ENTREVISTA

"La robótica siempre ha producido fascinación"

  • Entrevistamos a Aníbal Ollero, catedrático de la Universidad de Sevilla y pionero en la robótica aérea.

Aníbal Ollero, catedrático de la Universidad de Sevilla.

Aníbal Ollero, catedrático de la Universidad de Sevilla. / D. S.

Anibal Ollero es una de las personas que más sabe de robótica en España y Europa. Catedrático de la Universidad de Sevilla, allí lidera el Grupo de Investigación Robótica, Visión y Control, del departamento de Ingeniería de Sistemas y Automática, uno de los líderes a nivel mundial de robótica aérea. También es presidente de la Sociedad Española de Investigación y Desarrollo en Robótica y miembro del comité directivo del Board of Directors de Eurobotics, la sociedad europea de robótica.

Empecemos por el principio. ¿Qué se entiende por robótica?

Es la disciplina que estudia los robots. Siendo los robots máquinas que realizan trabajos y que incluso pueden imitar comportamientos de seres vivos. Son máquinas dotadas de una cierta autonomía en la toma de decisiones.

Son, entonces, máquinas que creamos para que nos imiten.

Siempre ha habido dos acepciones: una ligada a una máquina productiva y otra a una máquina que intenta imitar en general el comportamiento de seres vivos. Ambas se han utilizado desde los orígenes de la robótica.

¿Cuándo empezó usted en la robótica?

En los años 80 y principios de los 90 fundamentalmente en el Robotics Institute de la Carnegie Mellon University en Pittsburgh EEUU de América. Estudié en Sevilla en los años 70 pero me trasladé a la Escuela de Vigo y después a Málaga en el año 88. Desde Málaga hice estancias de larga duración en la Carnegie Mellon. En Málaga, creamos un grupo de robótica del que surgen los grupos que hay en la actualidad. La mayor parte de investigadores que hoy siguen trabajando en la Universidad de Málaga en el campo robótica vienen de ese grupo.

¿Cómo era ese momento la robótica? ¿Se tenía una visión muy futurista?

La robótica siempre ha sido una disciplina que ha apuntado al futuro, pero siempre se ha basado en pequeño logros, y en aquella época ya había. A principios de los 90, por ejemplo, participábamos en proyectos tanto con centros de investigación, empresas e incluso la NASA. Y se hacían desde Málaga, formábamos parte de proyectos importantes con universidades como Carnegie Mellon, que siempre ha sido una referencia en robótica y con quien estuvimos haciendo estancias, proyectos en conjunto... De alguna manera, estos proyectos están en el origen del grupo de robótica.

Luego se fue a Sevilla.

Por razones parcialmente familiares, me trasladé a Sevilla donde obtuve una plaza en la Universidad de Sevilla. Yo ya era catedrático en Málaga y participé en la creación de un instituto de robótica y automática. Siempre he mantenido la relación desde entonces, sigo con proyectos comunes con compañeros de Málaga.

¿Y había algo de robótica en Sevilla?

Había más de automática, pero de robótica no había una actividad que pudiéramos decir que tuviese las mismas características que en Málaga. Digamos que, en Sevilla, la disciplina de robótica fue impulsándose en los años 90 y a partir del 2000.

Su llegada fue importante entonces...

Creamos un grupo de Robótica que ha ido creciendo hasta jugar un papel internacional relevante.

¿Cuáles fueron los primeros pasos entonces?

Para nosotros jugó un papel muy importante el saber anticiparnos y entender cuáles eran las líneas de futuro que tenían más relevancia. Y, también, el apostar por una financiación internacional: nuestra principal característica respecto a otros grupos es que tenemos una fortísima participación en el programa marco de la Comisión Europea. Apostar por líneas que tenían futuro y ser financiados fundamentalmente por Europa y empresas privadas, es lo que ha hecho que tengamos ahora este papel. Durante la crisis no solamente no hemos disminuido, sino que hemos crecido.

