GERMAINE ESCAMES

Melatonina contra el cáncer y sus efectos adversos

  • Investigadora del grupo de la Universidad de Granada que ha creado con esta hormona un gel que previene y cura las úlceras que provocan la radioterapia y quimioterapia · En los últimos cinco años ha dirigido cinco proyectos y captado 670.000 euros · Lamenta que la crisis eleve los obstáculos a las mujeres.

Germaine Escames, en una fotografía de archivo, tomada en su despacho.

Germaine Escames ha estampado su firma en 128 artículos científicos, de los que 58 se han publicado en revistas del top ten. Tan solo en los cinco últimos años ha sido investigadora principal en cinco proyectos y ha participado en dos más. En este lustro ha captado 670.000 euros para I+D. La última gesta de la investigadora más citada de la Universidad de Granada ha sido dar un paso adelante para entrar en el ámbito empresarial con la spin off Pharmamel, a través de la que ha hallado una vía para hacer llegar al mercado algunos de los logros que ha obtenido en la investigación de los efectos de la melatonina y sus aplicaciones clínicas.

El principal hito científico que ha alcanzado ha sido demostrar que un gel de melatonina administrado por vía tópica es capaz de prevenir y en su caso curar la mucositis, uno de los principales efectos adversos que sufren los pacientes de cáncer sometidos a radioterapia y quimioterapia. Estos tratamientos suelen producir inflamaciones y úlceras en la boca y en el tracto gastro intestinal. Germaine Escames explica por correo electrónico desde Estados Unidos, donde asistía a un congreso, que el paciente “llega un momento en que no puede comer, incluso hay que ingresarlo, ponerle una sonda nasogástrica e interrumpir el tratamiento del cáncer”, entre otros efectos secundarios de gran gravedad.

La investigadora granadina ha hallado una explicación al proceso inflamatorio de la mucositis : “Hemos demostrado que hay un daño mitocondrial y, como consecuencia se activa la vía del inflamasoma. Hemos llegado a la conclusión de que los procesos fisiopatológicos en la mucosistis incluyen estrés oxidativo, disfunción mitocondrial y la producción de especies reactivas de oxígeno que, a su vez, dañan el ADN mitocondrial y provocan su liberación al citosol”, o fluido intracelular. Germaine Escames subraya que la novedad del tratamiento reside en que utiliza “el método natural de las propias células para protegerse del estrés oxidativo”. “Se trata de un gel en forma de enjuague bucal que se administra varias veces al día, cuya seguridad y eficacia ha sido comprobada ya en ensayos preclínicos”.

La eficacia del gel de melatonina, cuya patentes se ha licenciado a la empresa Spherium Biomed, se prueba en la actualidad con 84 pacientes de cáncer de cabeza y cuello de los hospitales de Barcelona, Hospitalet de Llobregat y Girona, así como con otro grupo de enfermos de sepsis del hospital Virgen de las Nieves de Granada.

En otro proyecto ha estudiado los cambios que la melatonina produce en la función mitocondrial y cómo esta molécula induce la muerte de células tumorales. Subraya que han demostrado que los cambios mitocondriales por un lado inhiben la proliferación de las células tumorales y por otro favorecen la muerte de estas células en los casos de cáncer de cabeza y cuello. La explicación reside en que “la melatonina, a concentraciones elevadas, aumenta la biogénesis y la función mitocondrial provocando un aumento de los radicales libres”, de manera que influye en la diferenciación y muerte de células tumorales y, en definitiva, “preserva y protege las células normales”.

La segunda de las tres patentes internacionales que figuran en su currículum es una crema antienvejecimiento elaborada a partir de melatonina y sus derivados con coenzima Q10. En este caso, la explota Pharmamel, spin off de la Universidad de Granada cofundada junto a Darío Acuña, el catedrático que dirige el grupo Comunicación Intercelular del que forma parte la investigadora. Escames subraya que Pharmamel es “un claro ejemplo” de cómo una spin off puede dar salida empresarial a las investigaciones que se realizan en el seno de la institución académica.

Esta fórmula antienvejecimiento, que comercialmente recibe el nombre de Mel 13 y Mel 13 Plus estará en el mercado a partir del mes de marzo y es casi fruto de una casualidad. De forma paralela al proyecto sobre mucositis que financió el Gobierno central, Escames solicitó financiación a la Junta para estudiar la melatonina en el tratamiento de la radiodermitis o lesiones de la radioterapia en la piel. Sin embargo, no logró fondos y se vio obligada a no avanzar en esta línea de investigación. Sin embargo, la OTRI de la Universidad de Granada le proporcionó ayuda para investigar qué ocurría con la aplicación de la crema en pieles normales, no irradiadas. “Encontramos unos resultados increíbles. Regeneraba totalmente la piel envejecida y pedimos la patente”.

Germaine Escames, que pertenece al grupo de profesoras acreditadas a catedráticas, con varios premios científicos en su haber, y colaboraciones y estancias nacionales e internacionales (desde la Universidad de San Antonio y el hospital Jonhs Hopskins, en Estados Unidos, a la Universidad de Antioquía, En Colombia, o la de Buenos Aires) afirma que más allá de los obstáculos de género “la carrera académico científica es una carrera de fondo plagada de trabas. Más que una carrera es una forma de vida a la que hay que dedicar muchas horas”. La dificultad es, por tanto, conciliar la vida familiar y profesional, una cuestión que no ha mejorado con el paso de los años. “Cuando hay que dedicarle al trabajo muchas horas, incluidos en muchas ocasiones festivos, las dificultades se amplifican”. En este sentido confiesa que “siempre” ha tenido el “sentimiento de haberle quitado muchas horas a mis hijos por estar en el laboratorio”.

Admite además que “en ocasiones, también he encontrado falta de sensibilidad en estos temas, inclusive a veces en los propios compañeros que te rodean”, aunque en ningún caso observa que existan handicap de género en su área de conocimiento. “En ciencia lo que tiene que valorarse son méritos y capacidad científica”, concluye.

Está convencida de que la crisis ha elevado las barreras de género. “Tengo compañeras profesoras e investigadoras que piden proyectos, que pasan muchas horas en el laboratorio, que tienen un bebé y cobran 900 euros. ¿Realmente podemos decir que estas mujeres no tienen barreras de género?”. Lamenta que la investigación, “uno de los pilares fundamentales en cualquier país”, sin embargo en España “no solo no se fomenta lo suficiente, sino que hay muchas trabas para mantenerse en ella”. 

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