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Las universidades andaluzas buscan jóvenes talentos

  • Programas como Mentorac o PIIISA fomentan la formación entre el alumnado de colegios e institutos · Los estudiantes pueden participar en cursos, talleres e incluso proyectos de investigación.

Varios chavales en uno de los cursos del programa Mentorac. / NACHO SÁNCHEZ

Fran coloca la placa de Petri bajo el microscopio con cuidado. Enfoca, enciende la luz, observa con atención y apunta sus resultados. Ha realizado un experimento sobre la reproducción asexual de la hidra y comprueba cómo ha ido. Lo hace atento, en silencio, con sumo cuidado y, casi, profesionalidad. Fran participa en el taller Observando la comunicación celular durante la regeneración de la hidra en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Málaga (UMA). Y, a pesar de tener 14 años, ya ha formado parte en los últimos meses de otros cursos sobre física, genética o comunicación. “Me gusta todo y me lo paso súper bien”, dice este chaval mientras abre un cultivo de hidra y se prepara para realizar un transplante junto a otros diez menores guiados por Manuel Mari Beffa, profesor del Departamento de Biología Celular, Genética y Fisiología de la Facultad de Ciencias de la UMA. “Creo que esta es una magnífica forma de que vayan conociendo otros mundos y la universidad”, asegura el docente.

Junto a Fran se sienta Miguel, que con 16 años lleva ya dos participando en numerosos talleres relacionados con la física, las matemáticas o las ciencias. “Aunque yo lo que voy a estudiar es música: guitarra y violonchelo”, asegura el chaval, que se maneja con comodidad entre ordenadores, herramientas de laboratorio y conceptos como células madre, hibridación in situ, ADN o señalización de HyWnt. Ambos, al igual que otros adolescentes como Antonio, Iker, Inés o Paloma son chavales de altas capacidades que participan en el programa Mentorac de la Universidad de Málaga. Una iniciativa que tiene como objetivo “propiciar el enriquecimiento cognitivo y creativo de estos jóvenes talentos, así como incentivar sus vocaciones científicas por medio de la experimentación”, según explican desde la UMA.

Mentorac, que cuenta con el apoyo, la colaboración y la financiación de la FECYT (Fundación Española para la Ciencia y Tecnología - Ministerio de Economía y Competitividad), alcanza este año su cuarta edición. En esta ocasión, han participado cerca de 150 chicos y chicas de Educación Secundaria Obligatoria (ESO), Bachillerato y Ciclos Formativos, que han cubierto las 610 plazas de los 29 talleres realizados, ya que la mayoría repite en diversos cursos. Y hay 24 mentores, es decir, docentes que imparten los cursos. Pero no se trata de una iniciativa aislada: otras universidades andaluzas trabajan también con adolescentes, como la Universidad de Jaén, que estos días ha celebrado la sexta edición de los talleres dirigidos a jóvenes de altas capacidades. “El objetivo es que este alumnado desarrolle y potencie su capacidad y creatividad familiarizándose con el trabajo científico”, aseguró durante la presentación de estas actividades Ginés Alfonso de Gea, profesor del Departamento de Geología y tutor de uno de los talleres realizados en este curso denominado Cambios climáticos en el sistema Tierra. Reconstrucciones a partir del estudio del registro geológico.

Un alumno coloca una placa de Petri bajo el microscopio. / NACHO SÁNCHEZ

En la Universidad de Cádiz (UCA), los jóvenes de altas capacidades de Secundaria y Bachillerato de los centros educativos gaditanos también acuden a su Facultad de Ciencias. Y participan en los talleres denominados Ciencia around you, en los que alumnado realiza distintos experimentos en los laboratorios. Además, pueden participar en la Semana de la ciencia y la tecnología, un programa de divulgación científica en el que alumnas y alumnos tiene a su disposición un itinerario de talleres y actividades vinculadas a las titulaciones que se imparten en la Facultad de Ciencias como Biotecnología, Enología, Ingeniería Química, Matemáticas y Química. Y, también, se celebran regularmente olimpiadas centradas en distintas materias donde los chavales pueden mostrar sus capacidades. "En general, desde la Universidad de Cádiz, a través de la Orientación Universitaria, lo que se pretende es hacer más cercana la UCA a quienes, en un futuro, decidan ser alumnos o alumnas de la universidad. El objetivo prioritario es dar una información lo más completa, directa y personalizada posible para resolver las inquietudes y los deseos de información de los jóvenes que quieran cursar una carrera en alguno de los cuatro campus", explican fuentes de la UCA. De hecho, la institución académica cuenta con otros programas destinados a los jóvenes adolescentes en general, como las visitas a centros educativos informando sobre pruebas de acceso o titulaciones universitarias e, incluso, establece un orientador académico que visita periódicamente al orientador del centro. Aunque también se ponen en marcha diferentes jornadas de ciencia, visitas guiadas, clases aplicadas o propuestas como la noche de los investigadores. 

