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Nueve nombres para no olvidar

  • Elegidos en un proceso muy selectivo y sometidos a evaluación continua, los 'cajales' son investigadores competitivos y audaces.

ROBERTO ROMERO. Universidad de Almería

Investigador del programa Ramón y Cajal en la Universidad de Almería desde 2008, Roberto Romero agota su segundo año de prórroga a la espera de una plaza estable. A lo largo de estos siete años ha publicado una media de 10 artículos anuales, codirigido cuatro tesis y en la actualidad trabaja en tres proyectos. Está especialmente satisfecho de un sistema hallado hallado por su grupo, Químicas Analítica de Contaminantes, para determinar en apenas 15 minutos más de 400 sustancias en una muestra de alimentos.

Esta metodología analítica permite hacer un barrido amplio de compuestos y determinar la presencia de sustancias a priori descartadas. Supone un paso adelante significativo en el ámbito de la seguridad alimentaria porque constata en menos tiempo la presencia de más elementos potencialmente contaminantes.

Afirma que a lo largo de su vida académica ha recorrido todas las posiciones: investigó sin cobrar, fue becario de la Junta de Andalucía y después trabajó dos años en la Universidad de Lund (Suecia), hasta que pudo regresar primero con una beca del programa Juan de la Cierva y después con una 'cajal'.

SABINA DE CAVI. Universidad de Córdoba

'Cajal' con contrato prorrogado a la espera de estabilización, llegó a la Universidad de Córdoba tras una significativa carrera avalada por becas en algunos de los mejores centros de investigación del ámbito del arte como el Instituto Italiano de Estudios Históricos Benedetto Croce de Nápoles (Italia) o el Centro avanzado de Estudios en Arte Visual de la National Gallery de Washington y el Centro de Investigación Getty de Los ángeles, ambos en Estados Unidos.Previamente se había formado como doctora en la universidad estadounidense de Columbia.

Experta en el arte del renacimiento y el barroco italiano, su actividad la ha centrado en las relaciones artísticas y culturales entre Italia y la península ibérica en la Edad Moderna. Como  'cajal' investiga la manufactura, técnica, materiales e instrumentos del arte barroco en la península, Italia y los Balcanes, “con un particular enfoque en la gráfica de taller y con espíritu de conservación tanto del patrimonio artístico arquitectónico inmueble como del patrimonio efímero” que comprende aspectos demográficos, etnográficos y antropológicos. Además, lleva una segunda línea de investigación en torno a la arquitectura y el urbanismo de Córdoba, “con particular atención al contexto social, demográfico y económico de la arquitectura” y la relación con la Roma de la Contrarreforma.

XIAOWEI CHEN. Universidad de Cádiz

Desembarcó en 2008 en el grupo de Química de Sólidos y Catálisis de la Universidad de Cádiz tras un periplo científico que la condujo desde el Instituto de Química-Física de Dalian (China), donde se doctoró, a la Universidad de oxford y el Instituto Fritz Haber, perteneciente al poderoso Max-Planck alemán, en el que trabajó más de tres años. A su llegada ya tenía 19 publicaciones internacionales y tres patentes. Desde entonces publica cada año entre cinco y seis artículos en revistas de alto impacto (primer cuartil).

Xiaowei Chen, en la fotografía junto a investigadores de su grupo en una imagen tomada poco después de incorporarse a la Universidad de Cádiz, forma parte del colectivo de cajales al que se le ha prorrogado el contrato y está a la espera de que se le ofrezca una plaza con cargo al cupo de vacantes por jubilación.

La producción catalítica de hidrógeno para uso como combustible limpio es parte esencial de su trabajo. De los tres proyectos en los que ha sido investigadora principal resalta uno financiado con fondos Feder que permitió comprar un equipo de infrarrojos que “ahora puede usar todo el grupo”.

JONATAN RUIZ. Universidad de Granada

Jonatan Ruiz forma parte de un pequeño grupo de investigación conformado por dos cajales, un profesor titular y otro asociado que desde 2011 han captado más de medio millón de euros en convocatorias competitivas. “Eso es lo que hemos conseguido, aunque hemos presentado proyectos por valor de 15,6 millones. Hay que ser muy competititivo en estos tiempos”, subraya para, a renglón seguido, explicar apasionadamente la que dice que la investigación que más le enorgullece: “Hemos descubierto cómo activar las grasas pardas” y ahí puede estar la clave para prevenir y tratar la diabetes y la obesidad.

