INVSETIGAR EN HUELVA

Dieciséis países investigan con 1.000 jóvenes enfermos la relación entre el cáncer y los móviles

  • No existe ninguna evidencia que vincule la aparición de tumores cerebrales y la exposición a campos electromagnéticos, aunque sí se ha detectado que aumenta la población que sufre este tipo de cáncer entre los 12 y 24 años · Los investigadores, entre los que figuran Juan Alguacil, contrastarán los datos con los de 2.000 individuos sanos.

Juan Alguacil, investigador de la Universidad de Huelva que participa en el proyecto internacional. / CANTERLA

¿Contribuye el uso del móvil a la aparición de tumores en el cerebro? La pregunta no es nueva y las estadísticas  en segmentos poblacionales de entre 12 y 25 años apuntan a favor de una posible asociación, aunque falta confirmación científica. La inquietud por conocer cómo aparecen y se desarrollan los tumores malignos de la infancia, la segunda neoplasia maligna más frecuente tras la leucemia en ese período de la vida, ha llevado a 16 países (entre los que se encuentran España, Taiwán, Nueva Zelanda, Canadá, Corea del Sur o India) a realizar un extenso trabajo de campo a través del proyecto Mobi-Kids con más de 1.000 jóvenes participantes con edades comprendidas entre los 10 y 24 años (uno de ellos de Huelva) y que padecen un tumor cerebral.

Los investigadores que participan en el proyecto, entre los que se encuentran Juan Alguacil -de la Universidad de Huelva (UHU)- enfrentarán los datos recabados a partir de esta cohorte, con los obtenidos en otros 2.000 jóvenes sanos que también se han sumado al estudio. Los promotores del trabajo consideran que "la incidencia de estos tumores en los jóvenes menores de 20 años de edad se ha incrementado recientemente y, aunque la supervivencia ha mejorado considerablemente, la prevención de los tumores cerebrales es un reto". Los resultados serán publicados entre este año y el próximo.

Alguacil admite que hasta ahora poco se sabe sobre los factores de riesgo. Algunos de ellos, como la exposición a la radiación ionizante o a productos químicos, pesticidas, plaguicidas, campos electromagnéticos o los consabidos antecedentes familiares pueden estar asociados igualmente con la aparición de neoplasias. El estudio está orientado no obstante hacia los campos electromagnéticos provocados por los móviles y su posible protagonismo a la hora de la aparición de tumores en menores.

"Uno de los problemas en el estudio de los factores de riesgo ambientales y el cáncer cerebral entre los jóvenes –añade Alguacil- ha sido el número limitado de niños incluidos en los estudios anteriores. Aunque la frecuencia de cáncer cerebral puede haber aumentado en los jóvenes en las últimas décadas, sigue siendo una enfermedad poco frecuente, afortunadamente. Por tanto, se necesitan estudios internacionales para responder a estas preguntas". Para Juan Alguacil, "no hay evidencias científicas de una relación entre tumores cerebrales y ondas electromagnéticas o radiaciones, pero este estudio viene a ofrecernos pistas más fiables al respecto".

El investigador de la UHU, que trabaja estrechamente con la coordinadora del proyecto Elisabeth Cardis, del Centro de Investigación de Epidemiología Ambiental (CREAL), y expertos de todos los servicios de neuropediatría de los principales hospitales andaluces, asegura que existe más información sobre cómo repercuten estas radiaciones a escala celular o en ensayos con animales "que en humanos". El proyecto Mobi-Kids, financiado por la Comisión Europea, el Ministerio de Ciencia e Innovación y el Instituto de Salud Carlos III, ha finalizado el periodo de reclutamiento de voluntarios (enfermos y no enfermos) y comenzará en breve la fase de análisis de datos. La Consejería de Igualdad, Salud y Políticas Sociales de la Junta de Andalucía ha financiado parte de este estudio.

El experto onubense ratifica que “Mobi-Kids pretende estudiar si existe relación entre la exposición a campos electromagnéticos especialmente a través del uso de dispositivos de comunicación, y el riesgo de padecer tumores cerebrales en niños y jóvenes de entre 10 y 24 años. “Los niños –añade- podrían tener mayor riesgo que los adultos de presentar tumores cerebrales por uso de teléfonos móviles porque sus sistemas nerviosos aún

están desarrollándose y son más vulnerables a factores que pueden causar cáncer. Además, proporcionalmente sus cabezas son más pequeñas que las de los adultos y, por consiguiente, tienen una exposición proporcionalmente mayor al campo de radiación de radiofrecuencia emitida por los teléfonos móviles”. Ante la pregunta de si está demostrado que los campos electromágnéticos sean promotores de cáncer en otros ámbitos, Alguacil aclara que “ a fecha de hoy no hay evidencia, ni procedente de estudios experimentales basados en células de cultivo o en animales de laboratorio, ni de estudios observacionales en humanos de que la energía de radiofrecuencia pueda causar cáncer”.

Se suele considerar que para que se provoque cáncer es necesario dañar al ADN. Sin embargo, la energía de radiofrecuencia, a diferencia de la radiación ionizante (por ejemplo de las radiografías), “no daña al ADN de las

células, y no se ha encontrado evidencia de que cause cáncer en los animales. Sin embargo podrían existir otros mecanismos de carcinogénesis, como por ejemplo la disrupción de secreción de la hormona melatonina”, de modo que en principio no puede descartarse un protagonismo de los campos electromagnéticos.

En todo caso se trata de un tema del que se viene hablando de largo. Hace ya unos años se suscitó una polémica por los posibles efectos perjudiciales de la instalación de las antenas de telefonía móvil en los edificios, a lo que Alguacil responde: “Más que con las antenas de móviles, la problemática se inició a partir de un estudio realizado en 1979 que indicó una posible relación entre el hecho de vivir cerca de cables de alta tensión y la leucemia en niños. Sin embargo, estudios más recientes muestran resultados contradictorios. Actualmente, la mayoría de investigadores aceptan que existe poca evidencia científica de que la exposición a los campos electromagnéticos de frecuencia extremadamente baja proveniente de cables de alta tensión, cause leucemia, tumores en el cerebro o cualquier otro tipo de cáncer en niños”.

Sea como fuere, la polémica y la inquietud están servidas. No en vano, desde que en 2011 la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) nominara a los campos de radiofrecuencia utilizados por los teléfonos móviles como candidatos a elementos cancerígenos, la ciencia ha alimentado aún más las sospechas, sobre todo a partir del incremento de casos en segmentos de población que anteriormente eran casi residuales: los jóvenes entre 12 y 25 años. O visto de otra forma, el repunte de casos de tumores cerebrales entre los usuarios más feroces de las nuevas tecnologías. Atrás quedan otros factores como el estilo de vida, el tabaquismo o la alimentación. Los smartphones, tablets y de las redes wifi son hoy nuevos e importantes elementos a tener en cuenta.  

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