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"Todo es posible con esfuerzo"

  • Álvaro Martínez reconoce que su futuro universitario depende en gran medida de la beca · Admite que el inicio en la universidad no ha sido fácil, pero que todo se resuelve "con trabajo".

“El salto desde el bachillerato es abismal”, subraya Álvaro Martínez Fernández. Ha llegado a la universidad desde Carboneros (Jaén) con matrícula de honor en el expediente y el décimo puesto en el Premio Nacional de Bachillerato. Semejante trayectoria, sin embargo, no le impide reconocer que primero de Ingeniería Aerospacial en la Universidad Politécnica de Madrid no es fácil. “Al principio mis notas bajaron bastante”, admite. Bajar bastante significa en su caso que no todo es sobresaliente, que tiene varios notables e, incluso, un aprobado “que me ha costado muchísimo esfuerzo” en Física I, a pesar de que es la materia que más le gusta y por la que se decidió a estudiar Aeroespacial tras constatar que es la ingeniería en la que tiene más peso. Para hacer visible la dificultad de esta asignatura en la Politécnica de Madrid resalta que en la convocatoria de febrero había tantos alumnos, la mayoría repetidores, que “se prepararon 20 aulas para hacer los exámenes. Conozco tres de ellas y tienen capacidad para más de 200 personas”.

La principal diferencia entre el instituto y la universidad, de acuerdo con su experiencia, reside en “el nivel de exigencia. En el bachillerato se explicaba la teoría y se hacían muchos problemas que eran parecidos a los que caían en el examen. Ahora se hace mucho hincapié en la teoría y se supone que el alumno con lo que aprende tiene que ser capaz en un examen de resolver problemas que nunca ha visto”.

Álvaro Martínez afirma que conseguir un expediente brillante no tiene más secreto que “el esfuerzo”. “Hay que tener cierto potencial, cierta capacidad, pero el trabajo es lo importante. Cualquier déficit se resuelve trabajando mucho”. Recuerda que en sus tiempos en el instituto estudiaba sin otros límites que sus propios objetivos. “Hasta que no llegaba a donde quería no paraba”. “Junto al trabajo la rutina de estudio también es importante”.

Su estricto nivel de autoexigencia le hizo salir bastante descontento de las pruebas del Premio Nacional de Bachillerato en el que quedó en décima posición. “Me sorprendí mucho cuando vi que había conseguido quedar entre los 15 primeros porque lo tenía totalmente descartado”. Subraya que se trata de pruebas “bastante inteligentes” en la que no se busca tanto el conocimiento memorístico como “demostrar la capacidad crítica”

El examen se celebró en noviembre cuando él ya estaba plenamente entregado a sus nuevas ocupaciones académicas y en proceso de adaptación a una gran ciudad, tras la búsqueda de un piso que le dio más de un quebradero de cabeza. Las matrículas de honor ganadas en el bachillerato, sumadas a los 1.000 euros del Premio Nacional de Bachillerato le facilitaron el aterrizaje en la universidad mientras llegaba la beca. Admite que si no pudiera disponer de beca “mis estudios se complicarían muchísimo. Es prácticamente imprescindible para poder seguir en la universidad”.

 

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