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FESTIVAL DE CINE

40 Alcances

  • Cádiz acoge del 11 al 20 de septiembre otra edición de la Muestra Cinematográfica del Atlántico. Un libro revela claves de la historia de una cita que resiste a pesar de los avatares

Alcances, la Muestra Cinematográfica del Atlántico de Cádiz, cumple cuarenta años. El 19 de agosto de 1968 un grupo de entusiastas gaditanos había montado una semana cultural que incluía un poco de todo: teatro, música hispanoamericana, literatura, artes plásticas y cine. El objetivo no era crear en principio un festival, sino cubrir las carencias culturales que sufría la tacita de plata. Su inventor fue Fernando Quiñones, escritor chiclanero, que como describió en uno de sus últimos artículos, se dio cuenta de que Cádiz “estaba en cueros” en lo que a arte contemporáneo se refería. De ahí lo de montar una semana que durante unos días fuese como un oasis para todos los inconformistas de la época.

Ese 19 de agosto de 1968, en vísperas de que los tanques soviéticos aplastasen la Primavera de Praga, iba a dar comienzo ese pequeño festival multidisciplinar, pero cuando faltaba media hora escasa para que arrancase el acto inaugural se personó la Policía y suspendió toda la semana. El caballo de batalla fue una de las películas que se iba a proyectar, Hanoi, martes 13, que no tenía los permisos pertinentes para hacerlo en España. Aunque pudo haber una motivación más política, pues era un documental cubano muy crítico con la política estadounidense en Vietnam, cuya guerra estaba en el punto álgido. A pesar de este mal despegue, que incluyó una abortada manifestación de protesta –el propio Quiñones consiguió frenarla temiendo por el futuro del evento nonato en ese 68–, Alcances volvió en 1969 y durante los siguientes años no ha faltado a su cita.

El festival es el decano de Andalucía y el cuarto más antiguo de España, tras los de San Sebastián, Gijón y Valladolid. Su historia ha sido larga y compleja, cuajada de anécdotas que se han convertido en leyenda urbana en algunos casos. A pesar de transitar por diversas épocas históricas y políticas de la historia de España, siempre se ha mantenido fiel a sí mismo. Aunque ha tenido que adecuarse a los diversos avatares que ha pasado el mundo del cine para actualizar su oferta. Pero su compromiso de divulgación, calidad y dar al público rigor siempre se ha mantenido.

Es una de las muchas herencias que su fundador y primer director, Fernando Quiñones, legó a sus sucesores en la responsabilidad de organizar Alcances. Durante los primeros diez años él fue un auténtico hombre orquesta, un equipo de producción en sí mismo: programaba, escribía en prensa, gestionaba las actividades, las presentaba en las salas, y un largo etcétera. Su década al frente del evento es la más rica en anécdotas, unos auténticos tiempos heroicos. Aunque al él le disgustaba tal calificación, Alcances –llamado así por su deseo de “alcanzar” la cultura a los gaditanos– no dejaba de ser un ejemplo de la cultura de la resistencia al franquismo y metía una piedra en los radios de la rueda de las programaciones oficiales. Progresivamente, al entrar España en la democracia, estas características que dieron a Alcances sus tiempos más recordados, se tornaron en un festival con menos sobresaltos y más normalizado. Quiñones, además, dio al evento no sólo un nombre completamente reconocible, sino también un logotipo que le ha acompañado desde entonces: una caracola que cuarenta años después sigue siendo el premio que se da a los vencedores en la gala de clausura. Las primeras versiones, en un guiño propio de la época, contenía el ojo del Che Guevara, ahora de actualidad gracias al film de Soderbergh, sacado del famoso retrato de Korda, estampado en miles de camisetas. Con los años, la caracola ha cambiado su diseño, pero sigue ahí como emblema.

