La crítica

Baile a la deriva

  • El bailaor Joaquín Grilo estrena 'La mar de flamenco' en el cierre de la muestra jerezana

 Conocemos casi al detalle esa danza de Joaquín Grilo movida por las fuerzas de la naturaleza, esa manera tan sui generis de entender el baile flamenco que tanto nos sobrecoge. Sabemos como es muy capaz de convertir su zapateado en tsunami y cuando se vuelve guasón y nos conmociona. Queremos decir que tenemos clarísimo de lo que es capaz este artista mayúsculo. Y como lo sabemos, por eso entendemos menos todavía La mar de flamenco, su nueva producción que navega a la deriva por unas aguas revueltas sin saber muy bien a dónde quiere dirigirse. El espectáculo que puso anoche el broche a un brillantísimo XVI Festival de Jerez naufraga prácticamente sin remisión. Es imposible poner en duda las buenas intenciones que el artista jerezano habrá depositado en su nuevo montaje aunque la realidad nos dicta que pocas justificaciones pueden hacerse ante una propuesta tan deshilachada en lo formal y tan poco coherente en su discurso. Fallida en la puesta en escena y con un aire demodé sustentado en unas pueriles proyecciones que juegan claramente en contra del buen gusto estético de la producción.

Con la calidad de los artistas reunidos sobre el escenario, no cabe duda de que cabía esperar mucho más de este trabajo (quizás es que siempre esperamos lo máximo de Joaquín y nos tiene mal acostumbrados) y se comprobó incluso en la tibieza con que el artista y su compañía cosecharon los aplausos al final de la función, nada que ver con las grandes ovaciones que Villamarta ha tributado al bailaor cuando ha logrado con pasmosa facilidad ponerlo bocabajo. La última vez que lo hizo fue con aquella inolvidable Leyenda personal, en la que más allá de experimentaciones y búsquedas, Grilo era Grilo y bailaba elevado a la máxima potencia. Anoche ni le vimos cómodo ni que realmente se creyera lo que estaba poniendo en pie. 

En La mar de flamenco, el jerezano avanza en su búsqueda de nuevos alimentos con los que saciar su descomunal hambre bailaora en este trabajo y decide contagiarse de otras influencias venidas de aquí y de allá. Tras el encuentro con el músico búlgaro Theodosii Spassov en los Países Bajos, Grilo sigue rebuscándose, con probaturas sin prejuicios ni complejos, como alquimista en el laboratorio de la danza y la música universal. Pero la flauta del turco Bilgin Canaz se vuelve monótona y tampoco se aprovecha la indiscutible calidad de la armónica de Antonio Serrano. El apoyo dancístico de Javier Pérez es gratificante en la secuencia inicial, cuando se transforma con acierto en flamenco, pero de tanto estirar la idea del hombre mutado en pájaro acaba cansando. El paso a dos por farruca instrumental se hace interminable y tedioso, y ni el vestuario ni las luces ayudan. 

Grilo empieza a encontrarse en la guajira, en una especie de malecón que une Cádiz y La Habana. Hay entrega y compromiso en un bailaor cuyo poderío y fuerza de transmisión están fuera de toda duda. La frialdad y la poca profundidad que imprimen la farruca y, más tarde, la soleá apolá se torna en danza ardorosa que remonta por momentos. Pero luego el bailaor se inserta entre el patio de butacas para subir a un escenario convertido en cielo estrellado sin que sepamos muy bien cómo encajar esta idea. Dentro de lo que es la concepción original de la obra, se dispone al final el homenaje a Moraíto sin venir a cuento. Y lo cierto es que vendrán grandes noches porque Grilo es mucho Grilo. Y su baile siempre sale a flote por mucho que zozobre esta vez: muy poco barco para tan grande marinero.

Baile

La mar de flamenco           

Compañía de Joaquín Grilo. Baile: Joaquín Grilo, Javier Pérez. Cante: José Valencia, Carmen Grilo. Guitarra: Juan Requena. Neyzen y baglama: Bilgin Canaz. Armónica y teclado: Antonio Serrano. Coreografía: Joaquín Grilo. Escenografía: Joaquín Grilo,Marcos Serna. Técnico de iluminación: Marcos Serna. Técnico sonido: Fali Pipió. Música: Juan Requena. Diseño de vestuario: Nuria Figueroa.  Técnico monitores: Manu Meñaca. Regiduría: Nuria Figueroa. Dirección: Joaquín Grilo. Lugar: Teatro Villamarta. Día: 10 de marzo. Aforo: Lleno.

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