Crítica 'Una noche en el viejo México'

Mejor con sacarina

Una noche en el viejo México. Sección Oficial, Road movie, España, EEUU, 2013. Dirección: Emilio Aragón. Guión: Bill Wittliff. Reparto: Robert Duvall, Jeremy Irvine, Angie Cepeda, Luis Tosar, Joaquín Cosío, Javier Gutiérrez, Jim Parrack.

Apunten: un abuelo pierde el rancho en el que ha vivido 40 años el mismo día en que llega su nieto, un joven malcriado en la ciudad que necesita, cuanto menos, un par de collejas. Ante el panorama que se le presenta, el viejo toma las de Villadiego y se larga en su coche a México. El muchacho acusa el despiste, pero decide acompañarle. Al otro lado de la frontera les esperan matones muy malos, mucho dinero y una mexicana relinda con sueños bonitos y gran corazón. ¿Han visto esta película? Seguro que sí. Pero lo cierto es que Una noche en el viejo México cuenta lo mismo. El guión que Emilio Aragón recibió de los productores en Los Ángeles contiene todos los clichés posibles, y, en fin, ya sabemos lo que son las películas que se mueven a base de clichés. Uno asiste a la proyección con cierto ánimo, sobre todo por ver a Robert Duvall, el gran secundario de Hollywood, en un papel protagonista a estas alturas; y sí, el actor debió pasárselo muy bien rodando, por más que parezca que no repite más de dos o tres acciones en la película (gestos, lo que se dice gestos, no esgrime más de uno; pero es Rober Duvall, caramba) y se mueva con la lentitud entrañable propia de su edad, como el Bela Lugosi que compuso Martin Landau en Ed Wood. Pero, más allá de un Luis Tosar metido en lo de siempre, y pasado el mal trago de ver a un gran actor como Javier Gutiérrez haciendo un ridículo notorio, al final uno se termina aburriendo. Quizá en una sobremesa de sofá, manta y siesta... O no, la verdad, ni siquiera eso.

Al final, el mayor valor de la película se encuentra en los (pocos) huecos que Emilio Aragón logra abrir a la hora de salir de los clichés, sobre todo mediante un humor naïf que adorna con inteligencia a los malotes. El experimento, no obstante, se malogra por culpa de una dosis de azúcar mucho más generosa de lo conveniente. Sí, Aragón estaba más en su salsa en Pájaros de papel. Ya vendrán otras.

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