Universidad de Málaga

Ochenta y seis alumnos se suman al programa para deportistas de élite

  • El Estatuto del Deportista Universitario permite cambiar turnos y aplazar exámenes si deben atender las competiciones.

  • Único programa en Europa para combinar los estudios con el golf de alto rendimiento.

Ochenta y seis deportistas profesionales estudian en la Universidad de Málaga en gran medida gracias al respaldo que les proporciona el Estatuto del Deportista Universitario, un documento aprobado en 2013 que les da respaldo legal para poder adaptar la vida académica a los compromisos deportivos. El director de deportes, Pedro Montiel, subraya que ésta es la primera institución académica de España y la única de Andalucía que cuenta con un documento legal de estas características. “Vimos que los deportistas tenían muchos problemas para cambiar los turnos o aplazar un examen cuando les coincidía con una competición, por lo que pensamos que era importante disponer de un marco que les garantizara la conciliación y les proporcionara flexibilidad”.

Aprobada la herramienta, tuvo que empezar una campaña de “pedagogía” por los centros y departamentos para que se entendiera su función. En la actualidad en cada centro hay un docente que ejerce de interlocutor para armonizar las responsabilidades universitarias con las deportivas.

Entre los 86 deportistas profesionales acogidos a este estatuto figuran los 11 estudiantes del programa de excelencia de golf y los ocho del equipo de fútbol sala UMA-Antequera. La primera iniciativa la puso en marcha el emprendedor Javier Martín Montalvo en alianza con la Universidad de Málaga en 2014 y por el momento es la única opción europea que existe para combinar golf de alto rendimiento con estudios universitarios sin tener que irse a un campus de Estados Unidos.

De los 11 alumnos del University Golf Program Málaga solo uno es de esta provincia. Cinco proceden de diferentes puntos de la geografía nacional (Córdoba, Mallorca, Zaragoza, Canarias, Ciudad Real y Mérida), cuatro de países europeos (Austria, Reino Unido, e Italia) y, por el momento, el neoyorkino Ryan Henn es el único estadounidense, aunque también tiene nacionalidad alemana.

Javier Martín Montalvo afirma que el programa de la UMA ofrece garantías que no siempre se encuentran en los campus estadounidenses: “Hay alumnos que empezaron allí y han vuelto, unas veces porque la parte académica no se cuidaba y apenas tenían dos horas de clase a la semana, y otras porque realmente no podían mantener un ritmo de entrenamiento de calidad”.

Ryan Henn destaca la calidad del equipo, “que es buenísima”, junto a su coste, otro aspecto que no es menor porque un curso académico en una institución académica de su país que combine el golf de alto rendimiento con los estudios cuesta en torno a 50.000 dólares anuales, frente a los 12.000 euros del programa en Málaga.

El plan diseñado para los estudiantes contempla clases matutinas de lunes a viernes, entrenamientos vespertinos en el campo de golf del Guadalhorce, salvo en periodo de exámenes, y preparación física otras tres tardes a la semana en el pabellón deportivo de la Universidad de Málaga. Los fines de semana toca competición. Además, disponen de tutores académicos que les apoyan en la residencia universitaria para que no se queden atrás en clase. El resultado es que el porcentaje de aprobados alcanza el 90%. El expediente académico se valora para ser aceptado en el programa.

El equipo dispone de una psicóloga experta en deporte, preparadores físicos, una empresa que se encarga de la dirección técnica e, incluso, de un conductor que cada día se ocupa de sus traslados, tanto académicos como deportivos.

Seis alumnos estudian Administración y Dirección de Empresas (ADE), mientras el resto sigue las titulaciones de Psicología, Química, Ciencias del Deporte e Ingeniería Mecánica. El neoyorkino Ryan es una excepción porque aprende español en la UMA con la intención de empezar el curso próximo el grado en Matemáticas.

Víctor Pastor, alumno de Psicología de 22 años y jugador de la selección nacional de golf, subraya la calidad de las infraestructuras deportivas que tienen los estudiantes, así como la oportunidad de poder quedarse cerca de su Córdoba natal “sin tener que irme a América”. “Es un buen equipo, es un buen programa y está muy bien estructurado para compaginar deporte y estudios”, indica Andrea Gobatto, estudiante de segundo de ADE de 19 años y nacionalidad italiana. Llegó el año pasado a Málaga sin hablar una palabra de español y acabó el curso con nueve de 10 asignaturas aprobadas. Su compañero Christian Asensio, zaragozano de 19 años y también alumno de segundo de ADE, agrega que al terminar bachillerato tenía la opción de irse a Estados Unidos “o vivir y estudiar en mi país”.

