INVESTIGAR EN JAÉN

"La batalla de Baecula permitió al Imperio Romano entrar en Andalucía"

  • Un equipo de investigación de la Universidad de Jaén desarrolla una metodología novedosa para estudiar el desarrollo de las batallas históricas · El catedrático Arturo Ruiz es uno de sus coordinadores.

El catedrático Arturo Ruiz junto a algunos de los objetivos que han formado parte de la investigación.

Arturo Ruiz es catedrático de Historia. Dirige el Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibérica de la Universidad de Jaén y es uno de los coordinadores de la obra La Segunda Guerra Púnica en la Península Ibérica. Baecula, arqueología de una batalla, trabajo que ha realizado junto a Manuel Molinos, Juan Pedro Bellón, Carmen Rueda y Francisco Gómez. El libro recoge las últimas aportaciones científicas al análisis de la Guerra de Aníbal y los resultados del Proyecto Baecula. Hablamos con él para conocer más detalles de la investigación sobre una batalla que enfrentó a los ejércitos de Publio Cornelio Escipión ‘el Africano’ y Asdrúbal Barca y que cambió la historia del Mediterráneo Antiguo.

¿Tan importante fue la batalla de Baecula?

Sí, es una batalla clave. Estamos en el contexto de la II Guerra Púnica: Aníbal se ha ido ya a Italia y en la península mantiene a su hermano Asdrúbal como cabeza del ejército cartaginés. Es el año 209 antes de Cristo y el ejército romano de Escipción acaba de conquistar Cartagonova (la actual Cartagena). La batalla de Baecula permitió al Imperio Romano entrar en Andalucía, así que la victoria de Escipión tuvo gran importancia: fue el primer paso para que los romanos tomaran toda la región. Un lugar de gran importancia por su riqueza tanto en aspectos minerales como de agricultura y otros factores. Sus números también son grandes: según las fuentes se enfrentaron 30.000 cartagineses y 40.000 romanos.

¿Cómo decidieron poner en marcha una investigación sobre esta batalla?

Empezamos en 2002 y, entonces, la idea era confirmar que desde el punto e vista arqueológico había restos de la batalla en los mismos lugares donde se localizaba tradicionalmente, es decir, en Bailén. Pero fuimos allí y no encontramos restos de ninguna batalla. Así que nos planteamos hacer un ensayo: estudiar todas las ciudades íberas (que no tenían nombre romano) y que teníamos localizadas. Pero no la propia ciudad, si no su entorno, porque Asdrúbal se había movido 5 kilómetros en la noche y su campamento debía estar alrededor. Analizamos el modelo de territorio donde se podría haber desarrollado la batalla según los datos de la historia romana y nos fuimos acercando hasta saber qué sitios podían ser el que constituyera el escenario de la batalla. Y dimos con él en el Cerro de las Albahacas, en la zona de Turuñuelos, que forma parte del término municipal de Santo Tomé, cerca de Cazorla.

Una vez situada la batalla, ¿cómo continúo la investigación?

Nos aseguramos de que era el escenario de la batalla gracias a objetos como proyectiles de honda o dardos y que la zona coincidía con la localización que señalaban las fuentes históricas romanas. Así, arrancamos un nuevo proyecto desde 2006 en el que hemos estado trabajando esta última década

¿En qué han trabajado en este tiempo?

Una vez localizada la batalla quisimos hacer la reconstrucción de la misma, contraponiendo y haciendo dialogar las fuentes escritas con las arqueológicas; e intentar aclarar algunas cuestiones que las fuentes históricas no habían llegado a definir. Polivio y Tito Livio cuentan la batalla en el marco de una historia más grande, el primero hablando de la II Guerra Púnica y el segundo sobre la historia de Roma, pero no contaron la batalla exclusivamente. Para aclarar más hemos trabajado con metodología arqueológica como prospecciones, alguna excavación… Teniendo en cuenta siempre que hemos trabajado en un espacio enorme que ha ido creciendo conforme el proyecto avanzaba: en total han sido casi 500 hectáreas de escenario de contienda. Probablemente sea una superficie cercana al 25 por ciento de la provincia de Jaén, dentro de los términos municipales de Cazorla, Villacarrillo y Santo Tomé. Justo en la zona por donde baja el río Guadalquivir.

¿Cuáles han sido las principales conclusiones?

