Real Betis-Sporting de Gijón · La Crónica

Retrato de vulgaridad (0-0)

  • El Betis es incapaz de superar a un mediocre Sporting que incluso gozó de la mejor ocasión para ganar.

  • Sin soluciones a la falta de fondo de armario, Víctor no halló un plan alternativo.

El paso del tiempo siempre coloca las cosas en su sitio y, hoy por hoy, el lugar de este Betis se encuentra dentro de la medianía de esta Primera División, en esa decimotercera posición con la que finaliza la primera vuelta del campeonato. Vulgar en casi todas sus líneas, los de Víctor fueron incapaces de superar a este mediocre Sporting que ahora dirige Rubi, al que le bastó con resguardarse atrás y vigilar a Dani Ceballos para llevarse un punto del Benito Villamarín.

No halló soluciones el entrenador bético, ni siquiera con la sorprendente alineación de Zozulya entre los titulares. Sin un plan alternativo, y a la espera de que le cayese una pelota potable a Rubén Castro, la solución recurrente desde hace siete años, el Betis se mostró impreciso en los pases, sin jugadores que rompiesen líneas o encontrasen espacios en la poblada zaga visitante. La mejor ocasión del partido incluso correspondió a este paupérrimo Sporting, en un regalo de Durmisi que Cop desaprovechó algo escorado, pero a puerta vacía, tras driblar a Adán.

Si algún atenuante encuentra Víctor a la actuación de su equipo, la mirada habría que dirigirla al director deportivo, Miguel Torrecilla, y a todos los que tienen responsabilidad en la confección de la plantilla. El nulo fondo de armario de este Betis ha quedado al descubierto con los infortunios de Joaquín y Sanabria, y también la incapacidad de los técnicos para encontrar piezas en este mercado invernal que ayuden a mejorar la deficiente planificación veraniega.

Hasta el momento, a Víctor le había bastado con ordenar a su equipo en defensa para sacar adelante los partidos en Heliópolis, pero esta vez el guión le exigió más, sin que fuera capaz de solucionar los evidentes problemas de fútbol que posee esta plantilla. Apenas un arreón, entre los minutos 19 y 26, se contabiliza dentro de lo meritorio del equipo verdiblanco, que en esos momentos sí encerró al Sporting en su área y dispuso de cuatro remates más o menos claros ante la portería de Cuéllar. Ninguno estuvo en las botas de Rubén Castro, el abrelatas más fiable, y tod o s se fueron al limbo para desesperación de una grada que acabó protestando a los suyos.

Una decisión del entrenador sí influyó en la menor llegada del Betis al área rival. Con Dani Ceballos por delante de la defensa, Víctor aleja la conexión entre sus dos mejores jugadores, a lo que se añadió el trabajo oscuro de Carmona para impedir que el utrerano pudiera tener claridad en el nacimiento del juego. Tampoco ayudó la presencia de Brasanac y Jonas Martin, dos jugadores poco capacitados para mover el balón con celeridad, aunque el francés sí se entonó en parte para tratar de aparecer en zonas cercanas al área. La posterior entrada de Petros, ese jugador que ha perdido protagonismo desde la llegada de Víctor, sólo agravó el problema de circulación del balón que condena a los verdiblancos.

El cambio de entrenador en el Sporting sirvió al menos para que los jugadores tratasen de mantener las líneas juntas, como no se cansó de pedir Rubi desde la banda, y para tener fe en sus opciones de llevarse un punto. No da para mucho más este conjunto asturiano, que finaliza la primera vuelta con 13 puntos y ni una sola victoria a domicilio en su casillero.

Quizá ahí hallen consuelo esos béticos que disfrutan de su equipo sin mirar a lo que sucede en el terreno de juego. El Betis mantiene los nueve puntos de ventaja con la zona de descenso que marca precisamente el Sporting, con lo que alcanzar la permanencia parece cuestión de tiempo, aunque también se corre el peligro de quedarse en tierra de nadie y que esa apatía acabe generando una dinámica negativa.

Un jugador bético se lamenta tumbado en el césped. Un jugador bético se lamenta tumbado en el césped.

Un jugador bético se lamenta tumbado en el césped. / Antonio Pizarro

A la espera de que en estos días Torrecilla realice su trabajo con la llegada de refuerzos, y también de que el parte médico ofrezca una tregua al cuerpo técnico, el Betis cuenta con lo justo para pasearse por Primera sin pasar demasiados apuros de descenso, pero también sin la calidad necesaria para darle repetidas alegrías a sus aficionados. En este partido desperdició la oportunidad de sumar el tercer triunfo consecutivo en Heliópolis, algo que no sucede desde hace más de una década, una muestra más de lo poco que la entidad le ha ofrecido a los suyos desde hace demasiado tiempo.

La impotencia bética fue una constante y fue a más con el paso de los minutos. Los intentos de Durmisi y Piccini fueron perdiendo profundidad; ni Dani Ceballos ni Jonas Martin llevaron peligro con un último pase; y los recambios desde el banquillo –el mencionado Petros, Álex Alegría y Nahuel– exhibieron impericia para poner en apuros a la zaga sportinguista. Apenas un remate inocente de Rubén Castro u otro de Petros igual de inocuo se contabilizaron en el segundo tiempo bético, que hasta pudo haber sido peor si un disparo de Cop a puerta vacía no se hubiera dirigido al poste de Adán.

La mediocridad, la vulgaridad, el adocenamiento... Rasgos que se corresponden con la realidad de este Betis en el que se celebra por todo lo alto una victoria ante el Leganés o incluso una derrota por la mínima en el Vicente Calderón. La realidad es tozuda y el Betis fue víctima de su propia impotencia, de su escasa calidad futbolística, de ese despilfarro de millones el pasado verano en la construcción de este equipo. La igualada sin goles, y casi sin ocasiones en todo el segundo tiempo, ante un Sporting muy limitado puso al Betis ante el espejo de su propia incapacidad. Ahora la tarea del entrenador será encontrar estímulos, y con ayuda de refuerzos, para que la segunda vuelta no sea otra condena.

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