS MM Los Reyes Don Alfonso XIII y Doña Victoria Eugenia a coronar a la Virgen del Carmen en Jerez poco antes del estallido republicano que terminó con su exilio.

Recuerdo personajes a personajes castizos de Jerez en sus coches de caballos. Solemnes como la Señora Doña Petra de la Riva, duquesa en su magnifico landó  cuadrado; a Doña Conchele Pérez Lila, que con Diego, su cochero, iba todas las tardes en su duque con un caballo a su finca mas allá de lo que hoy es el Club Nazaret. A Don Jerónimo García Perea, que salía de su cochera en la Calle Sol con un tronco de caballos enganchados en un faetón a sus cortijos, los Prados, las Pavonas o Marittata. A su hijo Javier que era muy aficionado y guiaba muy bien. A los hermanos José y Fermín Bohórquez Gómez que también poseían muy buenos coches de caballos.

Otra gran familia bodeguera que poseyó espléndidas cuadras y soberbios caballos fue la familia Guerrero. Fueron famosos en el mundo entero los Hispano-Hackneys de esta casa ganadera en el mundo entero. En el bar del Casino Jerezano hay una fotografía de un semental llamado Botador que da fe a esta afirmación. Hubo en tiempo de D. Pedro Guerrero Castro en todas las casas reales del mundo tenían un enganche jerezano de hispano-hackneys de los Guerrero de Jerez.

Don Pedro Domecq Núñez de Villavicencio, Marqués de Casa Domecq y Domecq D'Usquain, tuvo también una espléndida colección de carruajes en las cocheras de casa palacio de Aladro. Con su precioso tilbury (coche de un caballo para paseo y viaje)  viajaba veloz a Viña el Majuelo,  donde le sorprendió la muerte a temprana edad de 44 años.

Las añejas dinastías aristocráticas de Jerez como los López de Carrizosa, Bertemati, Zuleta, etc. tenían como es lógico también sus coches de caballos para diario y para viajar. Además había señeras cuadras de coches de alquiler para viajar o para ir a los cortijos. Un mundo extenso y fantástico que daría para escribir un hermoso libro del gatopardo jerezano pero imposible para un artículo periodístico. 

En resumen, un glorioso pasado de una importante ciudad como Jerez de la Frontera. La pista de lo que fue el II Deposito de Sementales, antes Real Jockey Club de Jerez y perteneciente al Consistorio jerezano, hoy es testigo mudo de un pasado glorioso.

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