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Humanos y carroñeros: los múltiples beneficios de una relación ancestral

  • Las milenarias interacciones entre el hombre y animales carroñeros han contribuido de forma decisiva a dar forma al hombre actual, desde su capacidad cognitiva y cultural hasta su propio bienestar.

Un equipo de investigadores internacionales, entre los que se incluyen científicos de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, la Universidad Miguel Hernández de Elche y la Universidad de Lleida, y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha llegado a la conclusión de que las interacciones mantenidas durante milenios con los animales carroñeros, como buitres, hienas  o leones, han sido determinantes en la evolución y bienestar humanos. Este hallazgo, que ha sido recogido en la revista BioScience, tiene numerosas implicaciones para la identidad cognitiva, ecológica y cultural del hombre actual. El estudio, basado en una revisión de los últimos argumentos publicados en revistas científicas especializadas, ofrece una perspectiva singular de la evolución humana, desde el origen del primer homínido hace unos dos millones de años hasta la aparición y desarrollo del hombre moderno.

“La forma en que los humanos han adquirido carne, desde que ésta se convirtiera en componente fundamental de nuestra dieta, ha cambiado desde el consumo de animales muertos a la caza de animales vivos, la domesticación de animales salvajes y, finalmente, la explotación intensiva de animales domésticos”, explican los investigadores en el estudio. “En cada uno de estos periodos, los humanos han estado estrechamente relacionados con otros animales carroñeros. Al principio, la interacción era principalmente competitiva, pero cuando los humanos pasaron de consumir carroña a generarla, los carroñeros se vieron altamente beneficiados de la relación”, mantienen los investigadores.

Los beneficios para el hombre

Las implicaciones humanas de la ancestral y cambiante relación entre humanos y carroñeros son múltiples. El estudio muestra que “los beneficios para los humanos van desde la provisión de alimento (las carroñas eran más fácilmente localizables si otros carroñeros ya estaban presentes en ellas), hasta el control de enfermedades infecciosas (gracias a la eliminación de los restos animales en las inmediaciones de los asentamientos humanos), pasando por la catálisis de la diversidad cultural (por ejemplo, a través de la necesidad de perfeccionar las primeras herramientas de piedra para ser competitivamente exitosos)”.

Este trabajo indica, además, que “los dos atributos más distintivos del ser humano, el desarrollo del lenguaje y la colaboración cooperativa, fueron probablemente resultado de las presiones selectivas asociadas al consumo primigenio de carroña”. Sin embargo, “el actual proceso de extinción y rarefacción de los buitres y grandes mamíferos carnívoros en amplias regiones del planeta amenaza seriamente con hacer desaparecer los numerosos servicios de los que los humanos actuales y futuros podrían beneficiarse. Por tanto, la continuidad de estos animales carroñeros entre nosotros no es sólo importante para mantener la biodiversidad del planeta, sino también para nuestro propio bienestar y nuestra identidad ecológica y evolutiva”, concluye el estudio. 

El consorcio de investigadores que ha desarrollado este estudio está formado por Marcos Moleón, de las universidades Miguel Hernández (Alicante) y de Witwatersrand (Johanesburgo, República Sudafricana); José Antonio Sánchez Zapata, también de la Universidad Miguel Hernández; Antoni Margalida, de las universidades de Berna (Suiza) y Lleida; Martina Carrete, de la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla); Norman Owen-Smith, de la Universidad de Witwatersrand, y José Antonio Donázar, de la Estación Biológica de Doñana (CSIC, Sevilla).

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