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Francisco Javier Gandul

Canción triste de Swing Café

  • Francisco Javier Gandul logró el proyecto de su vida y a los 64 años, tras media vida como autónomo, no se puede prejubilar ni cuenta con la ayuda de 420 euros con la que ha sobrevivido.

El día que cerró el Swing Café, Alcalá de Guadaíra perdió mucho más que un bar de copas; perdió el ritmo del jazz y, sobre todo, un proyecto vital, el de Francisco Javier Gandul, un sevillano de 64 años que encontró todas las puertas cerradas en su lucha por mantener vivo un establecimiento emblemático. Música en directo, tardes de jazz, o espectáculos de magia formaban parte del día a día en el Swing Café. Cantautores sevillanos, desde noveles hasta reconocidos músicos en el ámbito internacional, el escenario de este café se convirtió durante años en un lugar de encuentro para los amantes de la música en directo.

"Era muy acogedor y tuvo mucho éxito de público", recuerda con nostalgia Francisco Javier, quien busca en sus recuerdos algunos nombres: Juan Martínez, de la Banda de Los Gitanos del Swing; Pepe Saxo, Aquiles del Campo o Ismael y Vicky. Max Sunyer, guitarrita pionero de la música underground y el rock en los años 60, con Iceberg, junto a otros grupos como los sevillanos Smash, también tocó para Swing Café. "Max Sunyer dio un concierto en la Imperdible y le propuse un concierto en Alcalá, y aceptó", recuerda.

Los tiempos dorados de este local quedaron muy atrás. Pese al éxito, y tras 24 años, este empresario sevillano se vio obligado a cerrar. Lacrisis y los enormes obstáculos que afrontó en los últimos años no le dieron otra salida ante la falta de ayudas. "Acudí al Ayuntamiento de Alcalá de Guadaíra para tratar de conseguir una manera de continuar, pero ni siquiera me llegaron a contestar", recuerda con amargura en su mirada. Ahora, Francisco Javier sobrevive gracias a la ayuda de su hermano, al apoyo de sus amigos y a los servicios sociales.

Los problemas para el Swing Café comenzaron años antes de las crisis. "Hace alrededor de ocho años el Ayuntamiento acometió unas obras en el entorno del café, y la calle de la Plata permaneció cerrada durante unos nueve o diez meses", explica. Fue entonces cuando este establecimiento comenzó a perder clientes. "La calle estaba cortada y no podían acceder", recuerda.

Otro golpe para Gandul fue la eliminación de todas las plazas de aparcamiento en la calle la Plata. "Esta medida provocó que el público dejara de venir al centro de Alcalá de Guadaíra por las dificultades de acceso", comenta. Y poco después estalló la crisis. Demasiados obstáculos. Y la clientela continuó bajando. El presupuesto para la música en directo comenzó a menguar. "Ni siquiera tenía para la luz o el alquiler del local", lamenta. Fue entonces cuando este empresario comenzó a llamar a las puertas del Ayuntamiento para evitar el naufragio. "Es un local emblemático y cultural muy querido en Acalá", trató de explicar entonces en las ventanillas de la Administración local. No logró la ansiada ayuda.

Los problemas también llegaron al Swing Cafe desde la Sociedad General de Autores y Editores debido al afán recaudatorio de esta entidad que, en gran parte, se tumbó en los tribunales. "La SGAE quería cobrarme una cuota mensual desorbitada, y me negué", recuerda. Como otros propietarios de establecimientos, Gandul pasó a formar parte de una asociación nacional que inició una batalla contra la SGAE. "El tiempo y los tribunales de justicia nos han dado la razón en esta lucha", apunta.

Pese a la lucha constante por la supervivencia del Swing Café, la decadencia se cebó con la calle de la Plata. "No sólo cerré yo, muchos negocios del centro y de esta calle, bares de tapas, restaurantes, así como otro tipo de establecimientos, también han cerrado en los últimos años". Víctimas de la crisis. Es el drama de los pequeños y medianos empresarios, que no frena. "Hace poco cerró otro negocio dedicado a la electrónica que era muy popular en Alcalá", comenta.

"Decidió abrir este local en 1987 como un proyecto ya definitivo, tras muchos años trabajando como DJ o camarero en Menorca y Barcelona. Mi relación con el jazz y con sus músicos es de siempre. En Sevilla son mis amigos", relata Francisco Javier. Desde sus inicios "fue progresando y se fue transformando, creciendo", explica este hombre en el salón de su acogedor hogar, un pequeño museo de la música lleno de recuerdos de toda una vida. Entre instrumentos musicales y fotografías, este sevillano ve pasar los días. "Frente al drama de muchos están los continuos casos de corrupción de los políticos y el robo constante a los ciudadanos". Se llena de indignación cuando ve las noticias.

"A mi edad, con los 64 años recién cumplidos, y tras haber sido autónomo durante la mayor parte de mi vida laboral, aún no me puedo prejubilar, pero al menos estoy yo solo, no tengo hijos; hay muchos propietarios de negocios que han tenido que cerrar y que tienen familia, es un auténtico drama", señala. En septiembre se le terminó la ayuda de 420 euros. Frente a esta adversidad, Francisco Javier regala una entrañable sonrisa cuando concluye: "Pese a todo, sobrevivo".

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