La Universidad de Málaga cuenta con un grupo de oceanografía prácticamente por casualidad. Acoplado en la Escuela de Telecomunicaciones, donde las boyas, anclas neumáticas, cadenas y demás cachivaches marinos son una excentricidad, su génesis se remonta a la creación de este centro y al fichaje para el Departamento de Física Aplicada de Jesús García Lafuente, que antes había trabajado Instituto Español de Oceanografía.

El grupo suma más de medio centenar de publicaciones científicas. “Somos mucho más conocidos fuera que dentro”, matiza el investigador principal. Desde hace una década mantiene bajo control la evolución de las aguas mediterráneas en el Estrecho con el fin de comprobar cómo afecta el cambio climático.

El grupo tiene equipos instalados en el cabo Espartel, en aguas territoriales marroquíes, y dos o tres veces al año hace campañas en las que saca el instrumental del fondo marino, recoge los datos y vuelve a colocarlo. De hecho, ahora desarrolla de otra de estas campañas de campo en la que se espera poner en marcha una segunda estación en el denominado umbral de Camarinal, especie de collado submarino que separa el Mediterráneo del Atlántico.

Aunque todavía es pronto para poder tener un diagnóstico preciso sobre los efectos del cambio climático en las aguas mediterráneas Jesús García Lafuente apunta que se aprecia una salinidad creciente.

Este trabajo se ha financiado con cargo a los sucesivos planes nacionales de I+D. El catedrático que lidera este grupo de oceanografía subraya la importancia de que no se corte el respaldo económico porque, por una parte, se desperdiciaría la información recogida durante la última década y, por otra, los científicos locales perderían el liderazgo en la investigación de lo que ocurre en el entorno más inmediato.