plaza nueva | ANa Arillo Jiménez

"La ciudad era un fenómeno exógeno a la Expo del 92"

  • Casada con un andalucista gallego, en la Alcaldía de Rojas-Marcos fue delegada del distrito Este y de Juventud, desde donde coordinó a la legión de tres mil cicerones que actuaron de guías en la Expo 92

Participó en la conquista del Oeste (la Expo) desde el distrito Este. Ana Arillo (Sevilla, 1942) lleva casi medio siglo de lealtad política y profesional a Alejandro Rojas-Marcos, que en 1991 la sacó de la retaguardia.

-Su época de concejal se une a una palabra: los cicerones...

-Cuando llegamos al Ayuntamiento en 1991, con la Alcaldía de Alejandro, la ciudad era un fenómeno absolutamente exógeno a la Expo. El mundo entero iba a venir a Sevilla. Tuvimos tres mil voluntarios, la mayor parte gente joven. Muchos lo recuerdan, lo añoran, tienen su página en Facebook, salieron hasta matrimonios.

-¿El 'matriarcado' de Sevilla era hándicap para el andalucismo?

-Con generosidad y mano abierta, no tenía por qué ser problema. Sevilla tiene que ser compañera y solidaria con las siete provincias. Esa Sevilla que se mira al ombligo continuamente no me gusta nada.

"El día del primer Pleno de 1979 pusieron una bomba en la sede del PSA. Yo estaba embarazada"

-¿Cómo surge su andalucismo?

-En el colegio, en las Carmelitas de Bustos Tavera, la profesora de Formación del Espíritu Nacional nos hablaba de líderes independentistas de la República y que en Andalucía hubo algún sector nacionalista. Se me quedó grabado ¿Por qué no? Empecé a trabajar con Alejandro y con él como maestro descubrí el compromiso político con Andalucía en la época negra de la dictadura.

-¿Cómo se compromete?

-Le puedo decir que mis dos hijas crecieron en ese compromiso con la política con mayúsculas. Me fui a Madrid con Alejandro y allí conocí a José Antonio, un gallego de una aldea de Orense que se convertiría en un gran andalucista. Alejandro tiró de él para acá.

-El vínculo de Blas Infante y Castelao...

-De Rojas-Marcos y Castelao. Blas Infante llegó mucho más tarde.

-¿Un andalucismo en familia?

-Mi hija mayor, Paz, nace en Madrid en 1974, en su cochecito llevábamos panfletos y libros prohibidos de Francia. Yo estaba embarazada de Esperanza cuando pusieron una bomba en la sede del PSA. Fue el mismo día que se celebraba el primer Pleno del Ayuntamiento que salió de las municipales del 79. La bomba estalló en el hueco de la escalera y destruyó la sede preciosísima de Sierpes, 50.

-Paz y Esperanza. Dos palabras que aparecen en la primera estrofa del himno de Andalucía.

-Les digo que yo soy el sol de nuestra tierra para completarlo. A Paz le pusimos ese nombre como contrapunto del Orden Público. Y ella, con cuatro años, propuso para su hermana el nombre de Esperanza por su madrina.

-Dicen que en el distrito Este le pisó los talones al PSOE...

-Se creció mucho en aquella zona. Estamos hablando de un distrito de 165.000 personas con barrios como Amate, Torreblanca, Tres Barrios, Su Eminencia, Parque Alcosa, Sevilla Este, Cerro del Águila, cuya hermandad es la única que el Martes Santo sale y entra con el himno de Andalucía.

-¿Alejandro será un símbolo?

-Lo es y ha sido, lamentablemente se le reconocerá cuando ya sea un poco tarde. Ha sido una persona muy importante para Andalucía y no se le ha reconocido. Es tan discreto, tan peculiar, no le gustan las grandes alharacas y exhibiciones en contra de lo que la opinión pública y publicada cree.

-¿Quedó huérfana sin partido?

-El partido desapareció como estructura; el sentimiento y el compromiso andalucista no decaen. Andalucía siempre los necesitará.

"Los cicerones eran tres mil voluntarios que todavía lo recuerdan, lo añoran, de allí salieron hasta matrimonios"

-¿Una imagen de la Expo?

-Llevábamos seis meses en el Ayuntamiento, tuvimos tantísimo trabajo que no me puedo centrar en una cosa. Mi mejor recuerdo es el de esas personas que lo dieron todo por su ciudad. Ahora está de moda hablar de la preparación de la juventud... Hace 25 años eran jóvenes serios, trabajadores, que hablaban idiomas.

-¿Qué hacen Paz y Esperanza?

-La mayor es documentalista y licenciada en Historia Contemporánea. Su hermana, arquitecta. Trabajan en una cooperativa de técnicas de comunicación.

-¿El distrito es el antídoto contra el despacho?

-Se hicieron cosas muy importantes: los talleres de la mujer, que aparte de pintar o coser eran espacios de convivencia, de igualdad. Por el distrito apareció siendo una niña Pastora Soler. Se potenció el deporte de base; se dotó de infraestructuras a zonas que no las tenían. Llevamos el agua corriente al barrio de la Música y legalizamos las viviendas de Palmete, viviendas de autoconstrucción de gente de aluvión de la provincia y del resto de Andalucía que no tenían ni un papel.

-Cuatro años de concejal con Rojas-Marcos y ocho de jefa de servicio con el PP de Soledad Becerril y el PSOE de Monteseirín. ¿Cuál era más permeable?

-Es muy complicado gobernar en coalición. Depende de la correlación de fuerzas.

Solera. En la Feria de 2015, Ana Arillo, de izquierda a derecha, con Juan Ortega, Alejandro Rojas-Marcos y Juan Ramírez Corro. Su alcalde entre 1991y 1995 y dos ex delegados de Deportes.

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