Aníbal Ollero, con uno de los drones desarrollados. Aníbal Ollero, con uno de los drones desarrollados.

Aníbal Ollero, con uno de los drones desarrollados. / D. S.

¿Cuáles eran esas líneas de futuro?

Había varias, pero, para mí en concreto, fue la robótica aérea. Tanto es así que es un nombre que de alguna manera hemos participado en su creación. Desde hace 20 años hacemos robots que vuelan y en los últimos siete u ocho años hemos creado una disciplina nueva que no existía antes, que son los manipuladores robóticos aéreos. Es una de las cosas más importantes que hemos hecho a nivel profesional. Nuestros robots aéreos no sólo toman fotos y datos, como los que ahora se denominan drones, sino que también son capaces de manipular como hace un robot en tierra: tienen la capacidad de volar y hacer tareas de manipulación mientras vuelan o pueden anclarse en sitios y hacer trabajos de manipulación. Esto no lo hace casi nadie en el mundo. En Andalucía somos líderes mundiales de robótica aérea de manipulación.

¿Y qué tipo de tareas realizan esos robots aéreos?

Pues pueden hacer montajes de pequeñas estructuras en sitios inaccesibles, como poner una antena en sitios donde no es posible llegar, realizar una inspección en una tubería de 20 o 30 metros de alto o incluso en un puente... Y por inspección me refiero a un trabajo que requiere contacto. Por ejemplo: para hacer un análisis de ultrasonidos hace falta que el robot tenga un contacto físico con la superficie. Son tareas que involucran mucho riesgo para las personas o son extremadamente costosas de realizar, y estos robot solucionan dichos problemas.

Son robots con los que participarán en competiciones mundiales próximamente...

En este momento estamos en dos competiciones diferentes. Una es europea, dentro del proyecto European Robotic Challenge (Euroc) donde participamos en el apartado de robótica aérea. Y también estamos en la competición The Mohamed Bin Zayed International Robotics Challengue (MBZIRC) que se organiza en los Emiratos Árabes Unidos. Allí hubo unos 140 solicitantes de todo el mundo para participar, de ahí se seleccionaron unos 40, luego 30. Hay una docena de equipos que hemos sido financiados por los organizadores para participar. En Europa sólo he identificado al Politécnico de Zurich, aunque puede que exista alguna más. El resto son fundamentalmente universidades americanas: Georgia Tech, California Institute of Technology, Carnegie Mellon... Y entre ese selecto grupo, que estemos nosotros, es algo muy destacable.

Eso demuestra que se están haciendo bien las cosas en las universidades públicas andaluzas.

Sí, creo que el grupo de robótica de la Universidad de Sevilla es bastante conocido. Y el hecho de que nos financien en una competición así viene dado por la trayectoria que traemos desde hace años. Ten en cuenta que en el año 2015, en el campo de la robótica aérea, teníamos más de 20 proyectos activos. Hay pocos casos en el mundo con este volumen. Además, la robótica es una disciplina científica y se cuantifica también en términos de publicaciones, y también ahí nuestro papel es muy relevante en España.

Necesitará un buen equipo, ¿no?

Este año tenemos 70 investigadores, de los que 12 son profesores de universidad y el resto son contratados y becarios financiados por los diferentes programas. La mayor parte depende de los contratos de proyectos. También colaboramos con el Centro Avanzado de Tecnologías Aeroespaciales (CATEC), del que soy asesor científico, donde también hay un grupo de robótica. 

¿En qué proyectos trabajan actualmente?

Este año, aunque es algo no aconsejable, me he encontrado por diferentes circunstancias siendo coordinador de cuatro proyectos europeos a la vez con más de 30 instituciones europeas implicadas. Esto significa un papel relevante en el contexto europeo y un gran trabajo. En este momento participamos en seis proyectos europeos simultáneamente y coordino dos de ellos. No hay grupo en España y muy pocos en Europa que tengan este nivel de implicación en los proyectos europeos

¿Todos tienen que ver con robótica aérea?

