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ESTUDIANTES EN EL EXTRANJERO

Vivir como un 'erasmus'

  • Los estudiantes que se acogen a la beca europea se quejan del poco dinero que reciben. La Junta ha propuesto un complemento de 350 euros como solución

En el pequeño aeropuerto Galileo Galilei de Pisa suena una voz italiana que anuncia la salida del vuelo directo a Sevilla. En el avión se encuentra Pietrangelo Piro, un florentino que regresa a la capital hispalense tras unas breves vacaciones en su ciudad natal. Unos días con la familia le han dado fuerza para afrontar los inminentes exámenes. Pietrangelo lleva diez meses en Andalucía con una beca Erasmus. Pero Pietro, como le llaman sus amigos, no sólo estudia aquí sino que también trabaja de camarero cerca de La Maestranza. Sólo con el dinero de la beca no puede vivir.

España es el país que más estudiantes acoge de la Unión Europea, principalmente italianos, franceses y alemanes. Esta beca permite a los jóvenes conocer otras culturas y costumbres pero las asignaturas no siempre se corresponden y la beca no cubre todos los gastos.

Pietro estudia Formación, Desarrollo y Gestión de Relaciones Humanas, una carrera que no existe en Andalucía, de ahí que sus asignaturas estén distribuidas entre las facultades de Filosofía, Ciencia del Trabajo y Psicología. “Mi beca era sólo de seis meses, pero como aquí las asignaturas son anuales, si vuelvo a Florencia no habrá servido de nada, por esta razón he prolongado la beca otros seis meses”. El problema que tiene ahora el italiano es que sólo le han asignado 1.200 euros y la comisión ya ha repartido todo el dinero del curso 2007/08 entre los erasmus. “No queda dinero para los que hemos prolongado la beca y encima, aún no he visto ni un euro de los 1.200”, se queja Pietro. “Trabajé en un restaurante en la Alameda de Hércules y ahora en un bar cerca de La Maestranza, además comparto piso con otros dos italianos, así puedo ahorrar algo”, retoma. No obstante, Pietro reconoce que la vida en Sevilla es mucho más barata que en Italia. “Aquí puedo gastar aproximadamente 500 euros al mes, mientras que en Florencia necesitaría unos 900 euros”. Un ejemplo es el bonobús de 10 viajes. “Aquí cuesta 5 euros y allí 11”. A pesar de todo, Pietro se ha adaptado perfectamente, y ya el idioma no es ningún problema para él, salvo leves torpezas en su pronunciación.

El florentino ha hecho muchos amigos, entre ellos el holandés Hubdert Alexander van Wijk que llegó a Andalucía en febrero con una beca de seis meses. Su carrera tampoco existe aquí y las asignaturas que apruebe en Antropología, Geografía e Historia sólo le sirven como créditos de libre configuración. En Holanda tienen una filosofía distinta y el gobierno concede una especie de préstamo a todos los estudiantes. Con este dinero, los 1.200 de la beca y sus ahorros puede vivir. “Antes de venirme me dieron todo el dinero salvo los últimos 200 euros que me ingresarán cuando presente una memoria sobre mis seis meses en Andalucía”, comenta Alexander.

No sólo los extranjeros se quejan de lo escasas que son las becas Erasmus, populares en toda la Unión Europea. Los españoles también tienen problemas para sobrevivir en el extranjero y Andalucía, teniendo en cuenta su población, es una de las regiones que menos alumnos aporta al programa. Sólo un 1,54% de los universitarios andaluces han participado este curso en el programa según el Organismo Autónomo de Programas Educativos Europeos. Existen otras ayudas que complementan la beca Erasmus, pero se rigen por el mismo baremo que ésta, igual que la beca del Ministerio de Educación. “Ni siquiera me preocupé en echar los papeles porque como nunca me han dado la beca del Ministerio pensé que tampoco me iban a conceder la ayuda complementaria, ya que los requisitos son los mismos”, reconoce Rafael Moya, estudiante de Turismo en Jerez. Ahora la Junta de Andalucía ha anunciado que para el curso que viene otorgará una beca complementaria de 350 euros mensuales a los estudiantes andaluces que se acojan al programa Erasmus. De este modo, las mensualidades que recibirán los universitarios alcanzarán los 600 y 900 euros, según la cuantía de la beca base.

El gaditano Rafael Moya se marchó el pasado agosto a Suecia durante cuatro meses, concretamente a Borlänge, a unos doscientos kilómetros al norte de Estocolmo. “La beca que me dieron fue ridícula, sólo 1.000 euros. Con ese dinero ni siquiera pude cubrir el alojamiento, que costaba 300 euros al mes. No salen las cuentas”, explica Rafael. Vivir en Borlänge le costaba unos 800 euros mensuales, “aunque la vida en Estocolmo es mucho más cara”.

No todo son apuros económicos y estudios, también hay fiestas, diversión y algún que otro susto. Cuando llegó José Castro Sierra a Florencia tuvo que buscar piso. Todo una odisea. “La casera nos timó y el piso que nos iba alquilar a una amiga y a mí estaba en unas condiciones pésimas. Eran las siete de la tarde y no sabíamos dónde íbamos a dormir. Me veía durmiendo en un banco de la estación de autobuses, pero al final, otro español de Erasmus nos acogió en su casa”, recuerda el joven estudiante de periodismo, “ahora me río pero en aquel momento lo pasé muy mal”.

Las becas Erasmus también son conocidas por sus fiestas “y los españoles tenemos que alardear de nuestras especialidades culinarias”, afirma Rafael. Una fiesta “a la española”, con su tortilla de patatas y cerveza fresquita, celebró el joven con sus amigos en la residencia de Borlänge unas semanas después de su llegada. Una reunión que congregó además a holandeses, franceses y marroquíes. Son seis o doce meses lejos de la familia pero todos coinciden en afirmar que se trata de una experiencia que volverían repetir. Pietrangelo tiene suerte, aún le quedan dos meses para volver al aeropuerto de Pisa.

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