INVESTIGAR EN HUELVA

Los nuevos plásticos también son inteligentes

  • Desarrollan materiales a partir de proteínas vegetales y animales que no solo son biodegradable en 50 días, sino que también pueden tener propiedades antibacterianas o contener biofertilizantes para abonar los suelos una vez que sean desechados · Químicos de Huelva han conseguido con técnicas de nanotecnología un plástico a partir de la clara del huevo.

Se bombardea a la opinión pública, con bastante frecuencia, sobre los efectos nocivos del plástico en el medio ambiente. Su largo proceso de biodegradabilidad le convierte en un elemento pernicioso del que, desde el mundo de la ciencia, se tomó buena cuenta hace ya tiempo. De alguna manera vivimos en la civilización del plástico. La opción planteada, y más factible, no era tanto prescindir de él, lo que parece una tarea titánica y de dudosos resultados sino que tenga una composición menos dañina para el entorno. Este es el objetivo de científicos del Departamento de Ingeniería Química, Química Física y Química Orgánica de la Universidad de Huelva (UHU). Se trata de una investigación que arrancó en 2004.

La profesora Inmaculada Martínez García (en la fotografía con miembros del equipo de investigación), recuerda que un material bioplástico, se clasifica de forma general y según la Asociación Europea de Bioplásticos (European Bioplastics), en dos categorías principales: Los denominados plásticos procedentes de biomasa (de recursos renovables) y los polímeros biodegradables que cumplen con los criterios científicos recogidos en las normas de biodegradabilidad y compostabilidad (EN 13432 y EN 14995, ISO 17088 o ASTM D-6400). Dada la casi omnipresencia del plástico en nuestra sociedad, el desafío es enorme y apasionante. Desde la Universidad de Huelva se trabaja en crear plásticos cuyo origen no sea el petróleo y, aunque empezaron con el gluten, su esfuerzo está centrado a día de hoy en la obtención de bioplásticos a partir de nuevas las proteínas de origen animal y vegetal que sean biodegradables en un tiempo no superior a los 50 días. El producto parece, de por sí, con unas propiedades suficientemente atractivas como para venderse por sí solo pero los científicos de la Onubense quieren ir más allá.

El material que sustituya al tradicional del petróleo también debe resultar interesante para los futuros fabricantes. Uno de los desafíos es que éstos no tengan que cambiar su equipamiento a la hora de reemplazar la materia prima tradicional por la proveniente de las proteínas: “Partimos de una materia prima que resulta algo más cara que los polímeros procedentes del petróleo, sin embargo, el proceso de fabricación de estos biopolímeros requieren menores temperaturas de procesado que convencionales, lo que permite ahorrar energía, una ventaja que se une a la posibilidad de emplear la misma maquinaria que en la fabricación de plásticos tradicionales”.

Junto a todo ello, se pretende que estos nuevos plásticos tengan propiedades similares a los tradicionales. Esa es la razón por la que el grupo de investigación da un paso adelante: “Intentamos que los materiales aporten algunas propiedades que incrementen su valor añadido”. Ya han obtenido bioplásticos con capacidad antimicrobiana para la fabricación de envases inteligentes para alimentos.

Otro camino para lograr esas mejores propiedades en los bioplásticos es el de la nanotecnología. El proceso, en este caso, se realiza “modificando la estructura del plástico en con nanopartículas. Trabajamos para introducir nanoarcillas en la matriz polimérica para obtener una estructura tipo nano que dará lugar a nuevas propiedades en el plástico” y que de, algún modo, puedan competir con las propiedades de los plásticos convencionales.

A través de la adición de nanoarcillas, ya se está obteniendo un “material muy interesante, formulado a partir de la proteína de la clara del huevo (albúmina)”. Ese material se ha conseguido por un procedimiento termomecánico que es el tradicional en la obtención de los plásticos.

El objetivo final es nada menos que crear “plásticos a la carta”. Un ejemplo de esto se ve en los que se destinan a uso agrícola. La idea es “incluir en la propia matriz polimérica de estos plásticos biodegradables fertilizantes que puedan liberarse lentamente en el tiempo”.

La elaboración de bioplásticos y biofilmes ha tenido ya traslación a la industria con la fabricación de bolsas de plástico biodegradables si bien las potencialidades están aún por implementarse en su inmensa mayoría. Lo que sí ya se puede dar por cierto es que en el futuro el plástico dejará de ser un producto útil pero amenazador para convertirse en un aliado. 

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