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Tres océanos, cinco mares de plástico

  • Las grandes corrientes marinas funcionan como una cinta transportadora que deposita los residuos en cinco grandes concentraciones · Los desechos convertidos en pequeñas partículas se acumulan en una singular sopa de confeti al norte de los océanos Atlántico y Pacífico, así como en el Índico · Los plásticos visibles solo suponen el 1% de los que llegan al mar. ¿Dónde están los demás? La ciencia todavía no tiene respuesta para este misterio.

Trozos de plástico tal y como quedan en los océanos con el paso del tiempo.

Andrés Cózar subió a bordo del Hespérides durante la expedición Malaspina con la encomienda de enrolarse en el equipo destinado a investigar los organismos que viven en la superficie de los océanos. Los residuos plásticos aparecieron en las primeras muestras de agua recogidas precisamente para estudiar la vida en la primera capa de agua. Parecía lógico que ocurriera cerca de la costa. El asunto cobró interés cuando varias estaciones más adelante todavía seguían en cada muestra de agua. Serendipity. A modo de conjuro cuentan que Carlos Duarte, investigador del CSIC, director y alma máter del proyecto, repetía a bordo del buque para animar a los expedicionarios a aprovechar cada carambola que ofrecía el destino. Los plásticos fueron, efectivamente, la oportunidad imprevista que condujo a Andrés Cózar a ponerse al frente de una de las investigaciones que ha reportado más éxito mediático al proyecto.

Era conocida la existencia de dos grandes concentraciones de plásticos al norte de los océanos Pacífico y Atlántico. Incluso llegó a hablarse que habían formado una isla del tamaño de Japón, que en realidad no existe. Esta investigación ha revelado que no hay una, sino de cinco grandes aglomeraciones de residuos, cada una de las cuales ocupa varios millones de kilómetros cuadrados, con la consistencia de una sopa con confeti de colores.

Una parte importante del plástico de uso urbano acaba en las costas. El 60% de esos residuos llegan a las grandes corrientes oceánicas que, a modo de cinta transportadora, lo conducen por los océanos hasta que quedan atrapados en las cinco zonas de giro de las aguas: Atlántico norte y sur, océano Índico y Pacífico norte y sur.

Las grandes concentraciones presentan una media de 10 trozos de plástico por metro cuadrado, rodeadas a su vez por grandes áreas en las que se detecta un promedio de un pedazo de plástico cada cuatro metros.

A lo largo de este viaje el plástico se parte en partículas minúsculas de apenas unos milímetros, pero, al no ser biodegradable, nunca desaparece. Sin embargo, uno de los misterios que lleva acompañado este descubrimiento es que a pesar de las gigantescas proporciones de las manchas, el plástico acumulado en esas aglomeraciones apenas si representa el 1% del que ha llegado al mar. Solo está claro que hay algún “proceso eficiente” que retira el plástico de la superficie. Cuál y cómo es una incógnita.

Los investigadores barajan dos hipótesis: que las partículas en las que se parten esos restos sean tan pequeñas que no puedan ser detectadas por los métodos de muestreo, a pesar de que se usan redes tan tupidas como una media, con solo 0,2 milímetros de espesor o que sean transportadas hasta el fondo a través de procesos todavía no establecidos en los que podrían jugar un papel significativo los peces que confundan los plásticos con alimento y lo precipiten al morir o al excretarlo.

Andrés Cózar subraya que esos residuos han aparecido tanto en las profundidades oceánicas como en el estómago de los peces, si bien todavía no se ha podido establecer si ahí está la explicación a la misteriosa desaparición de los plásticos que llegan al mar.

Por otra parte, este es el punto de partida para determinar si esos residuos han pasado a la cadena trófica “porque en el océano abierto los recursos son escasos, están dispersos y diluidos, de modo que la acumulación de alimento atrae a los depredadores”. A partir de ahí, además, se podrá explorar el efecto contaminante, si se transfiere a los organismos vivos o si estos lo pueden excretar o asimilar.  

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