INVESTIGAR EN CÓRDOBA

Nanoquímica, la revolución que viene

  • La Universidad cordobesa acoge el único instituto andaluz especializado en este ámbito emergente · Cuenta con 136 investigadores que han desarrollado 140 proyectos y publicado 1.041 artículos científicos en los últimos años · El director, Julián Morales, advierte del peligro de perder el tren industrial si no se presta atención a este campo.

El catedrático Julián Morales, en el centro, con investigadores del instituto en una imagen de archivo.

¿Qué tienen en común una crema solar, una pasta de dientes y unos calcetines? La nanoquímica, una disciplina emergente considerada uno de los motores de la próxima revolución industrial. El único centro andaluz especializado en esta disciplina se ubica en la Universidad de Córdoba. Alberga a 136 investigadores que en los últimos ocho años han publicado 1.041 artículos científicos y captado fondos para desarrollar 140 proyectos de I+D.

Fundado1994 tras convenio entre la Universidad de Córdoba y la Junta, gracias al apoyo de un grupo de profesores de la Facultad de Ciencias cuyas líneas de trabajo se encuadraban en el campo de la química fina, es decir, la investigación en sistemas químicos de alto valor añadido.

Dos décadas después y con los cambios que se han llevado a cabo en la política científica de la Junta, pasó a convertirse en el Instituto Universitario de Investigación en Química Fina y Nanoquímica, un centro que ahora depende en exclusiva de la Universidad de Córdoba (UCO).

Su director es el catedrático Julián Morales, quien explica que el instituto está constituido por 13 grupos de investigación que “mantienen múltiples colaboraciones con equipos de otras universidades andaluzas”. Destaca el máster interuniversitario en Química en el que participan además de la UCO las universidades de Almería, Cádiz, Jaén, Huelva y Málaga. El catedrático asegura también que “los grupos mantienen estrechas colaboraciones con investigadores nacionales y extranjeros”.

Morales lamenta que el sector de la nanoquímica no alcance un elevado grado de conocimiento a pesar de su importancia e impacto “en sectores tan variados como la medicina, las tecnologías de la información, la construcción, la producción y almacenamiento de energía, la alimentación y el medio ambiente, la industria de la cerámica y el vidrio o cosmética”.

“Las perspectivas que se presentan son fascinantes, ya que la nanoquímica va a producir mejoras en muchos de los productos de consumo”, asegura. Entre los ejemplos que cita, se encuentran las nanopartículas de óxidos metálicos, especialmente de zinc y titanio, que son componentes de los protectores solares. Subraya también que los apósitos para quemaduras contienen nanopartículas de plata por su acción antibacteriana. También se emplean “en la elaboración de calcetines y otras prendas de vestir”.

Julián Morales indica que ya se han empezado a comercializar pinturas y recubrimientos con propiedades autolimpiantes “basados en la acción de nanopartículas de dióxido de titanio (sus propiedades fotocatalíticas, incrementadas al prepararlo con tamaño nanométrico, pueden aprovecharse para descomponer contaminantes atmosféricos en presencia de la luz solar)”.

El catedrático avanza que “las cremas para dolores musculares y articulaciones basadas en liposomas nanométricos o pastas de dientes con nanopartículas de hidroxiapatito (el mineral constituyente de huesos y dientes) serán de uso común para la regeneración de huesos y cirugía dental”.

Esta pequeña muestra de aplicaciones cotidianas “simplemente pretenden enfatizar las potencialidades de esta disciplina”, aclara y añade que “para otras muchas aplicaciones de mayores perspectivas como la producción de energía y su consumo más eficiente, la consecución de un medio ambiente más limpio o la resolución de muchos problemas de salud habrá que esperar y trabajar fuertemente para su desarrollo”.

En este punto, afirma que para lograr estos objetivos, “los países más desarrollados dedican importantes recursos tanto humanos como económicos” e insiste en que España “debe también potenciar las inversiones en nanotecnología, prestando especial atención a la nanoquímica, si no queremos perder el tren de esta segunda revolución industrial”.

De momento, los 136 investigadores que trabajan en el instituto continúan con sus proyectos englobados en las áreas de conocimiento de química analítica, química física, química inorgánica y química orgánica. Su trabajo fundamental, explica, “se centra en la realización de proyectos competitivos y contratos con entidades públicas y privadas”.

Al detalle, las investigaciones que se llevan a cabo en este centro, ubicado en el Campus de Rabanales, se orientan en tres objetivos: “Síntesis y caracterización de nuevos materiales relacionados con estructuras carbonáceas (como son las nanofibras, nanotubos, grafenos), nanopartículas, tamices moleculares y materiales supramoleculares”. Desarrollo de herramientas y procesos que engloban catalizadores, biocombustibles, baterías recargables, supercondensadores y dispositivos electroluminiscentes. El tercer objetivo son sistemas miniaturizados, sensores y plataformas analíticas.

Para entender la importancia de este tipo de investigaciones, el catedrático incide en su aplicación. Una de ellas, por ejemplo, es “la conversión y almacenamiento de energía, como la transformación de biomasa en combustibles, baterías que tarden menos en cargarse y que suministren mayores energías que las utilizadas en los móviles y aptas para vehículos eléctricos. Otra de estas aplicaciones son “las herramientas analíticas para la mejora de la salud y calidad alimentaria, como por ejemplo, nanopartículas funcionalizadas para el análisis de alimentos, extracción y cuantificación de fármacos y contaminantes basados en sistemas supramoleculares”. La protección del medio ambiente y mejora de la sostenibilidad, como el reciclaje de residuos agrícolas e industriales y descontaminación del agua y del aire, es otra de la aplicación.

En este punto, Morales recuerda que esta actividad investigadora “se puede realizar gracias a la captación de fondos tanto de entidades públicas como privadas”. Señala que en los últimos ocho años, “los grupos de investigación del instituto “han conseguido 140 proyectos de I+D+I de instituciones públicas y 53 proyectos y contratos con empresas”.

Subraya que la media anual de los fondos captados de 2011 a 2013 por los grupos de investigación del instituto supera los 1,6 millones de euros y destaca que entre 2005 y 2013, el número de artículos publicados en revistas internacionales de prestigio ha sido de 1.041, lo que representa en torno a un 45% de los artículos publicados por los grupos de investigación de la Universidad de Córdoba.

 

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