LUCHA CONTRA LA PANDEMIA DEL SIGLO XXI

Investigadores de la Olavide estudian la relación entre los marcadores inflamatorios y la obesidad

  • Los expertos, a través del seguimiento de 32 pacientes durante 10 semanas, comprueban los efectos positivos del ejercicio físico sobre estos indicadores de salud.

Voluntarios que participan en el proyecto, durante una sesión de ejercicios con los entrenadores.

Expertos de la Facultad de Ciencias del Deporte y del Centro de Investigación en Rendimiento Físico Deportivo de la Universidad Pablo de Olavide, junto a científicos del Instituto de la Grasa, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) analizan la  relación entre los marcadores inflamatorios y la obesidad, con el fin de comprobar si la aplicación de un programa de ejercicio físico adaptado, controlado y sistematizado tiene efectos positivos sobre estos indicadores de salud metabólica e inmunológica.

El grupo, formado por 31 investigadores bajo la coordinación del profesor José Antonio González Jurado, realiza un seguimiento clínico a 32 pacientes a lo largo de 10 semanas, tiempo en el que se comprobará su efecto mediante el análisis de marcadores bioquímicos anti y proinflamatorios en suero sanguíneo y en tejido adiposo subcutáneo. Todos estos pacientes son adultos obesos pero sin patologías contraindicadas con el ejercicio físico. Los resultados verán la luz finales del 2016.

Según explica José Antonio González, “la obesidad es una enfermedad crónica de origen multifactorial, con una elevada prevalencia a nivel mundial que se asocia a complicaciones potencialmente graves y que precisa de un enfoque multidisciplinar por su gran repercusión clínica y elevado coste sanitario”. En el año 2011, según González, 366 millones de personas padecían esta enfermedad, y los investigadores prevén que esta cifra aumente a 522 millones de personas en el año 2030.

Los marcadores inflamatorios son sustancias químicas producidas por el organismo que indican la existencia de un proceso inflamatorio en los tejidos. “Este proceso inflamatorio tisular de bajo nivel y crónico es considerado en muchas investigaciones como una de las principales causas de los problemas de salud que suelen sufrir las personas con obesidad a lo largo de su vida, como dislipidemias, hipertensión arterial, diabetes o cardiopatías”, señala González, quien advierte que a pesar de lo mucho que se ha avanzado en los últimos años  "aún queda mucho por investigar”.

El interés actual de la lipoinflamación o inflamación crónica asociada a la obesidad deriva del conocimiento de las alteraciones y remodelado que se produce en el tejido adiposo, con la participación de múltiples factores y elementos implicados en todo el proceso. En la obesidad, los niveles circulantes de marcadores inflamatorios son elevados, posiblemente debido a una mayor producción de citoquinas proinflamatorias a partir de adipocitos, macrófagos infiltrados en el tejido adiposo o células endoteliales, entre otras. Numerosos estudios evidencian que la hipoxia del tejido adiposo puede ser un importante mecanismo a través del cual provoca la inflamación del tejido local y contribuye además a la inflamación crónica.

“El grupo de investigadores que hemos desarrollado este proyecto creemos que el ejercicio físico controlado y correctamente planificado adaptándolo a las condiciones de esta población, junto con el seguimiento de unas pautas de alimentación sencillas mejora la salud y la calidad de vida de personas con obesidad”, anota el profesor de la Universidad Pablo de Olavide. Los investigadores opinan que el ejercicio aeróbico y de fuerza a largo plazo reduce la inflamación crónica, especialmente en individuos obesos con altos niveles de biomarcadores inflamatorios, y que este efecto es independiente de la pérdida de peso inducida por el ejercicio.

Existen varios mecanismos a través de los cuales el ejercicio reduce la inflamación crónica, incluyendo su efecto sobre el tejido muscular para generar mioquinas antiinflamatorias, mejora de la oxidación de ácidos grasos, mejora de la sensibilidad a la insulina, el efecto sobre el tejido adiposo para mejorar la hipoxia y reducir la lipoinflamación, y el efecto sobre el sistema inmune para reducir el número de citoquinas pro-inflamatorias. Sin embargo, según los investigadores, el tipo, intensidad, y volumen de ejercicio ideal para mejorar este estado de inflamación crónica y obesidad no está claramente definido y necesita de investigación adicional.

Aún no hay conclusiones de este estudio, pero los primeros datos, según apunta González, “son alentadores. “Prácticamente todos los participantes han perdido peso a pesar de haber ganado masa muscular, esto significa que gran parte de esa pérdida de peso ha sido de grasa visceral que es la que en las investigaciones se considera potencialmente más peligrosa para la salud futura de estas personas”, anota.

“Todas las autoridades y organismos internacionales ya hablan sin tapujos de que la gran pandemia del siglo XXI, y por tanto el principal problema de salud al que nos tendremos que enfrentar será el sedentarismo, sedentarismo que conlleva inevitablemente sobrepeso y obesidad”. Según González, el ejercicio físico bien planificado, sistematizado y adaptado a las necesidades y aptitudes de cada persona “ha pasado de ser recomendable a ser imprescindible para atajar este grave problema que ya es una realidad”.  

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