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EL BOLSILLO

Los lunes negros al sol

La portada del disco nos muestra a un hombre de mediana edad en bañador y con gafas negras, plácidamente sentado en una hamaca, bajo una sombrilla, con un combinado –con su rodajita de naranja y su pajita– a mano; esterilla, radiocassette y periódico: la mar de a gusto. Sin embargo, no es el mar lo que rodea la playera escena, sino un paisaje posindustrial desolador con un fondo de cientos de chimeneas escupiendo humos; una visión de fondo deprimente que, en blanco y negro, contrasta con el entorno inmediato de nuestro hombre y su propia figura, que aparecen en cálidos colores. Debe de ser él mismo quien, más cínico que irónico, pronuncie las palabras que dan título al disco de Supertramp: Crisis? What crisis? (¿Crisis? ¿Qué crisis?). Valga la escena descrita a modo pequeña aportación a la ingente colección de artículos que han utilizado la frase en cuestión: he mirado en Google y hablar de La Crisis con el gancho del nombre del disco de Supertramp es no ya un manidísimo comodín, sino hasta un clásico, casi al nivel, es un poner, de “tanto va el cántaro a la fuente…”. He de decir que yo también incurrí en su día en tan ocurrente titular, hace cosa de un año. (La edad y la soberbia no perdonan, y esta aclaración cronológica, con su oculta carga de vanidad de pionero, me recuerda a un reciente artículo del egregio economista Juan Velarde en ABC, en el que repasa entre comillas la cantidad de profecías que él ha hecho sobre la crisis y se han acabado cumpliendo: “Mira que os lo tengo dicho”, parece querer decir el octogenario profesor. No sabemos la otra cara –la que no atina– de su uso de la bola de cristal. Sea como sea, hay que decir que Nostradamus no hay más que uno, y falla más que una escopeta de feria).

Siempre me ha maravillado la contumaz falta de originalidad con que la prensa deportiva británica trata las victorias españolas, sean del ahora pachucho Seve, del equipo de la Davis o de la selección española de fútbol: de “Torero, olé!” y “Viva La Armada”, no salen. Las crisis nuestra de cada día también produce sus titulares-comodín. Además del también recurrente “Vuelve Keynes”, otro topicazo que no para de minarnos la moral es el de “Lunes negro”. Por Dios Bendito, ¿cuántos lunes negros llevamos en los últimos meses? ¿Uno a la semana? Los lunes negros suelen aplicarse a la Bolsa, ese supuesto termómetro de la salud de la economía, y a la vez predictor del futuro de las principales empresas de un país que, a la postre, cada día se muestra más como un casino en el que no faltan los gángsteres y los superespabilados, con o sin traje de rayas y nariz chafada. En la periferia bursátil, el resto de las criaturas que tienen un paquetito de acciones de Repsol y Telefónica.

A la mayoría de la gente, sin embargo, los lunes negros en Wall Street y Tokio le dan el mismo miedo que el lobo del pastorcillo, que no acaba de venir. Realmente, lunes negro, lo que se dice lunes negro, hubo uno en el 29 y otro en el 87. Y bueno, todos tenemos nuestros heroicos lunes negros. Sin llegar a los extremos de la niña de la canción de The Boomtown Rats [“no me gustan los lunes, quiero disparar a todo el mundo hasta matarlos”], ni a usted ni a mí nos gusta ese día, seguramente. Ahora bien, un buen lunes al sol…

No nos queda más remedio que hacer de la necesidad virtud. Es lo más emocionalmente inteligente, y hoy en día no eres nadie si no eres inteligente emocionalmente, aunque tengas un IQ que ni Ana Obregón. Debemos ser, a saber: empáticos, sinérgicos, sinceros, autocontrolados, sencillos, saludables, serviciales. Si encima eres guapo o guapa, la cosa es como jugar al póquer y ganar. “Mirar positivamente hacia el futuro y reparar los sentimientos negativos antes de que nos hagan caer en la ansiedad y la depresión”, dice Wikipedia –gran amiga y consejera, no lo niego– que es la clave para que nos vaya bien. Por eso, aunque estemos parados cual caballos de retratista, como Bardem y compañía enla película Los lunes al sol, debemos valorar el sol de otoño, olvidar las negruras, pedir un vermú con aceitunas y encarar este domingo como si fuera el último. Y así la depresión (económica) será fagocitada en su origen: feliz lunes dorado.

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