El cuerpo humano tiene dos tipos de grasas: blancas y pardas. La segunda, identificada en 2009, se localiza en la parte superior del tronco y es la responsable de termorregular el organismo. Cuando el cuerpo siente frío segrega hormonas que activan el mecanismo de producción de calor quemando grasas y azúcares. Además, cuando los tejidos adiposos pardos se activan, también aumenta el gasto energético basal, ese que es responsable de manener las constantes vitales del organismo.

Jonatan Ruiz afirma que la industria farmacéutica está como loca buscando fórmulas para activar la grasa parda “pero nosotros creemos que la hemos descubierto: el ejercicio físico”.

Al hacer ejercicio se pone en marcha el sistema simpático gerando un efecto similar al del frío y, por tanto, desencadenando el mecanismo de termorregulación. Además, al hacer deporte el corazón sebrega una hormona que activa el tejido adiposo pardo y las contracciones musculares producen irisina, otra hormona descubierta en 2012 que transforma la grasa parda en blanca. O sea, se consiguen tres vías para quemar lípidos y glucosa. Estos resultados se están robando en la actualidad en adultos jóvenes a través de un proyecto titulado Actibate.

RAFAEL PÉREZ LÓPEZ. Universidad de Huelva

La llamada de la tierra fue fundamental para que Rafael Pérez no se dejara tentar por un puesto de profesor titular en la Universidad de Alcalá ni por una plaza en el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Esudios del Agua del CSIC, donde trabajó durante tres años. “La familia tira”, dice. Su llegada al área de Cristalografía y Mineralogía en febrero de 2012 permitió abrir una línea de investigación en la Universidad de Huelva en torno a los fosfoyesos, uno de los asuntos más serios y que más enciende la polémica en la provincia onubense.

La producción de fertilizantes fosfatados ha legado a Huelva una balsa de una extensión similar a la de la capital repleta de residuos con elementos radiactivos que amenaza el estuario de la ría. La balsa está distribuida en cuatro módulos, dos de ellos supuestamente ya restaurados de acuerdo con unas directrices que se pretenden aplicar en los dos restantes.

Las investigaciones de Rafael Pérez han permitido poner al descubierto que los criterios utilizados en la restauración no son válidos. “No minimizan el impacto en el estuario porque siguen liberando contaminantes”, apunta. En su estudio desaconseja el sistema de cubrimiento de los modulos utilizado hasta ahora y propone nuevas medidas de tratamiento de las aguas y los residuos.

Junto a esta investigación, con financiación comprometida por la convocatoria de 2012 de los proyectos de excelencia de la Junta de Andalucía, también es investigador principal de otro estudio sobre las aguas ácidas procedentes de las minas que, en ese caso, respalda el plan estatal de I+D del Ministerio de Economía. Ambos proyectos suman un presupuesto de 210.000 euros.

MATÍAS REOLID. Universidad de Jaén

El paleontólogo Matías Reolid, en la imagen junto a restos parciales de un cráneo de ballena de Mioceno superior (hace 10 millones de años) hallados en la provincia de Jaén,  inició su carrera científica en 1999. Diciséis años después, a punto ya de cumplir 41, aspira a su primer contrato estable “sin la amenaza de la espada de Damocles”. Inició su trayectoria posdoctoral becado por la Universidad de  Granada en el Instituto de Geología de la Uniaversidad de Oslo (Noruega), después en la Universidad de Lyon (Francia) y, finalmente, en la Universidad Complutense.

Regresó a Andalucía para incorporarse a la Universidad de Jaén con una beca de la iniciativa Juan de la Cierva, tras un fugaz contrato de técnico en el Centro Andaluz de Medioambiente, y en la convocatoria de 2009 se incorporó al programa Ramón y Cajal. De acuerdo con el compromiso inicial debería haber accedido a una plaza estable en 2014 pero bajar la tasa de reposición de jubilaciones al 10% lo impidió. Con la evaluación I3 superada y acreditado para ser profesor titular, consume el primer año de prórroga de su contrato como cajal a la espera de que se oferte algún puesto de contratado doctor específico para este colectivo en la Universidad de Jaén.

