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LA CALLE POR IGNACIO MARTÍNEZ

El partido siempre tiene la razón

Un amigo artista, curioso coleccionista de símbolos, se trajo el año pasado de Berlín varias joyas de anticuario. Una era un tomo propagandístico del III Reich, del imperio nazi, en el que se veía a Hitler dar la primera paletada de tierra a una carretera hacia 1933. La primera autopista europea. Otro, era un letrero muy prusiano, lema del Partido Comunista de Alemania, liderado por Walter Ulbricht en los años 50 en la desaparecida RDA. En alemán, el texto decía Die Partei hat immer Recht. Lo que en castellano significa “El partido tiene siempre la razón”. Me impresiona esta frase del totalitarismo comunista, que sería intercambiable con las arengas nazis. El problema en ambos casos es quién representa al partido. En general, en dictaduras como las mencionadas, es el jefe. Un jefe con quien se practica la obediencia ciega y el culto a la personalidad. Lo que reduce a los militantes del partido a la categoría de meros comparsas.

En democracia, los modos deberían ser otros. Y el espíritu crítico, mucho mayor. Por eso decepciona ver a todo el Partido Socialista rendir pleitesía a José Luis Rodríguez Zapatero: sólo se permite chistarle José Montilla, cuyo discurso del pasado domingo, cantando las cuarenta al presidente del Gobierno, ha sido calificado por La Vanguardia como el discurso de su vida. Entre 1996 y 2004 ni siquiera había un Montilla que contrariara a Aznar en el PP. O sí, como diría Rajoy: quizá Rodrigo Rato se atrevió cuando la guerra de Iraq y eso le costó no ser designado como sucesor. En Andalucía, todos los militantes socialistas rinden tributo de admiración pública al presidente de la Junta, Manuel Chaves, dominados además por un miedo escénico insuperable a que su retirada signifique perder el poder que ocupa el PSOE desde 1982.

En todas las conciencias planea la famosa frase de Alfonso Guerra cuando era el vicemandamás de los socialistas: “el que se mueva, no sale en la foto”. Algo que se podría perfectamente traducir por el partido siempre tiene la razón. Y en estos casos, el partido es algo más que el jefe; es el jefe y su aparato de poder. Un leve avance respecto a las estructuras dictatoriales. Los aparatos nacionales, regionales y provinciales de los partidos hacen y deshacen a su antojo. Y los caudillos modernos ejercen el poder sin cortarse un pelo.

Hace un mes, Esperanza Aguirre se llevó por delante a dos de los miembros del Gobierno de Madrid, uno de ellos vicepresidente, que acababan de entrar en la ejecutiva de Mariano Rajoy. Esta semana ha protagonizado un gesto autoritario similar el presidente de la Diputación de Málaga y miembro de la ejecutiva regional del PSOE, Salvador Pendón. Ha degradado a dos de los diputados provinciales socialistas, que en el congreso del fin de semana se alinearon con los críticos. Fernando Centeno ha sido destituido como portavoz y diputado de Cultura. El alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, también socialista, en un lance similar, tuvo mayor sentido de la medida hace tres semanas: destituyó como portavoz municipal a Emilio Carrillo, que se alineó contra los suyos en el congreso provincial, pero le mantuvo como delegado de Urbanismo. 

La crítica interna, la disidencia, está permitida en los partidos, pero cada cual que se atenga a las consecuencias, parecen decir a dúo Aguirre y Pendón. El movimiento de los críticos del PSOE en Málaga empezó de manera absolutamente clandestina. El aparato los descalificó con dos argumentos de peso: son cuatro, por eso no dan la cara, y el anonimato es un gesto cobarde e innecesario, porque este es un partido en donde todo el mundo puede decir lo que piensa. Ninguna de esas premisas resultó ser cierta. Los críticos han conseguido resultados en torno al 30% y aquellos que se han distinguido han sido purgados de inmediato. Con su gesto, además, Pendón degrada al secretario general entrante, Miguel Ángel Heredia, al rango de secretario sargento. El hombre fuerte del partido en la provincia hace un ajuste de cuentas que no facilitará la pacificación interna que Heredia debe hacer en la provincia andaluza en la que peores resultados saca el PSOE. De nuevo, el partido siempre tiene la razón, y quien interpreta esta máxima es el jefe; en este caso, Pendón.

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