Análisis

Las mujeres siguen fuera de las aulas de las carreras técnicas

  • Las alumnas son mayoría en todas las áreas de conocimiento salvo las ingenierías por culpa de modelos sociales sexistas, unos inconscientes y otros expresos

Encarna Maldonado

John mejor que Jennifer. Jo Hadelsman, de la Universidad de Yale, ha dirigido una investigación que pasaba por pedir a 127 profesores de seis de las mejores universidades de Estados Unidos que evaluaran el currículum de dos candidatos que aspiraban a un puesto de jefe de laboratorio. Los dos historiales académico profesionales eran idénticos, salvo por el detalle de que en uno el aspirante era un hombre y en el otro una mujer. Ambos eran también ficticios pero eso no lo sabían los evaluadores. John obtuvo una calificación de cuatro puntos. Jennifer 3,3. El puesto debía ser para él.

Este estudio demuestra que existe machismo, aún cuando sea inconsciente, y que esa circunstancia limita la carrera científica de las mujeres, frente a opiniones que sugieren que son las mujeres las que tiran la toalla porque no están dispuestas a hacer determinados sacrificios personales. Mercedes Siles, catedrática de Álgebra de la Universidad de Málaga y vicepresidenta en Andalucía de la Asociación de Mujeres  Investigadoras y Tecnólogas subraya que el sexismo es más persistente de lo que se quiere reconocer y esa es la razón de por qué hay tan pocas mujeres en el campo científico técnico. Las ingenierías a duras penas llegan a tener un 25% de alumnas en sus aulas a pesar de que el porcentaje de mujeres en las universidades alcanza el 55%. Este campo no ha registrado el mismo proceso de feminización que han vivido las ciencias sociales y jurídicas, con mayoría de mujeres estudiando titulaciones como Derecho, o las ciencias de la salud, donde también son mayoría  en Medicina a pesar de que es la carrera que exige la nota de acceso más alta de todo el panorama universitario.

Mercedes Siles subraya que la responsabilidad es de esos modelos sociales masculinizados que imperan. "Tenemos asumido que un informático es un hombre pegado las 24 horas del día al ordenador y que a una mujer eso no le apetece".

Cree que es necesario que el cine y la televisión contribuyan a cambiar estos estereotipos y lamenta que en series como Big Band Theory, dirigida al público adolescente, los protagonistas sean cuatro científicos jóvenes y superdotados, mientras que las protagonistas son tres y de ellas la guapa es camarera y la neurobióloga, fea.

Julia de la Fuente, vicerrectora de Estudiantes de Sevilla, ingeniera química y ex directora de la Escuela Politécnica, recuerda que esos modelos sociales están muy interiorizados. "En las guarderías las niñas tienden a jugar con muñecas y los niños con camiones", puntualiza. Y aunque reconoce que se avanza en sentido positivo, "hace años difícilmente podías encontrar una alumna en un aula de una carrera técnica", cree que también influye el "reconocimiento social. La sociedad no ve lo mismo a un hombre ingeniero que a una mujer ingeniera", cosa que sí ha sucedido por ejemplo en determinados campos de la medicina "donde las mujeres sí tienen más hueco profesional".

Fabio Gómez-Estern, director del Departamento de Ingeniería de Sistemas y Automática de la Universidad de Sevilla recuerda que su abuela, ingeniera química, fue quien lo formó en matemáticas  y resalta las facilidad de las mujeres para esta materia, aunque sí ha advertido en las titulaciones de informática "que, a igualdad de cualidades, las alumnas se enganchan menos que los alumnos".

Mercedes Siles recuerda cómo en sus tiempos de instituto todavía existían asignaturas sobre hogar y electricidad concebidas para el alumnado de uno y otro sexo. Cree que para luchar contra ese legado de la tradición hay que ir a los centros de enseñanzas medias a  explicar a los adolescentes qué es la ciencia y la tecnología y  ofrecerles una imagen atractiva de estos estudios. Desde este punto de vista critica que el cine y la televisión, como principales agentes creadores de modelos sociales, presenten a los científicos como tarados, asociales, locos y, en el mejor de los casos, como personas cuadriculadas. "Todo esto empezaría a cambiar algo si surgieran series y películas similares a las que se hacen de médicos y abogados".

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