Los diez primeros años de vida son los que muestran al modelo de Quiñones más puro, el de la muestra cultural. Flamenco, cine, teatro de vanguardia, música clásica también de compositores poco frecuentes, literatura, artes plásticas, pasaron por esas ediciones, que se desarrollaban entre la indiferencia cuando no claro desprecio del Cádiz oficial, poco dinero y problemas con la censura, que ya dijimos dio al traste con la primera edición. A este respecto hubo películas que no pudieron venir y otras con las que hubo que negociar con los censores para poder proyectarse. Y es que Alcances poco a poco iba convirtiéndose en un evento puramente cinematográfico. Al principio entre sus actividades existía el pequeño Festival de Cine, con tres escasos títulos, pero progresivamente se fueron ampliando. El gran salto se dio a partir de 1975, cuando se inicia la segunda etapa de Alcances.

Fue un gobernador civil, Antolín de Santiago, el que impulsó al evento y lo convirtió en un mes entero de actividades. Se daba la circunstancia que don Antolín había sido en Valladolid fundador y primer director de lo que entonces era la Semana de Cine de Valores Religiosos, precedente de la actual Seminci, y le haría ilusión pasar a la historia de España como el hombre que fundó dos festivales cinematográficos. Su idea era reconvertir Alcances en lo que llamaba Festival Atlántico, dedicado al cine. Pero Quiñones, al que no gustaba mucho la idea, pues prefería el formato muestra al de festival puro y duro, llegó a algún tipo de transacción con De Santiago y sacó adelante su modelo.

Esta etapa nació bastante auspiciosa, pues el gobernador se implicó a fondo y arregló problemas de censura y consiguió patrocinios oficiales, con lo que los problemas con los funcionarios del lápiz rojo y la cuestión económica quedaron solventados durante un tiempo. Pero sólo duró cuatro años, aunque dio a Alcances algunos de sus momentos más recordados, como la retrospectiva Fellini, las Semanas de Cine Soviético y Checoslovaco o el pase de El imperio de los sentidos, prohibido a última hora por la Dirección General de Cinematografía y que se celebró de forma clandestina.

Pero en 1978 la crisis asolaba al festival. Don Antolín, auténtico mecenas de esta etapa, se había marchado a Burgos en 1977. Pero había otros motivos. España estaba sufriendo grandes transformaciones y eso se notaba en cómo la cultura de resistencia al franquismo se resquebrajaba, además de notarse en esa etapa de la Transición democrática una quiebra de las estructuras de gestión cultural del Estado. Estas se reharían a partir de los años 80 con la presencia de las administraciones provinciales y locales, que serían el soporte de Alcances a partir de esa década. Mientras, Quiñones dejaba su criatura en manos de alguien que había estado en los equipos desde el principio, José Manuel Marchante. Es entonces cuando se centra en un festival cinematográfico por derecho. Su mandato es la etapa más larga del certamen, que mantuvo un concurso cinematográfico internacional y secciones más clásicas de un festival al uso. Marchante fue sustituido en 1993 por un equipo de dirección del que pronto sobresale José María Sánchez Villacorta. Su época dura hasta el 2005, y se subdivide en dos etapas. Una primera hasta 2001 en que el concurso se centra en largometrajes españoles y una segunda hasta 2005 en que el certamen versa en cortos de la misma nacionalidad.

Pero el inflado calendario de festivales que empiezan a proliferar como hongos en España, y la pérdida de peso específico de Alcances en el panorama de certámenes, le llevaron a una nueva y más espectacular reinvención, en 2006. Es entonces cuando se centra en los documentales con un nuevo equipo coordinado por Vega López buscando su especificad. En esta línea, además de un completo concurso con tres categorías –cortometrajes, unidades documentales y largometrajes– se ofrecen secciones paralelas sobre el género de la no-ficción. Este año los países invitados son Colombia y Finlandia, con la presencia de dos destacados documentalistas de esas naciones, Pirjo Honkasalo y Luis Ospina. Además, el Baluarte de la Candelaria, fortaleza gaditana recuperada para usos culturales, sigue ofertando la parte más joven del festival, con los documentales musicales al aire libre, el downvision y las presentaciones especiales. Una muestra más que 40 años después Alcances sigue cumpliendo con los objetivos para los que fue fundado.

> Crónicas Alcanceras es un libro de Javier Miranda, editado con motivo de la celebración este año de Cuarenta Alcances.

> Más información en www.alcances.org

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