Feria de Los Barrios

El año de los cambios

  • El recinto gana metros, modifica la ubicación de los feriantes y se prohíbe fumar dentro de las casetas

¿Se ha quedado pequeño el recinto ferial? ¿Se pierde el espíritu de una feria de pueblo con la gestión de las casetas en manos de empresarios de la noche? ¿Ha sido una decisión acertada acortar la duración de los festejos? Preguntas como ésta son tema recurrente de conversación estos días entre los visitantes al recinto ferial. La Feria de San Isidro de 2011 ha sido, con diferencia, la feria de los cambios. Salvo el programa oficial, que continúa con la misma dinámica desde hace años, numerosos elementos son novedad.

La primera de todas y más evidente es la duración de las fiestas. Atrás quedaron los años en los que la feria comenzaba en domingo con la coronación y se prolongaba durante ocho días. Todo una acierto, según visitantes consultados por este periódico, ya que se ha conseguido concentrar la animación, el ambiente y el público desde el jueves al fin de semana. Es también, al menos, la opinión de varios caseteros que se mostraban contrarios a los lunes y martes de práctica inactividad donde salía más caro abrir el chiringuito que dejarlo cerrado.

El público también aplaude la medida basándose en la economía, fundamentalmente. Salvo los más jóvenes, que siempre están dispuestos al ocio, los visitantes consideran acertado acortar la duración. "La buena esencia, en frasco pequeño", apostilla un grupo al ser interpelado. Los internautas apoyan la decisión. Aunque no tiene valor estadístico debido al pequeño número de votos, de las 60 personas que a día de ayer (a las 21 horas) habían votado en la encuesta digital en el portal de Europa Sur sobre este asunto, el 68% se declaraba a favor de menos días; el 29% en contra y sólo un 3% no tenía clara su postura.

El ferial ha ganado este año 3.000 metros cuadrados de superficie con el derribo de la antigua lavandería. Aún así, no son pocas las voces que reclaman un recinto más amplio, con más casetas.

En cuanto a la gestión por terceros de las casetas bajo el formato de discoteca, de nuevo, opiniones para todos los gustos. Los más jóvenes se muestran encantados con la práctica desaparición de las sevillanas y rumbas de algunas casetas mientras que el público de mayor edad se muestra horrorizado.

Sí parece haber práctica unanimidad a la hora de los humos. Fumadores y no fumadores coinciden en que el aire es ahora más respirable y que, al igual que se hacía desde hace años en el trabajo, toca echar el cigarrillo en la puerta. Quienes auguraban un cataclismo y una violación generalizada de la ley tendrán que ir al asador rebelde de Marbella a respirar aire sucio.

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