En robótica aérea somos muy fuertes, pero también estamos en otros sectores y tenemos otras aplicaciones y proyectos con empresas, ya que hay sectores que están relativamente poco automatizados y que en el futuro deberán incrementarla para poder competir favorablemente. Como ejemplo sirve la industria de fabricación aeronáutica , en la que ahora se hacen montajes fundamentalmente de forma manual, pero desde que hay nuevos actores en Asia fabricando aviones, pues hay un interés cada vez mayor en fabricar con mayor automatización. Y ahí colaboramos con la industria aeronáutica en diversos proyectos de automatización. También trabajamos en temas de inspección, de mantenimiento, de vigilancia y supervisión...

¿Cuál de los proyectos europeos destacaría?

El que, por así decirlo, me quita el sueño y dedico más tiempo, es uno que se llama Aeroarms, en el que coordino un consorcio europeo de diez socios, que es un paso adelante de otro proyecto llamado ARCAS. Se trata de aplicar la robótica aérea de manipulación a tareas de inspección y mantenimiento y hacer aplicaciones industriales. En otro proyecto, Aerobi, la aplicamos a la inspección de puentes. También tenemos mucha experiencia en proyectos con múltiples drones. En un proyecto previo hemos sido capaces de conseguir la cooperación en el transporte conjunto: si un dron no puede llevar un peso, pues varios los cargan entre ellos y lo transportan colaborando. Este es otro de los objetivos que tenemos desde hace años. En fin, hay muchas líneas de investigación.

Van abriendo camino en la robótica aérea.

Podríamos hacer un interesante listado de cuestiones en las que hemos sido los primeros del mundo. Entre ellos, destacaría que hemos hecho los primeros robots aéreos con brazos robóticos de seis y siete grados de libertad; eso no implica que no se haya hecho nunca, sino que tenían unos dispositivos muy especiales para hacer algo. Los nuestros no son especializados en una tarea, sino que pueden hacer varias diferentes. Y ahora, para hacer unos comportamientos similares a cómo una persona puede manipular, estamos haciendo los primeros robots aéreos con dos brazos manipuladores para hacer sus tareas. En toda esta cadena de proyectos -de hecho hemos enganchado cuatro o cinco proyectos seguidos como líderes de un consorcio europeo-siendo en tres de ellos siempre hemos sido los primeros de la lista en valoración. Lo que implica que la evaluación de la propuesta ha sido siempre la mayor y han sido proyectos calificados como excelentes. Y esto significa un cierto papel relevante, creo yo.

Cada vez plantean retos con los que los robots aéreos tienen comportamientos más humanos.

Igual que las personas debemos ser capaces de cooperar, aunque a veces no lo conseguimos, también intentamos que los robots lo sean. Es decir, que puedan hacer una tarea con un objetivo común incluso aunque involucre una interacción física, lo que se complica mucho más si son robots aéreos: unos tienen que tener en cuenta lo qué están haciendo los otros para poder colaborar y eso no es nada fácil.

¿En qué punto está la robótica actual? ¿Aún existen muchas dificultades para su mayor desarrollo como el que nos cuenta?

A los robots les falta más de lo que en algunos casos se cree. La robótica siempre ha producido fascinación. Siempre, a los que nos gustan las máquinas, nos ha gustado ver cómo un artesano en la Edad Media hacía un reloj que se abría y salía un pájaro, ver de lo que eran capaces. Tendemos ahora a pensar que ya está todo conseguido, pero no: los robots tienen que ser capaces de trabajar en todas las condiciones posibles cada día, y eso es muy difícil. Además, hay otro problema como es el aspecto normativo. De hecho, en Sevilla vamos a organizar el año que viene un congreso de robótica iberoamericano en el que se hablará de diferentes disciplinas relacionadas, una de ellas es la legislación para la aplicación de la robótica. Otra será la de materiales: si un robot tiene que interaccionar físicamente con una persona, necesitamos hacer robots que sean de materiales diversos, que permitan el contacto con los seres humanos sin hacerlesdaño. Incluso en robótica aérea. Una cosa es un dron y otra cosa es un pájaro: un pájaro es capaz de volar, posarse, picotear... tiene materiales que le permiten ser eficiente y hacer esas tareas y en el futuro nos gustaría hacer robots que sean funcionales de esa manera. Más aún cuando entendemos que los robots no van a sustituir a las personas, van a cooperar con ellas, y para eso también hay que innovar haciendo robots de diferentes materiales.