En la actualidad trabaja en dos investigaciones financiadas por el Ministerio de Economía y es investigador principal de un proyecto financiado por la Junta de Andalucía que explora eventos catastróficos originados por la falta de oxígeno en los océanos. El ámbito de estudio de este paleontólogo se circunscribe a la extinción maxiva que se produjo en el Toarciense, hace aproximadamente 180 millones de años, en los fondos océanicos de lo que ahora es Argelia, Marruecos, el sur de España, la cuenca Lusitánica y los Apeninos.

JUAN ANTONIO GARCÍA RANEA. Universidad de Málaga

Cuando Juan Antonio García Ranea terminó su tesis doctoral en 2001 en el Centro Nacional de Biotecnología tuvo la posibilidad de elegir: sobre su mesa había una propuesta laboral del Biozentrum, en Suiza, y otra de la University College London, que forma parte de la élite académica británica. Optó por esta última atraído por la proyección científica del equipo en el que trabajaría y el ambiente cosmopolita de la capital inglesa.La convocatoria de 2008 del programa Ramón y Cajal lo condujo al Departamento de Bioquímica de la Universidad de Málaga y ahora pertenece a la generación de cajales que consumen prórroga a la espera de su consolidación.

Experto en bioinformática, su grupo, entre otros aspectos relacionados con la búsqueda de soluciones a problemas médicos, se ocupa de investigar las relaciones entre los fallos de los genes y las enfermedades que producen, así como al diseño y estudio de fármacos. “Sobretodo, buscamos relaciones entre los distintos fármacos y los procesos celulares en los que estos actúan para curar las enfermedades”, explica. “De esta forma es posible encontrar nuevos usos en otras enfermedades a fármacos ya existentes, así como, buscar nuevos fármacos para combatir a las enfermedades desde otras vías”.

BETHANY ARAM. Universidad Pablo de Olavide

Investigadora de la Universidad Pablo de Olavide de origen estadounidense es un caso excepcional en el panorama andaluz: ha sido la primera investigadora universitaria que conseguido el marchamo Consolidator Grants, una línea creada por el Consejo Europeo de Investigación (ERC, en sus siglas en inglés), destinado a favorecer la retención de talento en la Unión Europea ofreciendo a doctores con entre siete y 12 años de trayectoria y buen currículum financiación extraordinaria para que consoliden sus equipos científicos y líneas de investigación. Desde 2012 también forma parte del programa Ramón y Cajal.

El proyecto que la ha convertido en Consolidator Grants, dotado con dos millones de euros, aborda lo que denomina la primera globalización, registrada entre 1513 y 1617 en Panamá, donde confluyeron las culturas europea, africanas, americanas nativas y asiáticas. La investigación tiene el atractivo añadido de proponer una nueva metodología de trabajo al combinar las fuentes históricas con las arqueológicas.

 

MARÍA LAMUEDRA. Universidad de Sevilla

La audacia y la capacidad de innovación que se adivinan bajo la personalidad de cada cajal, o sea, de cada investigador joven capaz de correr mundo y forjar una carrera muchas veces en contra de los elementos, es singularmente visible en María Lamuedra. Quiso probar suerte en el periodismo en el Reino Unido pero ni siquiera su manejo del inglés le pudo abrir un espacio en un sector tan en crisis. Tuvo el arrojo de proponer a varias universidades un estudio sobre las revistas femeninas británicas y españolas y la suerte de que la tomaran en serio. La Glasgow Calendonian University le propuso convertir la idea en una tesis doctoral y la becó. Años después tuvo al alcance de la mano un contrato de doctora en la Universidad Carlos III, pero prefirió pujar por un puesto en la convocatoria Ramón y Cajal de 2008 que la condujo a la Universidad de Sevilla, donde investiga en el ámbito de las televisiones públicas.

Sigue una línea de trabajo emprendida durante los tres años de estancia en la Universidad Carlos III, donde coordinó un estudio comparativo desde la perspectiva de los contenidos, receptores y profesionales de la BBC y Televisión Española. En la actualidad, realiza un trabajo similar con sobre TVE y la televisión finlandesa. Su horizonte es generar una metodología comparativa, involucrar a investigadores de otros países y a medio plazo optar a fondos comunitarios para realizar un proyecto europeo sobre las televisiones públicas “porque a fin de cuentas los retos, aún con diferente intensidad, son muy similares”.

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