Santa Cruz

Un entorno para el recogimiento

  • El nuevo itinerario, que lleva al cortejo a adentrarse en Pozos Dulces, conecta con el carácter sobrio de la hermandad

Sobriedad, luto y sencillez presidieron ayer de nuevo la procesión de la hermandad de la Santa Cruz y la Virgen de los Dolores en su Amparo y Misericordia, que varió su recorrido habitual del Jueves Santo y se adentró por el muro de San Julián hacia Pozos Dulces, obviando la algarabía de calle Carretería y de la Tribuna de los Pobres. El nuevo itinerario, que llevó a la Dolorosa a callejear por San Juan y Puerta del Mar antes de alcanzar la Alameda, ofreció una solemne estampa de recogimiento adecuada con el carácter de la hermandad.

Fue la primera en salir en procesión, aunque una hora más tarde del horario habitual por el acuerdo global adoptado en la reunión mantenida por todos los hermanos mayores de las cofradías del Jueves Santo a causa del mal tiempo. Llegado el momento, cada hermandad debía decidir si procesionaba o no, y el cortejo de la Santa Cruz se plantó en la puerta de la iglesia de San Felipe Neri a la hora prevista.

Las puertas del templo se abrieron y una marea de nazarenos negros, algunos descalzos, salieron dispuestos a llenar de silencio la tarde más popular y con más jaleo de la Semana Santa malagueña.

Tres tambores sordos seguían a la Cruz Guía, de madera lisa, y dejaban a su paso un sobrecogedor sonido que invitaba a la reflexión. En silencio recibió el público congregado en San Felipe Neri a la Dolorosa que porta en las manos una corona de espinas a los pies de la Cruz vacía, roto sólo por una saeta y los primeros acordes de la banda de música La Unión de los Pueblos de Badolatosa (Sevilla). Ésta interpretó una cruceta musical muy propia, de corte fúnebre.

La Dolorosa en su Amparo y Misericordia, el contrapunto del Jueves Santo malagueño, lució una nueva corona y procesionó con una cruceta musical de corte fúnebre. Callejeó por el centro para buscar el recorrido oficial, donde le cayó algo de lluvia, y siguió hasta la Catedral, donde hizo estación de penitencia antes de enfilar hacia su sede canónica.

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