Feria de Málaga

Donde caben todos los lugares

  • Patios de colegio, casas hermandad de cofradías y hoteles, casi nadie en el centro escapa a la fiesta y se brindan rincones especiales para celebrar

DÍA 7. La Feria se hace en cualquier lugar y ayer se demostró, como cada jornada, que se trata más de una actitud que del sitio físico en el que se celebra. La gente camina sonriendo, pide besos a sus parejas y se abraza en días hechos, simplemente, para disfrutar. En la puerta de un bar un camarero bailaba y tocaba las palmas animando la calle Santa María. Él hacía Feria, igual que el coro rociero que frente a la entrada del Museo Revello de Toro, en Císter, improvisaba por verdiales. Las calles llenas de música son escenarios propicios y singulares de esta fiesta desde hace treinta años, pero también hay rincones especiales entre los muros de un colegio o una casa hermandad, lugares que dejan su función habitual para rendirse por completo a la celebración.

El colegio más antiguo de la ciudad, el Práctica nº 1, ubicado en la plaza de la Constitución, abre sus puertas en agosto para acoger la popular caseta de la Asociación de Empresarios del Centro Histórico. En su patio de columnas las mesas alojan a los que llegan a comer desde primeras horas de la tarde. Un poco más tarde, los jóvenes no dejarán ni un hueco libre en la pista de baile. "Esto se llena a diario", contaba ayer el vigilante de seguridad. "Pero a las 19:00 se corta la música y la gente se va tranquilamente, no hay problema", añadía.

Pasadas las 16:00, todavía había quien cargaban de un lado para otro platos de pescaítos, salpicón de marisco y paella. Sin embargo, María y Natalia ya estaban totalmente preparadas para iniciar su tarde con una jarra de tinto de verano en la mano. "Desde pequeñas veníamos a esta caseta", decían estas treinteañeras. "La papelería Morales era de mis tíos, ellos son socios de la asociación y yo me venía a la caseta", comentaba María. Natalia recordaba cómo llegaba con sus padres en coche de caballos cuando era una niña. Después de tantos años, este lugar sigue siendo visita obligada para ellas y sus amigos.

"Aquí corre mucho fresquito, hay muy buen ambiente, no suele haber problemas", comentaba Natalia, que destacaba la integración de gente de todas las edades, además de extranjeros y turistas españoles que rápidamente se enganchan con el ambiente heterogéneo que brinda la caseta. También tiene éxito porque ofrece precios muy asequibles, con raciones de 5 a 7 euros y jarras de tinto y cerveza a 5 euros, y porque está en un lugar inmejorable, un poco al margen de la bulla de Larios y Constitución pero en pleno meollo.

También es posible disfrutar de un espacio con vistas inmejorables mientras que se almuerza o se toma una caña. La casa hermandad de la cofradía de Estudiantes, en la calle Alcazabilla, ofrece en su terraza una panorámica estupenda de la Alcazaba, el Teatro Romano y la Aduana. Además, por segundo año consecutivo, cuentan con la cocina del restaurante Alumbre. "Tenemos comida hecha in situ, servida en mesa, nada de cubiertos de plástico y creemos que la relación calidad precio es espectacular", afirmaba ayer Rafa Campos, de la Junta de Gobierno de la Cofradía y responsable de la caseta.

"Somos una cofradía abierta a la ciudad y así es nuestra caseta, no es un lugar exclusivo para los hermanos, todo lo contrario", explicaba Campos, que asegura que el boca a boca es lo que está dando a conocer esta caseta. En la terraza, charlando y riendo, un grupo de amigas de toda la vida pasaba ayer su día especial de Feria. "Conocimos este lugar por error, íbamos a una fiesta benéfica en la cofradía del Sepulcro y nos metimos aquí equivocadas", decía una de ellas. Ahora ya es el lugar elegido para iniciar la ruta.

"Se come muy bien, se está fresquito, el enclave inmejorable, y, además, está bien de precio", añadían las amigas, así que "este año hemos venido directas". Luego irían a la caseta vecina, a colaborar con la recaudación de fondos de una ONG, pasarían por la Plaza de las Flores para ver a el concierto de la Free Soul Band y también tenían intención de pasarse por la caseta del Centro Histórico. Todo eso si les daba tiempo. Cuando la música cesa en la calle, este grupo de chicas busca seguir la fiesta "en los bares" hasta acabar el día "con una cena en La Rebaná".

Sin aglomeraciones y con muy buen ambiente, para jóvenes que pasan de los 30 y para un público un poco más mayor, en torno a las 17:00 se respiraba una Feria tranquila en esta terraza de Estudiantes. Cuando la sombra ya se imponía y el calor se apaciguaba, se antojaba como un lugar ideal para huir de la bulla estando metido en plena fiesta, un escenario sin música machacona y donde la tertulia no se tiene que hacer a gritos.

En colegios, cofradías y también en hoteles. Pocos en el centro de Málaga pueden escapar de esta fiesta que hoy llega a su fin y que muchos vivirán como si fuera la última, como si el agosto que viene ya no hubiese otra oportunidad. En el hotel AC Málaga Palacio, el salón de la segunda planta se convierte en la caseta El Ruedo. En el hotel de referencia de los toreros que protagonizan la feria taurina no podía ser de otra forma. Gerardo es el encargado de este espacio en el que ayer por la tarde la mayoría de los clientes charlaban sentados en mesas tras la comida. Mientras que escuchaban la primera actuación en directo del día, al café le seguían las copas. "No es una caseta de paso, es de larga estancia", decía el encargado de un público "de nivel medio-alto" para el que "se cuida mucho el servicio". La calidad de los alimentos, el aire acondicionado, la atención de los camareros, la música en vivo y los detalles son cosas que, según Gerardo, se aprecian por una clientela que en un 90% son malagueños. Algunos clientes del hotel también se apuntan, pero principalmente, usan el restaurante de la planta 15. "Ésta es una caseta abierta a Málaga", añadía el encargado.

Algunos políticos también se han dejado ver por este lugar que ha organizado tertulias taurinas a diario a las 13:00 y que no ha apagado luces hasta pasadas las doce de la madrugada. Frente a éste, el Hotel Molina Lario ha abierto su caseta en el patio y todos los días ha ofrecido flamenco a partir de las 19:00, cuando ya la calle se va apagando y la gente que aún no quiere decirle adiós a la fiesta busca refugio. No hay cansancio para algunos mientras que otros pensamos si será pecado desear que llegue ya el final.

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