¿Ocurre igual en el campo del aprendizaje o la inteligencia artificial?

Siempre es complicado que pueda entrenarse un robot para todas las posibles circunstancias. El problema no es un entrenamiento focalizado en unas determinadas condiciones del robot, su aplicación y el entorno. Esto se puede conseguir, sin embargo, ¿qué pasa cuando se separa de esas condiciones? El aprendizaje de los humanos permite, durante años, que luego seamos capaces de realizar tareas muy diversas. Aunque el robot tenga gran capacidad de cálculo o aprendizaje computacional, el adaptarse a cualquier condición es difícil. Mientras que para nosotros no lo es, para un robot es extraordinariamente difícil. Basta considerar la percepción:los humanos, incluso en casos difíciles de visibilidad como cuando tenemos el sol en contra, por ejemplo, sabemos qué estamos viendo gracias al conocimiento y los detalles de lo que vemos; pero para un robot es algo extraordinariamente difícil, sobre todo si debe funcionar en cualquier contexto y circunstancias. Todo esto necesita aún muchos años de trabajo.

Es decir, hay robots que saben hacer muy bien una tarea en un entorno, son súper especialistas, pero fuera de ahí no sirven para casi nada.

Exacto. El futuro de los robots depende de alguna manera de caminar hacia ser máquinas que sean más adaptables que una máquina de automatización tradicional. Es decir, si consideramos la evolución de la industria, podemos decir que hay máquinas que automatizan tareas concretas desde hace muchos años. Y lo hacen perfecto. Ahora bien, es mucho más flexible trabajar en un taller: la persona que trabaja en un taller de reparación de automóviles es capaz de adaptarse muy bien a diferentes tareas, y en ese sentido lo hace mucho mejor que un robot. Hacer un robot adaptable a muchas condiciones diferentes es muy complejo.

Entonces, la imagen que tenemos de robots humanoides, que piensan, aprenden o incluso se rebelan gracias al cine de Ciencia Ficción, es más utópica todavía.

A mí también me gusta la idea, pero una cosa es que me guste y otra que considere que la palabra ficción sigue estando ahí. Es una manera de pensar en el futuro: pero también es algo que escribió Karel Capek en los años 20 del siglo pasado en su novela Robots Universales de Rossum y que dio nombre a la robótica. Que pase eso es algo de nuestro futuro, no es algo que esté ahora en nuestras manos. De todas maneras, es importante destacar que la tendencia actual es el desarrollo de robots que cooperen con las personas, no que las sustituyan. La robótica son máquinas al servicio y trabajando con las personas, no sustituyéndolas. Existe la idea de que el robot me va a quitar el puesto de trabajo, pero la robótica trabaja en que cooperen con las personas: ayudando a personas mayores, realizando tareas difíciles o de riesgo... Lo que queremos son ayudantes que cooperen con nosotros. Este es un debate de la robótica industrial de hace 20 años, pero ahora mismo no es la tendencia.

Entonces, al menos por ahora, no nos van a quitar el trabajo...

El Parlamento Europeo, de hecho, debate la cuestión actualmente. Creo que está bien debatir, pero creo que todavía está muy lejos el pensar que los robots sean competencia y que van a hacer todo. Está lejos de la realidad actual.

 

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