De hecho, como ocurre en Cádiz, las universidades no se centran únicamente en los jóvenes de altas capacidades. Otras iniciativas van dirigidas de manera general al alumnado de institutos. Una de ellas es el Proyecto de Iniciación a la Investigación e Innovación en Educación Secundaria en Andalucía (PIIISA), que pretende acercar a estudiantes de cuarto de ESO y primero de Bachillerato a la investigación. El programa, nacido originalmente gracias al trabajo de la Universidad de Granada, se desarrolla con equipos de las universidades de Almería, Cádiz, Córdoba, Granada, Jaén, Málaga y Sevilla, en colaboración directa con profesores de secundaria e investigadores del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) pertenecientes a centros como el Instituto de Investigaciones Químicas o el Instituto de la Grasa –ambos en Sevilla–, el Instituto de Agricultura Sostenible de Córdoba o el IHSM La Mayora, de Málaga. Este curso han participado en él una treintena de investigadores de las universidades y el CSIC, casi un centenar de docentes de los centros educativos y hasta 350 estudiantes. Adolescentes que no sólo proceden de colegios o institutos de las capitales andaluzas: la red del programa se extiende a municipios como Sanlúcar de Barrameda, Puerto de Santa María, Antequera, Ronda, Tomares, Bormujos o Algeciras, entre otros.

Alumnado participante en el encuentro regional del programa PIIISA celebrado recientemente en Málaga. 

PIIISA pone en contacto a los centros educativos, sus tutores y estudiantes con investigadores de las universidades. Y, a partir de ahí, los chavales desarrollan proyectos de investigación en un entorno real con personas que se dedican profesionalmente al desarrollo científico y tecnológico, “de lo que se extrae grandes beneficios en todas las direcciones”, explica Ana Abril, coordinadora del programa en la Universidad de Jaén, “Por un lado, los científicos divulgan su trabajo y sus resultados, a la vez que realizan una labor de formación, mientras que los estudiantes adquieren una adecuada visión de la ciencia en un contexto cercano, además de adquirir una magnífica formación científica”, asegura la responsable.

El proyecto está diseñado para que en aproximadamente tres sesiones presenciales, el alumnado asista al centro de investigación de la Universidad o del CSIC. Allí, se plantean hipótesis de trabajo ante un determinado problema que plantea el investigador, se diseñan experimentos adecuados al nivel del alumnado que permitan obtener unos resultados que son posteriormente analizados entre todos para obtener unas conclusiones finales. “Mi experiencia como profesor en este proyecto ha sido emocionante, enriquecedora y motivadora, ya que es muy gratificante ver como tu alumnado es capaz de completar todo este proceso”, asegura Antonio Marcos Naz Lucena, doctor en Ciencias Químicas, jefe de estudios adjunto del IES Martín Rivero (Ronda) y uno de los coordinadores de PIIISA en Málaga, provincia a la que el programa llegó hace dos cursos.

“Como profesor de un instituto, que tu alumnado conozca la ciencia desde la perspectiva de un auténtico investigador, alejado del aula, cambia por completo la concepción que tienen de materias como las matemáticas: al analizar sus resultados tienen que ordenarlos en tablas y representarlos en gráficas, pero lo hacen con datos obtenidos por ellos mismos a través de sus investigaciones”, añade Naz Lucena, quien pone ejemplos muy claros: “alumnos con miedo escénico son capaces de exponer en un auditorio delante de 500 personas… y en inglés. Son tantos los resultados reales obtenidos, que no tendría espacio suficiente en estas líneas para contarlos”, afirma.

La exposición a la que se refiere el profesor es la realizan las alumnas y los alumnos en los diferentes eventos provinciales que se han celebrado estas últimas semanas, así como el congreso general del programa PIIISA que se realizó a finales de abril en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Telecomunicación y de Ingeniería Informática de la Universidad de Málaga. Una cita que reunió a medio millar de personas y en la que se presentó la publicación con los trabajos realizados por el alumnado a lo largo del curso dentro del propio programa (que se puede consultar aquí). En el acto los chavales también tuvieron la oportunidad de escuchar, entre otros, la ponencia de Ginés Morata Pérez, Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica en 2007.

¿Y qué beneficios tiene para los chavales el programa? “Un joven preuniversitario adquiere muchos conocimientos durante su etapa de secundaria, pero no tiene una auténtica conciencia de un trabajo de investigación. Y estamos hablando de alumnado que tendrá que decidir en algún momento que quiere hacer en un futuro inmediato que determinará el resto de su vida. Este desconocimiento en estos jóvenes, les hace alejarse de la investigación como camino de desarrollo”, destaca Antonio Marcos Naz. Es precisamente lo que dicen alguno de los padres de chavales que participan en estos programas o el denominado Mentorac. “A nosotros nos parece una estupenda idea porque en los centros educativos hay muchos recursos para chavales que tienen problemas para avanzar, pero para quienes van por delante no. Y esta es una magnífica forma de estimularles”, indica el padre de Fran, que está deseoso cada fin de semana de acudir al laboratorio. “Es un placer que puedan venir a proyectos así”, añaden por su parte los padres de Antonio, un chaval de 17 años de Antequera que lleva ya tres años participando en formaciones relacionadas con las matemáticas tanto en la Universidad de Málaga como en la de Granada. “Cuando se investiga, se desarrollan prototipos o inventos relacionados con dichas investigaciones y además se sigue innovando, se generan productos que son útiles e interesantes en la sociedad”, destaca el docente, que cree “realmente importante” generar una cantera de alumnado capacitado para tener más opciones en el futuro. 

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