Desde el punto de vista histórico, la conclusión fundamental es que hemos conseguido localizar la batalla y que de los cuatro campamentos citados en las fuentes hemos visto tres: el de Asdrúbal, el de Escipión y el que éste levantó posteriormente tras ganar la batalla. También se han conseguido definir los lugares de la batalla. Es cierto que las fuentes históricas contaban algo, pero no se sabía todo hasta que hemos podido estudiar la distribución de proyectiles de las hondas, las flechas, los dardos… Incluso hemos podido reconstruir la retirada del ejército cartaginés, la forma en que Escipión ordena a la caballería y infantería pesada pillar en tenaza a los cartagineses y también el lugar del enfrentamiento cuerpo a cuerpo. Las herramientas también nos han permitido conocer en qué zonas participaron los Íberos junto a los Cartagineses, ya que las alas del ejército romano se topó primero con los iberos y eso aún no se sabía.

¿Y cómo se ha llegado a tal exactitud?

Analizando los objetos encontrados. Todos: lanzas, jabalinas, objetos de lucha… Por ejemplo, hemos localizado los movimientos de las tropas, especialmente las romanas, porque hemos tenido la suerte de encontrar las tachuelas de las sandalias de los legionarios que se les iban cayendo durante sus desplazamientos. Y con las prospecciones hemos podido seguirlas. Hemos tenido suerte, porque es un sitio donde los expoliadores fueron bastante presentes en los años 80 y 90, pero las tachuelas son tan básicas que no les interesaban. Y con ellas hemos podido reconstruir desde la batalla hacia atrás, siguiéndolas y descubriendo así el lugar en el que se ubicó, por ejemplo, el campamento de Escipión.

¿Se han encontrado muchos objetos?

Hemos localizado cerca de 9.000 piezas en la zona, pero hay que tener en cuenta que muchas no eran de la batalla. Sí que hemos reconocido como objetos propios de la batalla unos 1.200 objetos y aún nos quedan otros 2.000 en los que tenemos que seguir trabajando para saber si formaron parte: bullas romanas (portarretratos de los legionarios), chisperos para encender fuego, los vientos de las tiendas… Hay que tener en cuenta que los romanos, tras las batallas, recogían todas las armas que eran útiles. Se piensa que trabajamos sobre un porcentaje pequeño, quizás el 10 por ciento, de lo que quedó después de la contienda.

¿Dónde están las piezas ahora?

Las piezas están ya la mayoría en el Museo de Jaén y pasarán al Museo Íbero cuando se abra porque también hay materiales de los Iberos que estuvieron en la batalla.

¿Por qué es tan importante esta investigación?

Esta investigación es un paradigma por dos razones principales. La primera es que no se había trabajado nunca ninguna batalla de la II Guerra Púnica y esta es la primera que se documenta en Europa. Ahora, por ejemplo, para el turismo cultural se ha puesto en valor una batalla y un escenario, se reconoce la importancia del sitio. La segunda razón es metodológica: la investigación nos ha permitido articular una metodología interdisciplinar en la que hemos trabajado con un sistema de localización geográfica para ver dónde está cada objeto y cómo se relaciona con los demás, también con un detector de metales -que no es muy habitual y tuvimos que pedir permiso para ello-, también hemos trabajado con químicos y expertos en armas o en medio ambiente para estudiar los restos de maderas quemadas… Lo importante ha sido, sobre todo, esa idea de trabajar con prospección y excavación junto a las fuentes históricas y un escenario de 500 hectáreas. Y ahora, la metodología que hemos desarrollado se puede aplicar a cualquier batalla, que no tiene ni por qué ser histórica: cambiarán las armas o las fórmulas estratégicas, pero el modelo permitirá estudiarlas igual.

¿Cuáles son los próximos objetivos a trabajar?

El grupo está vinculado al Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibérica de la Universidad de Jaén y en este seno se ha hecho la mayor parte del trabajo, además de los especialistas que nos han apoyado. Todavía ni siquiera hemos llegado al máximo del resultado que se puede obtener, porque recientemente hemos hecho excavaciones en el campamento de Escipión posterior a la batalla y empezamos a tener nueva información que no aparece en este último libro. Habrá que ir pensando en un segundo volumen con el paso del tiempo. Además, parte del equipo está trabajando en la II Guerra Púnica en todo Jaén, sobre todo en la zona del alto del Guadalquivir. Allí se investiga el asedio de los romanos a una ciudad ibérica hoy desaparecida: Iliturgi, que fue muy importante. Se está trabajando estos días en prospección para ver incluso de manera metodológica la diferencia entre un asedio y una batalla.

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