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Alfonso Onceno, el último de los reyes conquistadores

  • La editorial de la Universidad de Sevilla recupera la figura y la memoria de Alfonso XI, nieto de Alfonso X El Sabio, en un libro coordinado por el catedrático de Historia Medieval Manuel García Fernández.

Manuel García, en el Hotel Alfonso XIII de Sevilla, en una fotografía tomada en marzo de 2015. / JOSÉ ÁNGEL GARCÍA

Alfonso XI, o Alfonso Onceno, fue un monarca conquistador, amante de la caza y legislador, que ha pasado a la historia, principalmente, por haber detenido la amenaza benimerín y por haber controlado, casi por completo, el sector estratégico del Estrecho de Gibraltar, gracias a su victoria en la batalla del río Salado, cerca de Tarifa, y a la conquista de Algeciras. Pero Alfonso XI fue mucho más que un rey batallador. Tuvo una gran vinculación con Sevilla, a la que hizo centro de la corte y en la que dejó una huella palpable con el Palacio Gótico o del Caracol del Real Alcázar. Su figura, quizás, no sea tan conocida para el imaginario colectivo como lo pueden ser su hijo, don Pedro I, o su bisabuelo, Alfonso X El Sabio. Para reivindicar su importancia histórica, la Editorial Universidad de Sevilla ha editado el libro El siglo XIV en primera persona. Alfonso XI, rey de Castilla y León (1312-1350), que recoge los estudios del seminario organizado con motivo del VII centenario de su acceso al trono. El coordinador de este gran trabajo de investigación y divulgación histórica es Manuel García Fernández, catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Sevilla.

¿Quién fue Alfonso Onceno? “Fue el último de los grandes conquistadores de Andalucía. Ha pasado a la historia por las conquistas de Olvera, Algeciras, Alcalá la Real o Teba. También fue un rey legislador. Le apodaban El Justiciero. Hizo de Sevilla la capital de la Frontera o de Andalucía”, ilustra el profesor García Fernández. Su esposa fue María de Portugal, madre de don Pedro I, que se encuentra enterrada en el monasterio sevillano de San Clemente. En Sevilla, no obstante, el monarca tuvo a su gran amor: doña Leonor de Guzmán. Con ella tuvo diez hijos bastardos, entre ellos el futuro Enrique II, a quién igualó en la corte y en el reino, siendo infante, con el príncipe heredero, el futuro rey don Pedro I: “Leonor era la Favorita. Su relación dio lugar a la ópera que con este nombre escribe Gaetano Donizetti en 1840. Es una de las grandes óperas románticas. Su acción transcurre en el Alcázar”. Con el apoyo de Alfonso a su hijo Enrique nace la legitimación de la nueva dinastía de los Trastámara.

La Sevilla de Alfonso XI era una ciudad típicamente mudéjar, todavía no se había comenzado a construir la Catedral. La mayor parte de las iglesias eran mezquitas cristianizadas. La Giralda estaba coronada por el yamur de tres bolas doradas que resplandecían con el sol. La Torre del Oro apenas tenía 150 años, las murallas, 200...: “En su época se fundó la Primitiva Hermandad de los Nazarenos de Sevilla. También hay constancia de la existencia de la cofradía del Santo Crucifijo de San Agustín y otras corporaciones. El Alcázar es en su mayor parte el almohade. Él construye el Palacio Gótico y allí prepara la batalla del Salado de 1340 en la que detiene el avance de los benimerines”.

Sevilla por aquel entonces era la ciudad más importante de Castilla. Se encontraba en el núcleo de la acción política al limitar con Granada. Era la capital de la frontera y la urbe más relevante desde el punto de vista humanístico. Era el centro de la corte y destacaba también por su fuerte vocación Atlántica: “Desde aquí se organizan las grandes conquistas. Era también una ciudad muy militarizada”. Durante el reinado de Alfonso XI se construyen también la mayor parte de las fortalezas defensivas de la llamada “banda morisca”, como la Torre de los Herberos, cerca de Dos Hermanas; la de Matrera, próxima a Villamartín (Cádiz); la de Alocaz, en la antigua carretera Sevilla-Cádiz...

Alfonso XI creó la orden militar de la Banda Escarlata, “para premiar a los que se distinguían por la defensa de la monarquía”. Se hizo armar caballero en Santiago de Compostela por el brazo mecánico del santo. “Mandó escribir el libro La Montería de Alfonso XI, mediante el que nos describe la importancia de la flora y la fauna de Sevilla. Por ejemplo, en invierno había jabalíes en la zona del Aljarafe”. Sus restos mortales descansan, junto a los de su padre, Fernando IV, en la iglesia de San Hipólito el Real de la ciudad de Córdoba, templo que él mismo fundó.

Con este gran libro divulgativo, en el que han participado Manuel González Jiménez, Manuel García Fernández, Carmen Benítez Guerrero, Alejandro García Sanjuán, Juan Luis Carriazo Rubio, Isabel Montes Romero-Camacho, María Antonia Carmona Ruiz, Gloria Lora Serrano, Fernando Arias Guillén, Pedro M. Piñero Ramírez y Ramón María Serrera, los historiadores quieren rendir un merecido homenaje a este monarca castellano muchas veces olvidado por la gran mayoría pero de gran importancia. El último de los grandes conquistadores. La continuación a este ejemplar ya está en marcha: Pedro I. Un monarca de su tiempo, que se presentará próximamente en el Real Alcázar sevillano. 

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