La carrera deportiva conjuga el entrenamiento intensivo con la competición en los torneos que organiza las federaciones nacional y andaluza de golf, además de encuentros universitarios. Javier Martín Montalvo precisa que la falta de una liga universitaria de golf potente se ha suplido con la organización de competiciones con otros equipos de estudiantes europeos de alto rendimiento. La última, ha sido contra la universidad escocesa de Saint Andrew. Además, los jugadores que todavía no han alcanzado un grado deportivo adecuado para acudir a los grandes desafíos profesionales se foguean en los torneos que organizan los diferentes campos de golf de la provincia.

El programa empezó en el curso 2014/2015 con tres alumnos. El año pasado tuvo ya ocho, este 11 y para el próximo curso ya cuentan con una alemana y un inglés del equipo nacional. “Creemos que habrá un empujón importante”, pronostica Javier Martín Montalvo. Por el momento, la iniciativa está encontrando su público fundamentalmente por el “boca oreja”. Por ejemplo, Ryan Henn desembarcó en la Universidad de Málaga después de que padres de golfistas junior europeos le hablaran de este programa a su madre durante un torneo en Florida.

Los alumnos del University Golf Program Málaga empezaron a jugar siendo muy niños y casi sin excepción aspiran a hacer carrera deportiva, aunque sin dejar de tener los pies en la tierra. “Me gustaría dedicarme profesionalmente al golf, pero sé que es complicado, por eso tampoco descarto poder aplicar mi titulación en ADE en este mundo, por ejemplo en la gestión de campos de golf”, apunta Christian Asensio. “Intentaré crecer en el golf, pero también es importante tener un papel que acredite tu futuro”, añade Andrea Gobbato, mientras Víctor Pastor subraya la importancia de dedicarse a la psicología deportiva sabiendo qué es la competición y las renuncias que implica.

El University Golf Program Málaga, que solo cuenta con una mujer golfista en sus filas, la estudiante de Ingeniería Química Alba González, procedente de Mérida, es la segunda iniciativa de excelencia deportiva que acoge la Universidad de Málaga. El pionero fue el equipo de fútbol sala UMA-Antequera, que no solo juega en la liga universitaria, sino también en la profesional. De hecho, el año pasado se midió a los grandes en primera división, aunque terminó la temporada descendiendo a segunda.

Miguel Fernández es uno de sus ocho jugadores. Alumno de Magisterio, ha cambiado su expediente desde la Universidad de Granada a Málaga expresamente porque aquí puede seguir su trayectoria deportiva. “Si no existiera este equipo no habría venido”, concluye. A sus 23 años subraya el interés añadido que le merece el trabajo retribuido que realizan los ocho jugadores del equipo como monitores de la Red Blue, escuela de fútbol sala de la UMA a la que asisten 160 niños cuatro a 14 años, porque centrará su proyecto de fin de grado en esta experiencia.

Juan Ramón Ruiz también acaba de llegar atraído por el fútbol sala desde la Universidad de Córdoba donde estudió Magisterio para seguir ahora la titulación de Historia en Málaga. “El nivel de este equipo es alto”, subraya. Miguel Conde, sin embargo, ha jugado cinco temporadas con el UMA-Antequera mientras estudiaba Relaciones Laborales, carrera que termina este año con la vocación de hallar pronto un empleo en la profesión para la que se ha preparado académicamente. Formar parte del equipo durante estos años “me ha facilitado mucho las cosas. Me ha permitido congeniar con otras personas y compartir valores”, puntualiza. Sin embargo, ninguno de ellos baraja la carrera deportiva como una opción sólida de futuro. Un deporte minoritario en tiempos de crisis no ofrece grandes expectativas profesionales.

Juan Antonio Borrajo Tete es significativamente el más veterano del UMA-Antequera. A los 19 años dejó en stand by los estudios de Magisterio para dedicarse al fútbol sala profesional. Eran los tiempos del boom económico, cuando un jugador de una disciplina como ésta podía vivir desahogadamente e incluso crear un pequeño colchón para el futuro. Jugó en equipos profesionales de media España hasta que a los 33 años llegó al final de su carrera.

En 2008, de regreso a Málaga, ya casado y con una hija, fue el propio equipo el que le sugirió terminar los estudios y reengancharse como jugador. En la actualidad trabaja como profesor de religión en el colegio Torre Jaral de Valle Niza y sigue vinculado al UMA-Antequera porque, a sus 42 años, sigue siendo alumno de la institución académica. Ahora del grado de Psicopedagogía.

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