INVESTIGAR EN CÁDIZ

¿Y si la gran ola llegara mañana?

  • Hace 260 años el terremoto de Lisboa y el 'tsunami' que generó causaron más de un millar de muertos en Cádiz · Los expertos abogan por la autoprotección y el conocimiento de la ciudadanía para prevenir los efectos de otro fenómeno de características similares · El Gobierno aprobará en breve una directriz ante el riesgo de maremotos.

El presidente del IERD, José Antonio Aparicio, explica cómo afectó el maremoto de 1755 a la playa de La Caleta./ JESÚS MARÍN

¿Y si la gran ola llegara mañana a nuestras costas? ¿Estarían la ciudad y la provincia preparadas para afrontar un maremoto y la posterior recuperación de la catástrofe? ¿Somos conscientes de cuáles son las medidas a tomar si el océano se enfureciese como lo hizo hace 260 años? Usted, ¿cómo actuaría?

Porque suceder, sucederá. No se sabe cuándo pero pasará. Seguro. En eso coinciden los expertos sobre la materia, de los que una buena representación se ha reunido en Cádiz en las jornadas técnicas El riesgo de maremotos en la Península Ibérica a la luz de la catástrofe del 1 de noviembre de 1755. El encuentro que ha vuelvo a situar en la cresta de la ola ese runrún de que Cádiz pueda vivir una situación similar a la acaecida hace más de dos siglos, una marea de especulaciones acerca de la que nadie parece atreverse a emitir ninguna certeza más que la de su repetición irremediable.

De aquel histórico y terrible episodio nos queda la crónica de cómo el capellán Francisco Macías paró las aguas con el estandarte de la Virgen de la Palma, que aún se conserva en la parroquia gaditana y que está pendiente de restauración. Hoy se siguen echando en falta medidas concretas y cercanas a la gente que poner en marcha ante una catástrofe de tal magnitud.

En países acostumbrados a los fenómenos sísmicos como Japón existe un sistema de alerta temprana que estima la posibilidad de tsunami tras un terremoto y, posteriormente, se ofrece información automática y actualizada a la ciudadanía a través, por ejemplo, de sus dispositivos móviles. ¿Y España? "Estamos trabajando en ello", afirma José Manuel Calvo Hurtado, vicepresidente del Instituto Español para la Reducción de los Desastres (IERD). "El tema de los tsunamis ha sido algo tabú, dormido porque no suelen ocurrir, y esto ha originado que tendamos a olvidarnos de ellos y dejemos las cosas siempre para mañana", explica el experto. Así que "estamos desarrollando sistemas de alerta temprana porque los terremotos -y los posteriores maremotos- no son predecibles; sólo podemos saber que hay fallas, movimientos en placas tectónicas pero no cuándo pueden ocurrir, como sucede en la campaña estival ante el riesgo potencial de incendio forestal. No existe hoy tecnología que nos permita predecir cuándo se producirán y el que lo descubra será Premio Nobel. Cuando haya un terremoto importante (de aproximadamente 8 grados en la escala Richter) va a temblar toda España, no será algo aislado, y ya se trabaja para disponer de medidas para alertar de tsunamis, desde el temblor principal hasta que llega a la costa. Alrededor de 45 minutos para avisar a través de la tecnología que está al alcance de todo el mundo: mensajes móviles, pantallas led...", asegura Calvo.

Según relata también Emilio Carreño, director de la Red Sísmica Nacional y uno de los ponentes de las jornadas celebradas en Cádiz, "posiblemente este mes se publique en el BOE la Directriz Básica de Planificación de Protección Civil ante el Riesgo de Maremotos". De esta manera, España contaría al fin con un protocolo de actuación y el Instituto Geográfico Nacional (IGN) trabaja, por otra parte, desde hace tiempo en la creación de una red de alerta de tsunamis. "Esta directriz servirá para establecer planes específicos en caso de maremotos. Mientras, están los planes territoriales de emergencia. Es a partir del tsunami del Océano Índico de 2004 cuando se empieza a tomar conciencia a nivel internacional acerca del asunto. En Cádiz existe un Plan de Emergencia Municipal pero aun cuando no haya nada, el plan básico es salvar la vida, a uno mismo y a los de alrededor", admite José Antonio Aparicio Florido, presidente del IERD.

Al respecto, Aparicio comenta además que "si hay un gran terremoto en España nadie va a venir a Cádiz a ayudarnos y sólo nos llegará una parte de los recursos disponibles, así que hasta que no exista un plan general todos tenemos que ayudarnos y contribuir a la recuperación de la vida normal. Existen recomendaciones genéricas a nivel internacional aunque los efectos de un terremoto son distintos según si la zona puede o no evacuarse. No hay recomendaciones específicas porque aún no se ha planificado el riesgo de tsunamis", pero sí existen algunas normas de sentido común en caso de producirse un maremoto. "Bajo ningún concepto hay que situarse en el trayecto de la marea, ni permanecer en zonas al aire libre o en la playa. Hay que evitar también evacuar a la población y subir a edificios de cierta altura, unos 4 o 5 pisos -lo que se conoce como evacuación vertical-", aunque es "difícil saber cómo será la reacción de los ciudadanos. Es verdad que a raíz del estreno de la película Lo imposible la gente ha tomado conciencia sobre cómo actuar pero no a todos nos llegan este tipo de mensajes. Habrá siempre quien intente evacuar y ese fue, precisamente, el error de 1755. La gente murió en el camino de Puertatierra a La Isla".

José Manuel Calvo prefiere no alarmar a la población. "No hay motivos para propagar el miedo, simplemente hay que tomar conciencia del hecho, como cuando te pones el cinturón de seguridad en el coche: uno no se monta pensando en que se va a estrellar, son medidas de protección inherentes a la vida misma". ¿Qué hacer entonces si llega esa gran ola? "Hay que remarcar el concepto de autoprotección en cuatro líneas: en la vivienda, centros educativos, empresas y lugares de ocio. Es decir, los sitios donde se pasa la mayoría del tiempo", explica. "Exigir un plan de autoprotección al tiempo que el lugar donde vivimos está desprotegido no es coherente. La responsabilidad es más del ciudadano que de las administraciones. Hay que exigirse a uno mismo, tener conocimientos básicos sobre cómo actuar y de la propia historia".

Podría ser mañana, dentro de 500 o 1.000 años ya que "no existe una fórmula matemática que indique con precisión si ocurrirá o no porque el período de recurrencia es muy largo", dice Calvo, que concreta que "no hay zonas de riesgo sino de mayor exposición. Hay un porcentaje de la ciudad de Cádiz que está bastante elevado sobre el nivel del mar y no habría necesidad de evacuarlo, como Puertatierra, Campo del sur o la zona de Santa María del Mar. Y son edificios donde cabe muchísima gente. Si llegara un tsumani habría que subir al primer edificio que se vea. Reunificar a la familia ante un maremoto es un gran error ya que se produciría un tráfico interior en la ciudad que expondría al riesgo a mucha gente". Así, en esta línea, empresas o centros educativos "tienen que protegerse desde esos mismos lugares, es su responsabilidad elaborar medidas al respecto y, pasada la amenaza, atender a instrucciones".

Coincide Aparicio en que "debemos aprender del pasado, mantener vivo el recuerdo del maremoto de Cádiz". Desde el IERD "reunimos a toda la comunidad científica para compartir la información sobre la materia y volcarla en la reducción de desastres. La alarma viene del desconocimiento: cuanto más sepamos, mayor seguridad. Los ciudadanos son los primeros intervinientes. Con un conocimiento simple se puede salvar la vida". 

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