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'Spin off' de éxito: desafío, audacia y cerebro

  • Green Power, Uptodown, Titania y Biomaslinic demuestran cómo es posible nacer en la universidad, resistir una crisis, generar empleo, crecer y conquistar el mercado internacional · Los fundadores de las cuatro compañías desvelan los secretos del triunfo.

El catedrático de la Universidad de Sevilla Juan Manuel Carrasco cofundador junto al también catedrático Eduardo Galván de Green Power, en las instalaciones de la empresa. / BELÉN VARGAS

Audacia, talento, constancia, flexibilidad y equipo. Con este equipaje partieron hace ya más de una década desde la universidad Green Power, Uptodown, Titania y Biomaslinic. Han navegado a través de una de las crisis más feroces jamás conocida, han alcanzado el mercado internacional, han desafiado muchas convenciones y han triunfado. Son voces autorizadas para desvelar los secretos del éxito de una spin off.

Green Power y Titania tienen en común haber nacido en el seno de un grupo de investigación. La primera en 2002 en la Universidad de Sevilla. Los catedráticos de electrónica Juan Manuel Carrasco y Eduardo Galván tenían mucha experiencia en transferencia de tecnología en el sector eólico, pero sufrían la frustración de ver que su conocimiento no se quedaba en la tierra. Aquel fue el revulsivo y la ocasión la brindó una empresa que les pidió no solo desarrollo tecnológico, sino también implementación y mantenimiento. Esa demanda excedía las capacidades de la universidad. Actualmente Green Power Technology (GP Tech) emplea a un centenar de personas, factura 28 millones de euros en América, África y Europa y su tecnología está en las plantas fotovoltaicas más grandes del mundo.

Titania surgió en la Universidad de Cádiz como efecto colateral del cierre de los laboratorios de Airbus en Sevilla y Cádiz. La multinacional decidió externalizar estos servicios y acudió al grupo Corrosión y Protección que dirige el catedrático Javier Botana. La demanda llegó a ser tan importante que la estructura universitaria resultaba insuficiente para darle respuesta. Botana y Miguel Ángel Rodríguez Chacón, investigador que se ocupaba en el equipo de coordinar el trabajo para Airbus, aconsejados por la Universidad de Cádiz, decidieron crear una spin off. Titania emplea en la actualidad a 47 personas, la mayoría tituladas superiores, y es el quinto laboratorio del mundo que realiza mayor número de técnicas de ensayo de materiales para la aeronáutica europea.

Biomaslinic, en cambio, es el resultado de una alianza tan poco frecuente como la forjada por José Prados Osuna, antiguo directivo de banca, y un grupo de investigadores de la Universidad de Granada que se involucraron en el proyecto a partir de una patente creada por los profesores Andrés García Granados López de Hierro y Andrés Parra Sánchez del Departamento de Química Orgánica. La empresa, ahora participada mayoritariamente por la firma catalana General D´olis i Derivats, trata de conseguir valor añadido de dos potentes antioxidantes derivados de la aceituna: el ácido maslínico y el hidroxitirosol. La firma ya tiene penetración en el sector de la cosmética y la nutracéutica, pero está pendiente de los inagotables trámites administrativos para entrar en el mercado de la alimentación humana.

José Domínguez y Luis Hernández (en pie, de izda. a dcha.) en las instalaciones de Uptodown. / DANIEL PÉREZ

El origen de Uptodown no está vinculado a la investigación científica ni al impulso de la empresa, sino a la inquietud de Luis Hernández y José Domínguez, dos estudiantes de Informática que en 2003 se alzaron con el premio Spin Off de la Universidad de Málaga con un proyecto surgido de la necesidad, porque ambos creaban aplicaciones para Windows y buscaban una plataforma donde publicarlas. Uptodown es en este momento el sitio de descarga de app más utilizado del mundo con la única excepción de Google. En 2015 registró 80 millones de usuarios mensuales y 1,2 billones de descargas.

Las claves del éxito dependen de cada sector, de cada mercado y de cada tecnología, pero siempre es decisivo un “equipo bien alineado”, subraya el catedrático Juan Manuel Carrasco, cofundador de Green Power. Sugiere que el consenso es el secreto para capear cualquier temporal. “El esquema interno de la empresa tiene que estar muy ordenado porque solo sale adelante el que es capaz de aguantar”, apostilla José Prados Osuna, de Biomaslinic. De hecho, estas cuatro empresas tienen en común haber sido capaces de mantener intacto su corazón, o sea, el equipo que las ideó y las puso a andar.

