Festival de cine Iberoamericano

Mirada al oficio y a la vida

  • Grandinetti recibe el premio Ciudad de Huelva por una trayectoria de casi cuarenta años

  • El actor argentino reivindica el papel del festival y defiende la necesidad de cine latinoamericano

Con la estatuilla en mano, en medio del escenario del Gran Teatro, Darío Grandinetti confesó que su única meta actual es la misma que se marcaba cuando empezó "a jugar a ser otras personas": "Crecer en mi oficio, seguir aprendiendo sin mirar atrás, igual que en mi vida, porque se retroalimentan continuamente mi vida y mi oficio". Y ambos quedaron así reconocidos con el Ciudad de Huelva, premio a una trayectoria de casi 40 años, profesional y vital, que mantiene la misma frescura y la misma sencilla ambición de sus inicios. Por más que haya pasado "una considerable cantidad de años", como películas en su filmografía.

En ese tributo al actor y al hombre que le dedicó ayer el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva estuvieron compañeros y amigos en el escenario, para arroparle y hablar de esa pareja indisociable que se encuentra en el Grandinetti de la actualidad. Contaba él mismo al público onubense que no entiende de trayectos en solitario. Ninguno tiene valor si no está enriquecido con la aportación de otros, y si no se es consciente de esa colectividad.

Jaime Chávarri es uno de ellos. Dice que fue el primer director en llamarle para una producción a este lado del Atlántico. También de los que repitieron llamada para convertirse en amigos de por vida. "Le quiero tanto y creo que es tan buen actor que casi le pido que interpretara a Camarón", confesó el director madrileño de su película biográfica del cantaor.

"Jaime me convocó para hacer de Gardel, que es casi la misma locura que hacerlo para ser Camarón, como ahora me acabo de enterar que casi ocurre", siguió después el actor. "Por suerte no fue así porque soy tan incosciente que habría sido capaz de decirle que sí".

Darío Grandinetti es argentino. De Rosario (1959) y de Newell's Old Boys. Apuntó, también en el escenario del Gran Teatro, el director bonaerense José Glusman, que le conoce hace años. Tantos como para saber que "Argentina se ha perdido un extraordinario defensor" en su selección, aunque ha ganado a cambio un actor que es referente de su cinematografía, como también subrayó el presentador del acto, Rafael López.

"No se puede adjudicar a Pescador [su última película, en competición por el Colón de Oro] mucho de este reconocimiento porque se le concede por todo lo anterior, pero le viene bárbaro a la película", reconoció su director arrancando las risas del público.

La broma esconde realmente el sino del cine latinoamericano, en desventaja en su carrera en cualquier país con producciones norteamericanas y con la pérdida de espectadores en las salas.

El Darío persona, combativo y rebelde ante las injusticias, y el Grandinetti actor, comprometido y consecuente, salieron en defensa del cine en español en su comparecencia de la mañana ante la prensa. "Sin apoyo estatal es muy difícil que crezca". Apuntó así la clave de futuro para la supervivencia, que pasa por el apoyo gubernamental. "Si dejamos el cine en manos del libre mercado no tendremos el que todos queremos hacer para mejorar la vida de todos nosotros y de los demás".

Puso como ejemplo el apoyo estatal con que cuenta el cine francés, que goza de una cuota de pantalla para que llegue a los espectadores. "Las películas no llegan a las carteleras. ¿Quién ve cine colombiano? ¿Qué cine italiano se ve en España? ¿O qué cine español se ve en Italia?", preguntaba el actor. "Hay ahora mucha gente joven y bien formada pero el cine tiene y tendrá una dificultad: que no recibe apoyo de los gobiernos, sobre todo los de derechas. Y sin apoyo estatal es muy difícil que crezca".

Le preguntaron entonces por la utopía a partir de las reflexiones del escritor uruguayo Eduardo Galeano. Y él recordó una de ellas, la del horizonte a lo lejos, siempre lejos, sin que nunca parezca que se acerque. "¿Y para qué sirve el horizonte? Para caminar, respondía. Uno no va a cambiar el mundo, pero no debe dejar de intentarlo".

Por eso no perdió la ocasión de ser reivindicativo ante los micrófonos. Tampoco para agradecer la existencia de un festival como el de Huelva, "primer puerto por el que llegaba a España, y luego a Europa, el cine latinoamericano". "Celebro que siga creciendo en la dirección de apoyo al cine de guerrilla que se hace en Iberoamérica", destacó el argentino.

La actriz Ana Fernández le entregó anoche la estatuilla del Ciudad de Huelva agradecida por su mirada cómplice, por cogerle "de la manita", cuando asustada rodaban con Almodóvar Hable con ella. Pero él ya lo dijo: "Los trayectos sólo tienen valor si se hacen acompañados".

El suyo profesional, siempre de la mano del vital. "El cine es tan igual a la vida que lo mío no es un trabajo, forma parte de mi intento de crecer y madurar". En ello sigue.

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