INVESTIGAR EN JAÉN

El aceite de oliva le gana el pulso al omega 3

  • Las grasas del pescado bloquean la acción del sistema inmunológico, mientras que el aceite de oliva estimula en el punto justo las células del encargadas de la defensa del organismo · Experimentos con ratones demuestran su eficacia en individuos inmunodeprimidos.

Los ácidos omega 3 tienen grandes propiedades cardiovasculares, pero afectan tanto los mecanismos de defensa del organismo que en individuos inmunodeprimidos pueden llegar a bloquear la respuesta ante las infecciones. Frente a este efecto, constatado en ratones, se ha comprobado que el aceite de oliva estimula el sistema inmunológico, haciéndolo más resistente a las enfermedades infecciosas.

El grupo de Microbiología e Inmunológica de la Universidad de Jaén que dirige el catedrático Gerardo Álvarez de Cienfuegos ha experimentado con ratones alimentados con aceite de oliva, aceite de pescado (omega 3) y aceite de girasol. La principal conclusión reside en la capacidad de las grasas del aceite de oliva para estimular los neutrófilos, células del sistema inmunológico responsables de la defensa del organismo frente a infecciones.

Los roedores, que suelen vivir un promedio de dos años, fueron recibieron esta alimentación durante un mes. Después fueron sometidos a un tratamiento con la bacteria infecciosa Listeria monocytogenes. “Los animales alimentados con aceite de pescado murieron rápidamente, los alimentados con aceite de girasol murieron en un término medio y los que se han alimentado con aceite de oliva han superado la infección de la bacteria”.

La investigación en torno a las propiedades del aceite de oliva, sus efectos en el organismo y las bases moleculares que sostienen esta capacidad para mejorar las defensas se ha constatado también en el caso de invididuos inmunodepridos. Estas conclusiones se han recogido en la tesis doctoral que acaba de leer en la Universidad de Jaén José María Cerón Rodríguez. En este caso se usaron agentes inmunosupresores en los ratones y el resultado fue semejante: el aceite de oliva fue el que consiguió la mayor curva de supervivencia.

Gerardo Álvarez de Cienfuegos explica que el aceite de pescado provoca una sobre estimulación de las defensas. Incrementa tantísimo los niveles de actividad de los neutrófilos “que el organismo se queda aturdido y en vez de reaccionar, no responde contra la infección, se bloquea”. Por el contrario, el aceite de oliva espolea los neutrófilos en el punto justo para hacer frente a los agentes infecciosos.

El catedrático pone el acento en el interés que tienen estas propiedades para los colectivos inmunodeprimidos, ya sea por la edad o por cuestiones de salud que comprenden desde la obesidad hasta los tratamientos oncológicos o los trasplantes.

Los beneficios de los aceites de hígado de pescado se empezaron a popularizar en los años 70. A aquellos investigadores les llamó la atención la prácticamente nula incidencia de los accidentes cardiovasculares entre los esquimales de Groenlandia. Fue entonces cuando comprobaron el efecto del aceite de hígado y los ácidos omega. También pudieron observar que si bien no sufrían enfermedades cardiovasculares, la incidencia de la tuberculosis sí era alta, precisamente por esa capacidad de estas grasas para bloquear el sistema inmunológico.

Sin embargo, la industria se encargó de subrayar la primera cualidad, mientras la segunda iba cayendo en el olvido prácticamente hasta la actualidad.  

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