La flexibilidad es otra garantía de peso. Green Power nació como ingeniería eólica pero se abrió a la tecnología fotovoltaica y al desarrollo productos propios. “Hoy somos una empresa tecnológica”, dice Juan Manuel Carrasco. El segundo ejemplo de cintura lo dio al explotar la crisis económica, cuando se convirtió de un año para otro en una empresa tan internacionalizada que ahora el 95% de sus ventas proceden del exterior. Miguel Ángel Rodríguez Chacón apunta que la “versatilidad” distingue a Titania de sus competidores porque puede trabajar en el laboratorio con todos los materiales usados para fabricar un avión y en todas las fases del proceso. Finalmente, la capacidad para virar y adaptarse ha conducido a Uptodown al top mundial porque supo ver a tiempo el potencial de las aplicaciones para móvil y aquella apuesta le permitió volar sobre la cresta de la ola de Android.

Liderazgo y producto antes que beneficio es la tercera regla. “Lo importante es el liderazgo, el dinero ya llegará”, confiesa Luis Hernández de Uptodown. Antonio Montoto, coordinador de operaciones de Green Power pone el énfasis en la necesidad de “anticiparse a las necesidades tecnológicas” una máxima que la compañía ha llevado tan a rajatabla que no ha tenido inconveniente en sacrificar beneficio económico si le reportaba ventaja tecnológica. “Si no tienes un producto no tienes nada que hacer”, resume Juan Manuel Carrasco. José Prados Osuna sabe bien lo que es girar en torno al producto. Estima en 10 millones de euros la inversión realizada en Biomaslinic fundamentalmente en I+D.

Miguel Ángel Rodríguez Chacón, fundador de Titania junto al catedrático de la Universidad de Sevilla Javier Botana.

El cofundador de Green Power subraya también la proximidad al cliente. “Si la tecnología es muy buena y no puedes o no sabes llegar al mercado tampoco vale”, explica. Tanto esta empresa como Titania partieron con la ventaja de haber nacido en grupos de investigación que ya habían tejido relaciones sólidas con los que luego serían sus clientes. Después solo tendrían que ampliar y consolidar esos lazos. Para Uptodown la clave ha sido ver y aprovechar la oportunidad. La irrupción de los teléfonos inteligentes y su multitud de aplicaciones junto con el éxito de Android le brindaron a Uptodown un momento único que supo aprovechar distanciándose de la competencia con flexibilidad y capacidad de maniobra. “No estábamos atados a una gran estructura y muchos costes. Podíamos ofrecer un servicio friendly sin esa presión”, señala Luis Hernández.

La financiación es una cuestión aparte. Las necesidades dependen del perfil y ámbito de actividad de cada compañía. Luis Hernández y José Domínguez solo necesitaron 200 euros para comprar un servidor. Allí empezó la andadura de una firma que utilizan cada mes 82 millones de personas en todo el mundo. Según su experiencia la clave es “talento, tiempo”, audacia para dar el primer paso y concentración. Afirman que en el meteórico mundo TIC es preferible desarrollar un prototipo antes que hacer un plan de negocio. “Posiblemente cuando lo tengas hecho ya esté desfasado”, dice Luis Hernández.

Juan Manuel Carrasco admite que arrancar sin recursos propios es complicado, pero precisa que existen ayudas públicas para esta fase. Según su experiencia, es más complicado hallar después apoyo económico para crecer y consolidarse. Tanto es así que ellos, que están ahora embarcados en su quinta ronda de financiación para abordar su implantación en Brasil, siempre han tenido que acudir a fondos privados. “La banca se limita a proporcionar capital circulante pero no arriesga”, agrega.

Biomaslinic ha registrado varias etapas en su trayectoria. Fundada con recursos propios por José Prados y los profesores universitarios, dio después cabida a dos fondos de capital riesgo que salieron para dar entrada a su socio principal, General D´olis i Derivats. Durante estos años han tenido acceso a fondos Feder y recursos del Centro para el Desarrollo Tecnológico Industria (CDTI). “Empezar de cero sin ayudas cuando no se tiene el respaldo de una gran corporación es imposible. Las ayudas son importantes y funcionan. Otra cosa es que hay que ser vigilantes y administrarlas bien”, puntualiza José Prados, para quien, no obstante, el gran handicap, al menos en el ámbito de la biotecnología, es la burocracia. Calcula que tardará todavía tres años en conseguir que la agencia europea de seguridad alimentaria autorice el uso del hidroxitirosol. Y no ha sido este el único escollo. Enumera la exasperante lista de trámites municipales, autonómicos, nacionales, europeos, mundiales... “El gran freno no es la financiación, es la burocracia. Aquí es donde se estrellan las empresas innovadoras”. “El sufrimiento y el sacrificio es importante. Eso hay que decirlo y que la gente lo sepa, porque no todo el mundo está preparado psicológicamente”. “Hay que ser constante y desafiante”, resume.

José Prados Osuna (con corbata y camisa celeste) con personal de laboratorio, el gerente y operarios de Biomaslinic.

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