Cambio climático desde una óptica andaluza

Emisiones de CO2 a la atmosfera no detectadas hasta ahora

  • Investigadores de la UGR descubren este fenómeno en zonas áridas del sureste de España tras registrar diversos datos mediante monitorización ambiental en el Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar.

Estación 'eddy covariance' de la UGR en el Parque Natural de Cabo de Gata Níjar.

Estación 'eddy covariance' de la UGR en el Parque Natural de Cabo de Gata Níjar. / UGR

Muchas de las investigaciones centradas en el intercambio de gases efecto invernadero (GEI) entre ecosistemas naturales y antropizados y la atmósfera -especialmente de dióxido de carbono (CO2)- durante los últimos años han estudiado ecosistemas de zonas templadas, ya que un tercio de esas emisiones de GEI emitidas mediante la quema de combustibles fósiles y otras actividades industriales son absorbidos por ecosistemas terrestres y oceánicos... El papel de las regiones áridas ha sido, por tanto, bastante ignorado aunque varios análisis han demostrado su gran influencia en la variabilidad del balance global de carbono (C). Dada la importancia del cambio climático y el calentamiento global, se torna necesario conocer cómo estos escenarios pueden afectar al papel de dichos ecosistemas como mitigadores del calentamiento global.

Con este objetivo partió la investigación de un grupo de científicos de la Universidad de Granada (UGR) liderados por la profesora de la UGR e investigadora de la Estación Experimental de Zonas Áridas (CSIC), Ana López Ballesteros. Una de sus líneas de investigación se centra desde hace más de 10 años en ecosistemas sometidos a estrés hídrico ya que son poco estudiados y se prevé que en un futuro aumenten las regiones áridas, especialmente en la región Mediterránea. "Es fundamental estudiar este tipo de regiones cuya vulnerabilidad frente a las perturbaciones es elevada", explica López. Por ello, en su análisis se han centrado en el Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar (Almería), un espartal semiárido de dominio público que garantiza también la continuidad del estudio.

En esta localización los científicos han registrado mediante monitorización ambiental datos de CO2 durante seis años -desde 2009 hasta 2015- mediante una técnica usada internacionalmente -técnica eddy covariance o covarianza de remolinos, para lo cual han instalado varias estaciones en la zona-, junto con sensores instalados en el subsuelo de CO2 y medidas micrometeorológicas. "Este estudio se centra en un proceso que sólo ha sido detectado en regiones áridas, la ventilación subterránea, que consiste en la salida de CO2 almacenado en el subsuelo cuando el suelo está muy seco y en días ventosos", añade López Ballesteros.

Los principales resultados del estudio indican que este proceso adquiere mayor relevancia durante el período estival, dando lugar a la emisión de grandes cantidades de CO2 a la atmósfera. "El estudio demuestra la gran importancia de la ventilación subterránea motivada por el viento, un proceso comúnmente obviado que consiste en la salida de aire cargado de CO2 desde el subsuelo a la atmósfera cuando el suelo está muy seco, fundamentalmente en verano y en días ventosos", matiza la profesora de la UGR. Así, los resultados de esta investigación confirman que durante los últimos seis años, este espartal ha emitido en torno a 1 kilogramo de carbono por metro cuadrado. "Sabemos que esta gran emisión de CO2 no puede ser debida a la actividad biológica del ecosistema dado que nos encontramos en una zona donde hay un gran estrés hídrico y una limitación de nutrientes lo que hace que la actividad biológica de microorganismos, animales y plantas sea muy baja. La hipótesis es que el carbono se transporta subterráneamente desde otros sitios con mayor actividad biológica", argumenta López.

¿Por qué es esto importante? Hasta ahora, la creencia mayoritaria en la comunidad científica era que el balance de C de los ecosistemas áridos y semiáridos es neutro, es decir, que la cantidad de CO2 que es absorbido mediante la fotosíntesis que realizan las plantas es compensado con la cantidad emitida a través de la respiración de animales, microorganismos y plantas. "Los resultados de este estudio señalan el papel fundamental del CO2 almacenado en el subsuelo que en verano puede salir a la atmósfera. Esto implica que la capacidad de secuestro de carbono de determinados ecosistemas como el de estudio puede ser menor a la esperada, lo que implicaría una menor mitigación del calentamiento global", explica la investigadora.

El grupo lo conforman dos investigadores de la Estación Experimental de Zonas Áridas, centro de investigación del CSIC en Almería, otras dos personas proceden de la Universidad de Arizona y otras dos de la UGR. Ahora, este grupo desarrolla diversos estudios en Jaén, Granada y Almería en los que se encargan, igualmente, de medir "el intercambio de diversos gases efecto invernadero, como el CO2, el metano o el óxido nitroso, entre los ecosistemas y la atmósfera". "Tenemos estaciones eddy covariance en una turbera, en dos espartales, en un matorral, y en dos olivares de la provincia de Jaén. Todas estas estaciones de medida, a su vez, forman parte de una red internacional denominada Fluxnet", concreta López. Su investigación se basa en la monitorización ambiental por lo que la continuidad de las medidas es necesaria para avanzar en el conocimiento. "También estudiamos cómo los eventos climáticos extremos, como las sequías o las tormentas aisladas, afectan a la productividad de los ecosistemas y al secuestro de GEIs, siendo necesario tener un registro lo suficientemente largo de datos para poder llevar a cabo investigaciones rigorosas y robustas", argumenta la profesora de la UGR.

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